Estamos en el año del señor de 1388, en el Palacio de la
Fe de Jerusalén, y mi nombre es Romain
de Marival. Nada tendría importancia dicho de esta forma, pero hoy 29 de
febrero de dicho año, tomo posesión en el trono de San Pedro como Ginés, el
primer papa Cátaro.
Son muchas las vicisitudes que hemos atravesado a lo
largo de estos años, no solo mi hermandad, la Orden Mendicante de los Hombres
Buenos, sino toda la iglesia en general. Hoy por fin acaba una lucha entre
hermanos, por el poder y legado de nuestro señor Jesucristo. Después de
Concilios en el seno de nuestra iglesia, y de años de debates sobre la palabra
y obra de nuestro señor, así como la interpretación de nuestro libro sagrado
“La Biblia”. Parece que por fin la Cristiandad caminará junta . Todas y cada
una de las escisiones que ha habido a lo largo de estos años, así como las
ordenes y hermandades creadas, han resuelto en el Ultimo Concilio de Jerusalén
que a partir de hoy la palabra CRISTIANO sea única e indivisible. La IGLESIA
CRISTIANA la representante de Dios en la tierra, que lleve la palabra a todos
los rincones del mundo conocido y por conocer.
Me siento con una responsabilidad enorme, soy el primer
Papa que aglutina todo el poder de Dios, y por ello mi trabajo será mayor de lo
que uno pueda pensar. Han sido varios años de largas negociaciones, recrudecidas en
el último año en el Concilio, desde que
el papa Clemente VII lo convoco a principios de verano de 1382. A el asistimos
32 cardenales, 425 obispos, 372 abades y priores, los cuales
discutimos como poner a buen recaudo el legado de Cristo. La tarea no ha sido
fácil, habían sido casi trece siglos, años de desavenencias, y no se podía
arreglar todo en unas cuantas sesiones. Cada uno de los participantes tenia no
solo que estudiar los Canones que de él se iba a sacar, sino que tenía que
consultarlo con sus respectivas sociedades. Un trabajo difícil, en un mundo
donde las distancias eran difíciles de recorrer.
La infraestructura fue grande para el tiempo que corría,
hubo que adecentar y habilitar escenarios para tantas reuniones, crear
comisiones pequeñas que fueran estudiando pequeños puntos que agilizaran y
dieran operatividad a las reuniones. Lo primero que tuvimos que crear fue una
reglamentación para el funcionamiento del Concilio (en la cual yo estuve
presente), ya que el Papa había dictado un único punto en la convocatoria de
dicho Concilio:
UNIFICACIÓN DE LA IGLESIA CRISTIANA
Hoy que voy a ser coronado Papa, veo al Papa Clemente VII
como un visionario. Nunca se le valorará lo suficiente, la capacidad que tuvo
para comprender la necesidad que había de esta reunificación. Durante años
había habido intentos de reforma en la Iglesia, pero en cada uno de esos
movimientos, siempre aparecía una nueva escisión. El paso no era una reforma,
sino una nueva REFUNDACIÓN, con la participación de todos los elementos que
componían o decían componer el legado de DIOS. Le damos gracias a él por
llevarnos por el camino correcto, y por conseguir que este legado quede a buen
recaudo para generaciones venideras. No
ha sido fácil y por eso la obra que hoy comienza será más valorada.
No solo hoy empieza una nueva Iglesia Cristiana,
sino que también empiezan dos momentos históricos importantes.
El primero el
traslado de la sede de la iglesia de Roma a Jerusalén. La ciudad del Vaticano
(con la basílica de San Pedro y el Palacio de Letrán a la cabeza), pasarán a
ser un espacio administrativo de la nueva iglesia, además de servir como
Universidad para el aprendizaje de nuestros miembros, e intercambio de cultura
y conocimiento con otras ideologías.
Este es el segundo avance, la relación con
Judíos y Musulmanes. Desde hoy, Jerusalén será el centro de la Fe, donde los
representantes de cada una de las tres religiones, vivirán en perfecta armonía,
para que el resto de fieles comprueben que es posible la convivencia entre
estas tres sociedades. Con ello, todas las guerras y atrocidades que en nombre
de la religión se han cometido quedarán olvidadas y esperemos que sirvan de
lección para siglos venideros, para que cada uno sea libre de poder vivir según
los mandamientos de su religión sin por ello ofender al resto.
