CAPITULO I. El Comienzo de una nueva Era.


Estamos en el año del señor de 1388, en el Palacio de la Fe de Jerusalén, y  mi nombre es Romain de Marival. Nada tendría importancia dicho de esta forma, pero hoy 29 de febrero de dicho año, tomo posesión en el trono de San Pedro como Ginés, el primer papa Cátaro.

Son muchas las vicisitudes que hemos atravesado a lo largo de estos años, no solo mi hermandad, la Orden Mendicante de los Hombres Buenos, sino toda la iglesia en general. Hoy por fin acaba una lucha entre hermanos, por el poder y legado de nuestro señor Jesucristo. Después de Concilios en el seno de nuestra iglesia, y de años de debates sobre la palabra y obra de nuestro señor, así como la interpretación de nuestro libro sagrado “La Biblia”. Parece que por fin la Cristiandad caminará junta . Todas y cada una de las escisiones que ha habido a lo largo de estos años, así como las ordenes y hermandades creadas, han resuelto en el Ultimo Concilio de Jerusalén que a partir de hoy la palabra CRISTIANO sea única e indivisible. La IGLESIA CRISTIANA la representante de Dios en la tierra, que lleve la palabra a todos los rincones del mundo conocido y por conocer.

Me siento con una responsabilidad enorme, soy el primer Papa que aglutina todo el poder de Dios, y por ello mi trabajo será mayor de lo que uno pueda pensar. Han sido varios años de largas negociaciones, recrudecidas en el último año  en el Concilio, desde que el papa Clemente VII lo convoco a principios de verano de 1382. A el asistimos 32 cardenales, 425 obispos, 372 abades y priores, los cuales discutimos como poner a buen recaudo el legado de Cristo. La tarea no ha sido fácil, habían sido casi trece siglos, años de desavenencias, y no se podía arreglar todo en unas cuantas sesiones. Cada uno de los participantes tenia no solo que estudiar los Canones que de él se iba a sacar, sino que tenía que consultarlo con sus respectivas sociedades. Un trabajo difícil, en un mundo donde las distancias eran difíciles de recorrer.

La infraestructura fue grande para el tiempo que corría, hubo que adecentar y habilitar escenarios para tantas reuniones, crear comisiones pequeñas que fueran estudiando pequeños puntos que agilizaran y dieran operatividad a las reuniones. Lo primero que tuvimos que crear fue una reglamentación para el funcionamiento del Concilio (en la cual yo estuve presente), ya que el Papa había dictado un único punto en la convocatoria de dicho Concilio:

UNIFICACIÓN DE LA IGLESIA CRISTIANA

Hoy que voy a ser coronado Papa, veo al Papa Clemente VII como un visionario. Nunca se le valorará lo suficiente, la capacidad que tuvo para comprender la necesidad que había de esta reunificación. Durante años había habido intentos de reforma en la Iglesia, pero en cada uno de esos movimientos, siempre aparecía una nueva escisión. El paso no era una reforma, sino una nueva REFUNDACIÓN, con la participación de todos los elementos que componían o decían componer el legado de DIOS. Le damos gracias a él por llevarnos por el camino correcto, y por conseguir que este legado quede a buen recaudo  para generaciones venideras. No ha sido fácil y por eso la obra que hoy comienza será más valorada.

No solo hoy empieza una nueva Iglesia Cristiana, sino que también empiezan dos momentos históricos importantes. 

El primero el traslado de la sede de la iglesia de Roma a Jerusalén. La ciudad del Vaticano (con la basílica de San Pedro y el Palacio de Letrán a la cabeza), pasarán a ser un espacio administrativo de la nueva iglesia, además de servir como Universidad para el aprendizaje de nuestros miembros, e intercambio de cultura y conocimiento con otras ideologías. 

Este es el segundo avance, la relación con Judíos y Musulmanes. Desde hoy, Jerusalén será el centro de la Fe, donde los representantes de cada una de las tres religiones, vivirán en perfecta armonía, para que el resto de fieles comprueben que es posible la convivencia entre estas tres sociedades. Con ello, todas las guerras y atrocidades que en nombre de la religión se han cometido quedarán olvidadas y esperemos que sirvan de lección para siglos venideros, para que cada uno sea libre de poder vivir según los mandamientos de su religión sin por ello ofender al resto.

El Palacio de la Fe, es una magnífica obra arquitectónica que ha cuidado la idea que cada una de las religiones tiene de la Ciudad Santa. En él se han complementado el espacio para albergar una Catedral, una Sinagoga y una Mezquita, confluyendo diversos estilos (fruto de este estilo es el  Renacimiento que se está produciendo en toda Europa)

Muchas son las  cosas iré contando a lo largo de mi historia, una vida que no ha sido fácil. Pensarán que como al final se consiguió esta reunificación, como todos los EGOS que estaban presentes en la Iglesia, así como todas las intrigas, poderes, se vieron al final reducidos para poder caminar por fin todos juntos.  Ha sido un proceso continuo, en el que mi familia ha jugado un papel clave en este desenlace de la historia. Pero sobre todo un poco de fortuna, esa suerte que siempre hay que tener de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, y luego luchar por lo que crees con todas tus fuerzas. Uno siempre falla en lo que no intenta.