El Palacio de la Fe, es una magnífica obra arquitectónica
que ha cuidado la idea que cada una de las religiones tiene de la Ciudad Santa.
En él se han complementado el espacio para albergar una Catedral, una Sinagoga
y una Mezquita, confluyendo diversos estilos (fruto de este estilo es el Renacimiento que se está produciendo en toda
Europa)
Muchas son las cosas
iré contando a lo largo de mi historia, una vida que no ha sido fácil. Pensarán
que como al final se consiguió esta reunificación, como todos los EGOS que
estaban presentes en la Iglesia, así como todas las intrigas, poderes, se
vieron al final reducidos para poder caminar por fin todos juntos. Ha sido un proceso continuo, en el que mi
familia ha jugado un papel clave en este desenlace de la historia. Pero sobre
todo un poco de fortuna, esa suerte que siempre hay que tener de estar en el
sitio adecuado en el momento adecuado, y luego luchar por lo que crees con
todas tus fuerzas. Uno siempre falla en lo que no intenta.
Mi familia siempre creyó, que los cristianos podíamos
estar unidos en una sola iglesia, aunque las interpretaciones que cada orden o
hermandad hiciera de las Santas Escrituras, no fueran las mismas. Era solo una
interpretación, pero teníamos claro que la palabra del señor era la misma para
todos, y eso no podía perderse. Ya era difícil que los doce apóstoles se
pusieran de acuerdo cuando Jesucristo vivió, más difícil tenía que ser una vez
muerto. Cada uno vivió las experiencias de esos años en sus propias carnes de
forma diferente, por lo que la forma de explicarlo en sus escritos tenía que
ser de igual forma diferente. Pero además no todos estaban con él las 24 horas
del día para ver por propia experiencia, todos los sucesos que se
desencadenaron en su vida. La mayoría no asistió a ellos y solamente sabe de
ellos de oídas, y como ocurre con todas estas cosas, el boca a boca va cambiando
el curso de la historia.
En una de las alocuciones que hice en el Concilio de
Jerusalén, puse un ejemplo. Todos los discípulos de Jesucristo que asistieron a
la última cena, todos se sentaron a la mesa y compartieron los alimentos que
estaban en ella. De todos es sabido que
en cualquier reunión familiar todos queremos sentarnos al lado del mas
protagonista de la familia, y en este caso sucedería lo mismo. Todos querían
sentarse al lado de Jesús. No nos ha llegado ningún documento de enfados ni
riñas por la colocación que hubo ese día. Seguro que si todos hubieran escrito
esa misma noche unas líneas sobre cómo se sintieron por la colocación que
tuvieron, más de uno hablaría mal de alguno de los otros. Pasa en nuestras
familias, y nos queremos mucho, somos sangre de nuestra sangre, como no iba a
pasar con los discípulos.
Y algo más, ¿nadie se movió en toda la cena de su
sitio?, voy a utilizar una expresión
aragonesa que maneja mucho el Cardenal de Zaragoza en este Concilio, cuando
alguien se cambia de sitio por que algún miembro estaba fuera o enfermo, “quien
fue a Sevilla perdió su silla”. No creemos que durante la cena, por
obligaciones personales no hubo discípulos que se cambiaron de silla y esto
molesto a alguno de los compañeros. Sabemos que eso ocurre muy a menudo y por
qué no iba a suceder en esa cena. Eso haría tener problemas entre los propios
discípulos, y crear pequeñas enemistades, que seguro que ya venían de lejos.
Por eso, no podemos saber a ciencia cierta cómo se
colocaron los apóstoles en esa cena, ni como se movieron durante ellas. Pues lo
mismo pasa con los textos que ellos escribieron. La connotación que dieron a
sus líneas siempre fue en beneficio de cada uno de ellos, pues eran personas de
carne y hueso. ¿No quería Pedro muchísimo a Jesús? Entonces, ¿por que le negó tres veces? sencillo porque
era Humano. Esa es la idea que tenemos que obtener, no podemos batallar en
textos escritos por seres normales, que vivieron situaciones que en muchos
momentos estarían fuera de su conocimiento y raciocinio, y que con los años
seguro que exageraron o menguaron a su interés.