Mi familia siempre creyó, que los cristianos podíamos estar unidos en una sola iglesia, aunque las interpretaciones que cada orden o hermandad hiciera de las Santas Escrituras, no fueran las mismas. Era solo una interpretación, pero teníamos claro que la palabra del señor era la misma para todos, y eso no podía perderse. Ya era difícil que los doce apóstoles se pusieran de acuerdo cuando Jesucristo vivió, más difícil tenía que ser una vez muerto. Cada uno vivió las experiencias de esos años en sus propias carnes de forma diferente, por lo que la forma de explicarlo en sus escritos tenía que ser de igual forma diferente. Pero además no todos estaban con él las 24 horas del día para ver por propia experiencia, todos los sucesos que se desencadenaron en su vida. La mayoría no asistió a ellos y solamente sabe de ellos de oídas, y como ocurre con todas estas cosas, el boca a boca va cambiando el curso de la historia.

En una de las alocuciones que hice en el Concilio de Jerusalén, puse un ejemplo. Todos los discípulos de Jesucristo que asistieron a la última cena, todos se sentaron a la mesa y compartieron los alimentos que estaban en ella.  De todos es sabido que en cualquier reunión familiar todos queremos sentarnos al lado del mas protagonista de la familia, y en este caso sucedería lo mismo. Todos querían sentarse al lado de Jesús. No nos ha llegado ningún documento de enfados ni riñas por la colocación que hubo ese día. Seguro que si todos hubieran escrito esa misma noche unas líneas sobre cómo se sintieron por la colocación que tuvieron, más de uno hablaría mal de alguno de los otros. Pasa en nuestras familias, y nos queremos mucho, somos sangre de nuestra sangre, como no iba a pasar con los discípulos.

Y algo más, ¿nadie se movió en toda la cena de su sitio?,  voy a utilizar una expresión aragonesa que maneja mucho el Cardenal de Zaragoza en este Concilio, cuando alguien se cambia de sitio por que algún miembro estaba fuera o enfermo, “quien fue a Sevilla perdió su silla”. No creemos que durante la cena, por obligaciones personales no hubo discípulos que se cambiaron de silla y esto molesto a alguno de los compañeros. Sabemos que eso ocurre muy a menudo y por qué no iba a suceder en esa cena. Eso haría tener problemas entre los propios discípulos, y crear pequeñas enemistades, que seguro que ya venían de lejos.

Por eso, no podemos saber a ciencia cierta cómo se colocaron los apóstoles en esa cena, ni como se movieron durante ellas. Pues lo mismo pasa con los textos que ellos escribieron. La connotación que dieron a sus líneas siempre fue en beneficio de cada uno de ellos, pues eran personas de carne y hueso. ¿No quería Pedro muchísimo a Jesús? Entonces,  ¿por que le negó tres veces? sencillo porque era Humano. Esa es la idea que tenemos que obtener, no podemos batallar en textos escritos por seres normales, que vivieron situaciones que en muchos momentos estarían fuera de su conocimiento y raciocinio, y que con los años seguro que exageraron o menguaron a su interés.

De lo que sí que tenemos que quedarnos es con las enseñanzas, con la idea, y sobre ella construir un RELIGION común a todos los cristianos.

Hoy es un día feliz, mi coronación va a cambiar el curso de la historia, voy a ser el Primer Papa Cristiano, por unanimidad, con la unión de todos bajo una sola iglesia. Pero además en esta coronación estarán representantes de las religiones Judía y Musulmana, por primera vez en la historia. Es de agradecer el esfuerzo que estas comunidades van a realizar en un día como hoy, para que el futuro tenga esperanza para todos. Que esta buena relación existente hoy perdure en siglos venideros, y que la diferencia que tenemos en cuanto a nuestra FE, no impida que podamos convivir en este mundo. Además esto nos hará avanzar en cuanto a conocimientos tanto académicos, como científicos, así como avances en los más diversos campos de la industria que en estos momentos está floreciendo por toda Europa y Asia.

La ceremonia quiero que sea lo más sencilla posible, la finalización del Concilio coincidió con la muerte del Papa Clemente VII, por lo que se convirtió en un Conclave para la elección del nuevo Papa. Mis habilidades como diplomático durante estos años, el conocimiento de las leyes y de los diversos Concilios que se habían producido, así como el afán de trabajo demostrado en estos años hicieron que mi candidatura fuera tomando peso entre los miembros del Conclave. Cuando me propusieron para el cargo no caía en mi asombro, era una persona relativamente joven para los Papas que había habido. Ya había comenzado el Concilio con una edad bastante jovial (42 años exactamente). Que fuera propuesto no entraba en las apuestas de nadie. Mas sobre todo cuando en la primera votación fui elegido  por unanimidad. Pero siempre lo tuve claro, no puedes decir una cosa y hacer otra. Hay que predicar con el ejemplo. Por eso hoy estamos reunidos en el Palacio de Jerusalén una pequeña representación de las órdenes y hermandades, así como embajadas de las religiones amigas y reinos limítrofes. La religión Cristiana tiene que dar un paso adelante, y ese paso consiste en acercarse más a los necesitados y alejarnos del poder de los Reinos. La iglesia Cristiana tiene que ser independiente de los Reinos existentes, y tener acuerdos diplomáticos con cada uno de ellos para poder predicar la palabra de Cristo en sus territorios, así como poder tener lugares de reunión y oración con nuestros feligreses, así como poder realizar los sacramentos recopilados en las santas escrituras.