De lo que sí que tenemos que quedarnos es con las
enseñanzas, con la idea, y sobre ella construir un RELIGION común a todos los
cristianos.
Hoy es un día feliz, mi coronación va a cambiar el
curso de la historia, voy a ser el Primer Papa Cristiano, por unanimidad, con
la unión de todos bajo una sola iglesia. Pero además en esta coronación estarán
representantes de las religiones Judía y Musulmana, por primera vez en la historia.
Es de agradecer el esfuerzo que estas comunidades van a realizar en un día como
hoy, para que el futuro tenga esperanza para todos. Que esta buena relación
existente hoy perdure en siglos venideros, y que la diferencia que tenemos en
cuanto a nuestra FE, no impida que podamos convivir en este mundo. Además esto
nos hará avanzar en cuanto a conocimientos tanto académicos, como científicos,
así como avances en los más diversos campos de la industria que en estos
momentos está floreciendo por toda Europa y Asia.
La ceremonia quiero que sea lo más sencilla posible, la
finalización del Concilio coincidió con la muerte del Papa Clemente VII, por lo
que se convirtió en un Conclave para la elección del nuevo Papa. Mis
habilidades como diplomático durante estos años, el conocimiento de las leyes y
de los diversos Concilios que se habían producido, así como el afán de trabajo
demostrado en estos años hicieron que mi candidatura fuera tomando peso entre
los miembros del Conclave. Cuando me propusieron para el cargo no caía en mi
asombro, era una persona relativamente joven para los Papas que había habido.
Ya había comenzado el Concilio con una edad bastante jovial (42 años
exactamente). Que fuera propuesto no entraba en las apuestas de nadie. Mas
sobre todo cuando en la primera votación fui elegido por unanimidad. Pero siempre lo tuve claro,
no puedes decir una cosa y hacer otra. Hay que predicar con el ejemplo. Por eso
hoy estamos reunidos en el Palacio de Jerusalén una pequeña representación de
las órdenes y hermandades, así como embajadas de las religiones amigas y reinos
limítrofes. La religión Cristiana tiene que dar un paso adelante, y ese paso
consiste en acercarse más a los necesitados y alejarnos del poder de los
Reinos. La iglesia Cristiana tiene que ser independiente de los Reinos
existentes, y tener acuerdos diplomáticos con cada uno de ellos para poder
predicar la palabra de Cristo en sus territorios, así como poder tener lugares
de reunión y oración con nuestros feligreses, así como poder realizar los sacramentos
recopilados en las santas escrituras.
No por ello la nueva Iglesia Cristiana, quiere una
dependencia con nadie, deseamos que si existe esta relación sea por qué se está
totalmente convencido de la palabra de Cristo y no del poder que detrás de él
pueda aparecer, como intereses sociales, políticos o económicos, a través de
las clases sociales que participen de nuestra Fe. Esto hará que el número de posesiones materiales se vea
reducida, y también el poder económico de la iglesia, pero necesitamos
recuperar almas cristianas, en estos momentos que hay una caída de la creencia
de las personas, nuestra fuerza tiene que ser esta,
LA FE
El camino
tiene que ser austeridad de las clases gobernantes de la iglesia, ayudar y
escuchar a los más necesitados, propagar la palabra de Dios entre la población,
estar mucho más cercanos a las personas. Muchas de estas ideas me han ido surgiendo a lo largo de
todos estos años que he pasado en la Ciudad de Jerusalén, recorriendo sus
calles infinidad de veces. Es mucho el tiempo que ha durado el Concilio, y por
lo tanto, la considero ya mi ciudad. Pero encima voy a vivir en ella a partir
de hoy como Papa Ginés . Por eso la he adoptado como MI CIUDAD. No quiero que
sea solo mía, sino la de todos. Pero no solo voy a estar en Jerusalén, el
máximo representante de la Cristiandad tiene que predicar la palabra de Dios
por el resto del mundo, sobretodo por una Europa que ha perdido la fe después
de tantas cruzadas y guerras entre sus Reinos. El abandono de parte de la
Iglesia ha sido grande y es mí deber dar ejemplo y volver a poner a buen
recaudo el inmenso rebaño que me ha sido entregado.