No por ello la nueva Iglesia Cristiana, quiere una dependencia con nadie, deseamos que si existe esta relación sea por qué se está totalmente convencido de la palabra de Cristo y no del poder que detrás de él pueda aparecer, como intereses sociales, políticos o económicos, a través de las clases sociales que participen de nuestra Fe. Esto hará que el número de posesiones materiales se vea reducida, y también el poder económico de la iglesia, pero necesitamos recuperar almas cristianas, en estos momentos que hay una caída de la creencia de las personas, nuestra fuerza tiene que ser esta, 
LA FE

El camino tiene que ser austeridad de las clases gobernantes de la iglesia, ayudar y escuchar a los más necesitados, propagar la palabra de Dios entre la población, estar mucho más cercanos a las personas. Muchas de estas ideas me han ido surgiendo a lo largo de todos estos años que he pasado en la Ciudad de Jerusalén, recorriendo sus calles infinidad de veces. Es mucho el tiempo que ha durado el Concilio, y por lo tanto, la considero ya mi ciudad. Pero encima voy a vivir en ella a partir de hoy como Papa Ginés . Por eso la he adoptado como MI CIUDAD. No quiero que sea solo mía, sino la de todos. Pero no solo voy a estar en Jerusalén, el máximo representante de la Cristiandad tiene que predicar la palabra de Dios por el resto del mundo, sobretodo por una Europa que ha perdido la fe después de tantas cruzadas y guerras entre sus Reinos. El abandono de parte de la Iglesia ha sido grande y es mí deber dar ejemplo y volver a poner a buen recaudo el inmenso rebaño que me ha sido entregado.

Esto no quiere decir que no tenga intercambios con otras religiones. En esos paseos siempre pensé que mi primer destino tenía que ser la Meca o Medina. Nuestra rivalidad con el pueblo islámico ha sido muy grande, y todas las cruzadas que ha habido han creado una profunda huella en el sentir de los dos pueblos. Creo que para comenzar esta nueva etapa, los máximos dirigentes tenemos que hacer un gran esfuerzo, para minimizar el dolor producido a lo largo de estos últimos 300 años. Por mi parte no va a quedar ninguna excusa en no intentarlo, y ya he tenido conversaciones con el Sultán de Damasco, máxima autoridad de la iglesia del Islam, para que hagamos juntos la peregrinación a la Meca, y se sienten unas bases de relación entre los dos pueblos.

Ese no es el único paso, en próximos días tendremos reuniones con el Rabino de Jerusalén, para acercar posturas en los diversos temas que tenemos abiertos entre nuestras iglesias. La convivencia en la propia ciudad de Jerusalén es mejor que lo que hay fuera de nuestras fronteras.
Jerusalén ha sido una unión de culturas durante muchos siglos, y esa mezcla de culturas ha hecho que los ciudadanos sepan convivir en paz entre ellos, sin diferenciar la Fe que cada uno confesa. Lo importante son las personas, y en ello la Ciudad de Jerusalén es una pionera y ejemplo a trasmitir al resto del mundo.

Las calles por las que transito han cambiado mucho a lo largo de los siglos. Los conflictos que han tenido lugar en su recinto ha hecho mella es su  fisonomía, y las continuas batallas que han tenido lugar, así como los asedios con destrucciones parciales (o casi totales), además de las nuevas construcciones, han ido cambiando la forma de la ciudad. Pero en cada una de las reconstrucciones se ha intentado mantener el espíritu de la ciudad antigua, en parte por la parte romántica de la historia, y en parte por la parte práctica. Es mucho más fácil reconstruir sobre cimientos que ya están (aprovechando  los materiales que ya se tienen) que volver a construir otra ciudad. La orografía de Jerusalén tampoco ayuda, ya que la cantidad de elevaciones que ella tiene es buena para su defensa, pero malísima para la construcción. En estos recorridos siempre meditaba sobre la grandiosidad de esta ciudad respecto de otras que visite en mi niñez.

La última reconstrucción fue realizada por el hijo de Saladino, al-Aziz Utman produciéndose el primer enfrentamiento con su hermano al-Afdal que terminaría con la guerra civil entre Egipto y Siria a la muerte de Saladino en 1193. 

Cuando paseas por las calles uno percibe la historia que en ella hay, se ha intentado mantener todo lo posible los lugares santos que cada una de las tres religiones  y que en muchos casos han producido enfrentamientos de las facciones más radicales de cada una de las iglesias. La presencia Islámica es la más notoria, con la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al´Aqsa Mosque en el Monte Moría. Dicha construcción data de finales del S VII, cuando cuenta la leyenda que Mahoma ascendió a los cielos desde dicho lugar gracias a la ayuda del Arcangel San Gabriel. 

En dicha explanada se encontraba el Palacio o Templo de Salomón. Según la Biblia, la construcción del Templo de Salomón se realizó en el siglo X a.C., para sustituir el Tabernáculo que durante siglos había sido utilizado como lugar de reunión y para rendirle culto a Dios. Preservaba el Arca de la Alianza, que fue traída a Jerusalén por el rey David. Dicho Templo fue destruido en la época del rey Nabucodonosor II en el año 586 a.C, llevándose cautivos a parte de la población Judía. Se volvió a reconstruir pero en el año 70 d.C el emperador Romano Tito lo volvió a destruir, por las revueltas del pueblo Judio hacia el imperio Romano, por no querer ser Judea provincia de Roma. 

En el año 135 d. c Adriano arraso la ciudad. A partir de entonces la ciudad fue tomando cuerpo gracias a los distintos gobernadores que la provincia de Palestina fue teniendo y que tenía como capital Jerusalén. Después del Emperador Adriano, la presencia Judía fue poco testimonial en la ciudad, los pocos judíos que aun sobrevivieron a la matanza se fueron de Jerusalén y se repartieron por el mundo Romano, esta fue la segunda gran diáspora después de la producida en época de Nabucodonosor II.  La dispersión de judíos por todo el mundo los convirtió en una minoría religiosa y cultural en numerosos reinos, lo cual dio lugar a siglos de convivencia pacífica pero también provocó choques que dieron lugar a persecuciones, matanzas y expulsiones. El pueblo judío necesita volver a Jerusalén (quedaba una pequeña comunidad, que nunca abandono sus raíces y cuyo rabino representa el liderato espiritual de esta religión) y ese es uno de mis proyectos, aprovechar la necesidad de repoblación de las zonas limítrofes de Jerusalén con población judía.

En los casi cinco siglos que Jerusalén fue capital de una provincia Romana, la edificación aumento bastante. En el recinto del Templo de Salomón se construyó una fortificación militar, para desde lo alto de la ciudad poder observar los movimientos que se pudieran realizar contra la ciudad. El recinto estaba amurallado, gracias a los muros del templo. 

La salida a la ciudad vieja se realizaba a través de la Puerta de las Ovejas (hoy todavía no se ha cambiado dicho nombre y data de la época anterior a Jesús) Dicha puerta está situada  en la zona central del muro norte de la fortificación. En el muro Este, existe la Puerta Dorada (que servía para que la caballería saliera rápidamente al exterior del recinto amurallado). En principio debió ser una puerta de acceso al Jardín de Getsemaní, así como entrada de peregrinos en época de festividades. 
La ciudad vieja de la época de Jesús fue bastante conservada gracias a los pobladores que se quedaron tras ser arrasada por el emperador Adriano. Los ciudadanos utilizaron los cimientos ya existentes, para construir nuevos muros y así levantar casas que les cobijarán y sirvieran de viviendas y en algunos casos de negocios. En principio la Ciudad vieja no tenía Murallas, en algunos lados se crearon sin quererlo, debido a la acumulación de escombros no reutilizables y a la orografía del terreno.  Muchas veces el tener varias casas contiguas, y aprovechar muros de una con otras y reforzar estos a lo largo de los años, dio un aspecto de AMURALLADO.

Jerusalén era como todas las ciudades de la época, con calles estrechas y pequeñas, construidas a lo largo de caminos que habían cruzado el asentamiento inicial. En aquella época varios eran los caminos que cruzaban la ciudad y que en un principio salían desde la plaza del Mercado (muy cercana al muro Oeste del Templo de Salomón y jalonada con una fuente que servía de manantial para los ciudadanos, en una época que el agua era un bien escaso y preciado). Las principales vías eran: Camino del Mar Muerto, Camino de Samaria, Camino de Belén, Camino de Jericó, Camino de Jaffa y la Vía Dolorosa.

 A excepción de esta última, las otras formaban entradas a la ciudad, por lo que a lo largo de los años de pertenencia al Imperio Romano se fue construyendo puestos de vigilancia a las entradas de la ciudad por los diversos caminos. De esa forma, fueron tomando forma el concepto de PUERTAS, además de ir reforzando de forma amurallada las casas próximas a ellas. Entre los ciudadanos se les fue dando nombre a las puertas, para poder así reconocerlas mejor.

   * La Puerta de San Esteban, era el principio del Camino a Jericó, además por ella se accedía al Jardín de Getsemaní. Estaba en el lado Este de la Ciudad, a pocos metros de la fortificación del Monte Moria, y se asemejaba a la Torre Antonia de la época de Jesús.

   * La Puerta de las Aguas, era el principio del Camino al Mar Muerto, además se accedía al Monte de los Olivos. Cercana a ella estaba el estanque de Siloé y la fuente de Rogel. Estaba en la parte Sur de la Ciudad.

   * La Puerta de David, en la parte Oeste de la Ciudad. Es la salida hacia el mar mediterráneo, con la ciudad de Jaffa y Ascalón, las mayores ciudades portuarias de Palestina.

   * La Puerta de Belén, como indica su nombre iniciaba el camino hacia Belén, además de acceder al Monte Sion. Estaba situada en la esquina suroeste de la ciudad.

   * La Puerta de Nazaret, situado en la parte central del lado Norte de la ciudad, iniciaba el camino a Samaria, la antigua capital del Reino de Israel.

La ciudad formo parte del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino a partir del S.IV. En aquella época fue una de las cuatro sedes de la cristiandad junto a Constantinopla, Alejandría y Antioquia.

En el año 326, el emperador Constantino I el Grande mandó levantar la Iglesia del Santo Sepulcro, que se constituyó en uno de los principales lugares religiosos del cristianismo. En muchas de mis caminatas termino rezando en ella. Es una Iglesia con mucho misticismo, con años de historia en sus muros y que me produce una paz interior, que me ayuda a resolver muchos de los problemas planteados en el Concilio. La Iglesia permanece todo el día abierta, pero por la noche se cierra durante 4 horas, para poder adecentarla para los oficios y para la visita de los peregrinos que llegan.

El encargado de esto es Simón, un hombrecillo menudo que es un fiel devoto de la virgen María y que se toma su trabajo como una oportunidad divina. Es agradable charlar con él en cualquier momento, además nadie sabe más de la sociedad de Jerusalén como lo que Simón te cuenta. Tengo que pensar, como utilizar su conocimiento para poder establecer relaciones sociales de la Iglesia con la alta nobleza de Jerusalén. Pero ese será otro de los temas a pensar en próximos paseos.

En el año 638 la expansión musulmana ocupó la ciudad, incorporándola al Califato Omeya de Damasco, sustituido posteriormente por el califato Abasí. Entre los años 687 y 691 se construyó la Cúpula de la Roca y en 710 se terminó de erigir la mezquita de Al-Aqsa. Ambos templos se construyeron en el Monte Moria. Una vez la ciudad dejo de pertenecer al Imperio Bizantino la fortificación militar cayo en desuso y solo se utilizó una tercera parte de lo que existía para los nuevos conquistadores. Cuando la ciudad se incorporó al mundo musulmán, establecieron su cuartel general fuera del Monte Moria, en la parte Noreste de la ciudad, entre las puertas de San Esteban y la puerta de Nazaret, junto con la Vía Dolorosa. Reforzaron los muros exteriores y comenzaron a pensar en la ampliación de una Ciudad Nueva, en la parte norte de la Ciudad vieja y en dirección a Damasco, capital del Califato. Donde antes existía una fortificación y debido a su elevación ellos pensaron en edificar sus lugares sagrados. Durante varios siglos Jerusalén estuvo tranquila en cuanto actividad bélica se refiere.

La Ciudad Nueva fue tomando cuerpo durante los últimos 200 años, ya que el número de ciudadanos había aumentado. Dicho crecimiento había sido a lo largo del camino que conducía a Samaría (zona norte de la ciudad), ampliándose el tráfico hacia Nazaret y Damasco. Jerusalén se había convertido en una ciudad bastante cosmopolita, y las peregrinaciones a dicha ciudad habían aumentado. No solo del pueblo musulmán sino de peregrinos cristianos. La convivencia de estas dos culturas había hecho aumentar el florecimiento de la cultura y arte, unido a la cercanía de Damasco, hacia una de las ciudades más ricas de Oriente. Pero el problema de los peregrinos no era Jerusalén, sino el camino que llevaba a ella. Los grupos más radicales se habían situado en muchos de los territorios por donde pasaban los peregrinos más pobres (aquellos que hacían todo el camino por tierra, atravesando Bizancio y todo Antioquia) y aunque circulaban en caravanas eran asaltados por el camino. Muchos de ellos morían en dicha travesía y por ello cada vez eran menos el número de peregrinos terrestres.

Por la vía marítima el precio era más elevado, por lo que era una ruta propia de caballeros y nobles. La perdida de fe entre las clases altas de la cristiandad, así como los piratas del mediterráneo que asaltaban las naves que iban a Jaffa, Ascalón o Acre, había hecho que descendieran también en número. La gran mayoría de la población cristiana veía una pérdida de tiempo la peregrinación a la Ciudad Santa, además de un peligro constante durante el viaje. La decadencia de la Iglesia durante los SIX al XI, estando más pendientes de sus propios beneficios, así como del fin del mundo profetizado en el Apocalipsis de San Juan, aparto a gran población del camino correcto. 

La palabra de Dios había caído en saco roto en la mayoría de la Europa Medieval, y no solo eso, sino que varías corrientes distintas a la cristiana empezaban a germinar. La iglesia tenía que dar un cambio radical a su política, y volver a acercar a los Reinos Cristianos, no solo a sus brazos, sino a la conquista de Jerusalén.

En 1095 el papa Urbano II predicó en el Concilio de Clermont la Primera Cruzada dirigida a recuperar Jerusalén de los musulmanes. En dicha cruzada el Papa dictó una bula, por lo que todos aquellos que acompañaran a los cruzados expiarían todos sus pecados, y alcanzarían la Gloria Eterna. Los espías musulmanes informaron al Califato y la ciudad volvió a fortalecerse. Se crearon dos nuevas puertas entre la muralla de la ciudad vieja y la ciudad nueva. La puerta Nueva (en el extremo más oeste de la muralla), donde se estaba construyendo un nuevo palacio (que más tarde sería el Palacio de la Fe) y la puerta de Herodes a mitad de camino entre la puerta de Nazaret y el extremo este de la muralla. Su salida acercaba al monte Golgota y había bifurcado la Vía Dolorosa. 

Este era uno de mis caminos preferidos. Salir de la iglesia del Santo Sepulcro y subir por la Vía Dolorosa, subir hasta la bifurcación con el camino de Jericó, y tomar a la izquierda para salir de la ciudad vieja por la puerta de Herodes. Entrar en la ciudad nueva, con su esplendor de casas modernas, y su configuración estructurada como tablero de ajedrez. Un barrio de la nueva nobleza musulmana, con casas ya de dos pisos y grandes terrazas, cuyo camino acababa en el monte Golgota, donde la tradición cuenta que fue crucificado nuestro Señor Jesucristo. Las vistas desde ese emplazamiento son magníficas, se alcanza a ver toda la ciudad, y todavía quedan restos y ruinas del Faro mandado construir en el año 1098 para observar el avance de las tropas que quisieran asediar o atacar dicho emplazamiento.

El noble francés Godofredo de Bouillón logró reconquistar la ciudad en 1099, creando el Reino de Jerusalén, del cual su hermano Balduino I fue el primer soberano. Durante los siguientes años la presencia de las Órdenes Militares cristianas fue intermitente en la ciudad, alternado con la presencia de tropas musulmanas. En esta época las fortificaciones fueron muy importantes, tanto dentro como fuera de la Ciudad, ya que eran continuos los enfrentamientos entre ambos bandos. Tras el desastre en los Cuernos de Hattin (1187), el líder de los mamelucos Saladino tomó la ciudad nuevamente ese mismo año y, salvo un pequeño intervalo de nueva dominación cristiana entre 1228 y 1244, los cruzados no volvieron a tomar la ciudad.

La muralla que hoy rodea toda la Ciudad fue terminada el año 1193, año de la muerte de Saladino. Tiene una extensión aproximada de 4,5 km en la zona de la Ciudad Vieja y unos 2,5 km en la zona de la Ciudad Nueva. Su altura varía entre los 5 y 15 m, con un espesor de hasta 3 m. El muro posee 43 torres y once puertas, siete están abiertas y cuatro permanecen selladas. Me gustaría mencionar que una de las puertas que en su día cerró Saladino tiene una historia especial. 

La Puerta Dorada es llamada también la "Puerta de la Misericordia"; de acuerdo a la tradición judía, por esta puerta el Mesías entrará en Jerusalén.

El paseo por la ciudad siempre es interesante, yo prefiero caminar por las mañanas temprano, antes del primer oficio religioso. Las calles están todavía vacías, algún que otro artesano o mercader que está colocando su negocio, tanto en su tienda como en sus puestos ambulantes de la plaza del Mercado. La vida en la ciudades es muy alegre, hay mucho colorido debido a la gran mezcla de cultura que en ella se dan cita. Además el amanecer hace un efecto increíble en las estrechas y angostas calles, lo que hace que según la estación del año por la que pasees te encuentre estampas de distintos colores. Aunque Jerusalén sea una zona desértica el clima varía bastante y eso hace que los contrastes sean magníficos. Son calles increíbles para meditar. Durante todo este último año han sido mis compañeras de viaje, pues he estado casi sin salir de ellas. Pero recorrerlas te llevaba a muchas otras épocas, no solo a la época de Jesús, sino a esos primeros comienzos de la ciudad, a la época de la invasión persa. Las casas parecen que tienen vidas, que contaran lo que en sus muros ha sucedido. La cantidad de asedios que se han producido, la cantidad de destrozos que ha habido. El número de veces que se ha destruido y que de nuevo se ha construido, y todo ello me lo van contando. Así han surgido muchas de las ideas que durante este año he tenido, para ir salvando todos los escollos de la UNIFICACIÓN DE LA IGLESIA.

No solo por la mañana era buena hora, muchas veces después de largas sesiones en el Concilio me apetecía salir a pasear por el atardecer de la ciudad, y ver como se encendían esas antorchas que iluminaban las principales esquinas de la ciudad. Mi figura parecía fantasmagórica según me alejaba de ellas, engrandeciendo la sombra de mi persona. Ese juego de luces me relajaba y me hacía olvidar de todo lo sucedido en las largas sesiones del día. Solía hacer un repaso mental de los avances, así como intentaba encontrar argumentos y ejemplos para los miembros más radicales y obcecados de la unificación. En el concilio había de muchos miembros que no estaban de acuerdo en este camino, y todo su interés era tirar abajo el trabajo de todos los demás. La fatalidad era la cualidad principal de estos miembros, en que todo lo ven mal, difícil y complicado y recordando viejas rencillas del pasado. Además con puntos de vista imposibles de modificar ni de asociar con nuevas ideas o interpretaciones, por lo que estas caminatas servían no solo para despejarme, sino para prepararme mentalmente para la batalla del día siguiente.

Cada 21 días el grupo de miembros del Concilio se tomaba un día de descanso, para que cada grupo pudiera reflexionar cada una de las ponencias que se había llevado a cabo. Cuando había temas complicados o el atasco entre los miembros era grande debido a la gran diferencia interpretativa de los temas, se hacía paradas más prolongadas, siguiendo la  reglamentación del concilio. Cada tres meses el descanso era de 3 días. No estábamos de vacaciones, estábamos cambiando la historia.

Pero no solo caminar me ayudaba a liberar mis ideas y concentrarme en los problemas que surgían. Las oraciones también eran un buen momento para encontrar la paz con uno mismo, y conseguir que el Señor guiara mis pasos en este momento crucial de la Historia. Como cátaro que soy, no rezaba solo según la hora del día que fuera, ya que nuestra costumbre hacía que estuviéramos en perpetuo contacto con Dios y las personas. El lema de Orar y Predicar era la mejor forma de definir el sentimiento Cátaro. Pero cuando el catarismo paso a ser una Orden Mendicante, hubo ciertos cambios que hubo que acometer en nuestras enseñanzas y uno fue el rezo en las "horas canónicas" según la regla de San Benito. Además en el Reglamento del Concilio se especificaba los tiempos de descanso que se tendría, obedeciendo a dichas horas y comidas.

La división del día en siete partes tiene su origen en el Libro de los Salmos de la Biblia, en el que se lee: "Siete veces al día te alabaré", y también se lee "a medianoche me levantaba para darte gracias".
Por eso la distribución del tiempo durante el concilio se resolvió de la siguiente manera,:
  • A las tres de la mañana teníamos Maitines, para después levantarnos con el canto del gallo (rezo de Prima) y desayunar. Hay empezaba la primera sesión del Concilio que duraba aproximadamente unas 2 horas. 
  • Un pequeño descanso a las nueve (que coincidía con la Tercia) para  continuar con la sesión de la mañana, que se alargaba un poquito más de las doce del mediodía, aprovechando para el rezo de Sexta y comer. 
  • Por la tarde solo había una sesión que duraba desde las tres hasta las seis más o menos, juntándose el rezo de Nonas con Vísperas. 
  • En ese momento acababa nuestro trabajo en el Concilio y tocaba preparar el día siguiente, cada uno a su manera. La cena se servía sobre las ocho, y solo quedaba el último rezo de Completas.Este muchas veces le realizaba con mi buen amigo Simón en la Iglesia del Santo Sepulcro, dependiendo del tiempo que tuviera para desplazarme hasta allí. Todo estaba pensado para aprovechar al máximo la luz del día, ya que sino el gasto en velas sería desorbitado.

Por cierto, ese es otro tema del que he dado muchas vueltas durante años, el GASTO DEL CONCILIO. El concilio no fue una reunión de hoy para mañana, durante el último siglo ya se había fomentado la idea de una reunificación entre todas las partes de la iglesia, por lo que se fueron tomando ciertas medidas  para prepararlo con anticipación. Una de ellas fue el Reglamento, pero la más importante tendría que ser la parte de alojamientos y manutención de los casi un millar miembros del consejo. Para que los costos no fueran desorbitados se habían tomado ciertas medidas. Después del Concilio de Avignon de 1332, el Papa Benedicto XII había comprado para la  iglesia varios terrenos a las afueras de la Ciudad, que sirvieran de infraestructura para el Concilio. Dicho Papa ya tenía en mente la Ciudad de Jerusalén como centro universal de la religión Cristiana. Su estancia pues en Avignon no hizo más que refrendarlo. 

Saliendo por la puerta de Belén, a media legua, se compró una granja abandonada que los monjes benedictinos empezaron a poner en marcha. Un pozo ayudó a no solo tener animales, sino plantar lo suficiente para poder ser autónomos. Estamos hablando de casi un millar personas diarias, durante casi seis años, no son cifras pequeñas. Esta granja era de abastecimiento inmediato. La granja madre con su explotación agrícola estaba camino de Ascalón, donde además se había comprado varias naves para captura de pescado en el mediterráneo. Para todo esto la Orden Militar de la Iglesia (unión del Temple, Hospitalarios y Teutónicos), servía de custodia y protección. Se creo toda la infraestructura posible para poder albergar dicho Concilio y que saliera lo mejor posible para los tiempos que corrían en aquella época.

Pero una cosa rondaba sobre mi cabeza estos últimos días, mas que las infraestructuras o la propia coronación, el resultado final. El Concilio terminó con el dictado de la BulaCristiane que decía lo siguiente:

“Tras años de discordia entre las diferentes ramas de la Iglesia Cristiana, el siguiente Canon describe el camino común que a partir de hoy recorrerá la Iglesia Cristiana.

  • La iglesia se organizará en Marcas Eclesiásticas (en el momento de dicho documento el número de Marcas se establecerá en 23) estando al frente de cada una un Cardenal Emérito.
  • El Cardenal Emérito de Jerusalén, ostentará el principado de la Iglesia, con el título de Papa, siendo el representante de la Iglesia Cristiana con los distintos Reinos y Religiones, aunque en todas las reuniones Cardenalicias, su voto sea exactamente del mismo valor que los restantes Cardenales Eméritos.
  • La división de cada Marca se realizara en  Arzobispados, Obispados, Congregaciones y Núcleos.
  • La creación de nuevas Marcas, estará sujeta al aumento en demasía de feligreses en antiguos territorios o  la incorporación de otros nuevos.
  • La reunión de todas la Cristiandad sobre una única Iglesia conlleva el esfuerzo de todos, así como el fin de todas las rencillas y hostilidades existentes. Por lo tanto todas las excomuniones que hasta la fecha existían quedan derogadas a partir de la publicación de esta bula.
  • El asunto “filioque” que durante tantos años a separado a las iglesias de Oriente y Occidente, queda reducido a la existencia de la “SANTISIMA TRINIDA, PADRE,  HIJO y ESPIRITU SANTO”, la linealidad o triangularidad entre la Santísima trinidad queda derogada.
  • Los Sacramentos se establecen en tres, Bautismo, eucaristía  y últimas voluntades.
  • A partir de estos momentos, la iconografía será la ciencia que estudia el origen y la formación de las imágenes, las relaciones de las mismas con lo alegórico y/o simbólico, así como sus respectivas identificaciones por medio de los atributos que casi siempre las acompañan. Por lo que cada Marca Eclesiástica tendrá la decisión sobre dicho tema, al ser tan diferente la naturaleza de los feligreses de cada una de ellas.
  • La Cruz donde Cristo fue crucificado es un  símbolo de unión para toda la Iglesia Cristiana, símbolo de diferenciación de las Iglesias de otros edificios, así como de los miembros pertenecientes.
  • El celibato de los miembros de la iglesia se restringirá a aquellos que tengan puestos relevantes en las Marcas, Arzobispados y Obispados. Los miembros pertenecientes a Congregaciones y Núcleos podrán estar casados. Si alguno de estos miembros deseara ascender dentro del Camino Eclesiástico, tendría que seguir las disposiciones relativas a este punto que se adhieren a esta bula.
  • El papel de la mujer se ve incrementado con la posibilidad de impartir los sacramentos, si la falta de varón cualificado fuera necesario. La igualdad entre hombre y mujer en la sociedad tiene que ser necesaria y la Iglesia se compromete en años venideros a confirmarlo con la elección de sacerdotes y obispos como primer paso
  • Solo existiría una única Orden Militar de la Iglesia.
  • El Gran Maestre de la Orden será el Papa, delegando en el Lord Canciller en asuntos militares.
  • Se reafirma la aprobación en Concilio de Lyon de 1274 sobre restringir las órdenes mendicantes a: dominicos, franciscanos, agustinos, cátaros y carmelitas. La Regla Monacal es revisada.
  • Creación de una Comisión para el estudio de as Órdenes Religiosas No Mendicantes y la utilización que hace de sus bienes.
  • Derogación de la Bula que impedía a los Reinos cobrar impuestos a la Iglesia. Se firmarán acuerdo, donde se le facilitarán el inventario de bienes y la cuantía a pagar anual. Canon dedicado a describir la cuantía respecto a los bienes, que sea uniforme para todos los Reinos. 

Firmado el 25 Enero de 1388”


Cada vez que lo leo me emocionó más, pero antes de continuar con mi ceremonia de proclamación quiero que sepáis como se ha podido conseguir este grandísimo paso. A Simón se lo fui contando poco a poco, pero es el momento de entenderlo desde el principio. No era cuestión de un Concilio, de un par de años de reuniones, ha sido más de siglo y medio de trabajo. Muchas veces con mucha fortuna, otra con trabajo de campo, pero siempre persiguiendo el mismo objetivo. La suerte es mi familia, una familia obstinada y visionaría, que no ha descansado en conseguir algo que parecía imposible. Es hora de ver que es lo que sucedió y que mejor que seguir el libro de mi familia. Por eso esta mañana he madrugado y me he presentado donde Simón, para que entienda el final de tan magnifica historia. 

Aquí tienen una vida increíble, la de mi antepasado Pierre de Brel.

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