Esto no quiere decir que no tenga intercambios con
otras religiones. En esos paseos siempre pensé que mi primer destino tenía que
ser la Meca o Medina. Nuestra rivalidad con el pueblo islámico ha sido muy
grande, y todas las cruzadas que ha habido han creado una profunda huella en el
sentir de los dos pueblos. Creo que para comenzar esta nueva etapa, los máximos
dirigentes tenemos que hacer un gran esfuerzo, para minimizar el dolor
producido a lo largo de estos últimos 300 años. Por mi parte no va a quedar
ninguna excusa en no intentarlo, y ya he tenido conversaciones con el Sultán de
Damasco, máxima autoridad de la iglesia del Islam, para que hagamos juntos la
peregrinación a la Meca, y se sienten unas bases de relación entre los dos
pueblos.
Ese no es el único paso, en próximos días tendremos
reuniones con el Rabino de Jerusalén, para acercar posturas en los diversos temas
que tenemos abiertos entre nuestras iglesias. La convivencia en la propia
ciudad de Jerusalén es mejor que lo que hay fuera de nuestras fronteras.
Jerusalén ha sido una unión de culturas durante muchos
siglos, y esa mezcla de culturas ha hecho que los ciudadanos sepan convivir en
paz entre ellos, sin diferenciar la Fe que cada uno confesa. Lo importante son
las personas, y en ello la Ciudad de Jerusalén es una pionera y ejemplo a
trasmitir al resto del mundo.
Las calles por las que transito han cambiado mucho a lo
largo de los siglos. Los conflictos que han tenido lugar en su recinto ha hecho
mella es su fisonomía, y las continuas
batallas que han tenido lugar, así como los asedios con destrucciones parciales
(o casi totales), además de las nuevas construcciones, han ido cambiando la
forma de la ciudad. Pero en cada una de las reconstrucciones se ha intentado
mantener el espíritu de la ciudad antigua, en parte por la parte romántica de
la historia, y en parte por la parte práctica. Es mucho más fácil reconstruir
sobre cimientos que ya están (aprovechando
los materiales que ya se tienen) que volver a construir otra ciudad. La
orografía de Jerusalén tampoco ayuda, ya que la cantidad de elevaciones que
ella tiene es buena para su defensa, pero malísima para la construcción. En
estos recorridos siempre meditaba sobre la grandiosidad de esta ciudad respecto
de otras que visite en mi niñez.
La última reconstrucción fue realizada por el hijo de
Saladino, al-Aziz Utman produciéndose el primer enfrentamiento con su hermano
al-Afdal que terminaría con la guerra civil entre Egipto y Siria a la
muerte de Saladino en 1193.
Cuando paseas por las calles uno percibe la
historia que en ella hay, se ha intentado mantener todo lo posible los lugares
santos que cada una de las tres religiones
y que en muchos casos han producido enfrentamientos de las facciones más
radicales de cada una de las iglesias. La presencia Islámica es la más notoria,
con la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al´Aqsa Mosque en el Monte Moría. Dicha
construcción data de finales del S VII, cuando cuenta la leyenda que Mahoma
ascendió a los cielos desde dicho lugar gracias a la ayuda del Arcangel San
Gabriel.
En dicha explanada se encontraba el Palacio o Templo de Salomón. Según
la Biblia, la construcción del Templo de Salomón se realizó en el siglo X
a.C., para sustituir el Tabernáculo que durante siglos había sido
utilizado como lugar de reunión y para rendirle culto a Dios. Preservaba
el Arca de la Alianza, que fue traída a Jerusalén por el rey David.
Dicho Templo fue destruido en la época del rey Nabucodonosor II en el año 586
a.C, llevándose cautivos a parte de la población Judía. Se volvió a reconstruir
pero en el año 70 d.C el emperador Romano Tito lo volvió a destruir, por las
revueltas del pueblo Judio hacia el imperio Romano, por no querer ser Judea
provincia de Roma.
En el año 135 d. c Adriano arraso la ciudad. A partir de
entonces la ciudad fue tomando cuerpo gracias a los distintos gobernadores que
la provincia de Palestina fue teniendo y que tenía como capital Jerusalén. Después del Emperador Adriano, la presencia
Judía fue poco testimonial en la ciudad, los pocos judíos que aun sobrevivieron
a la matanza se fueron de Jerusalén y se repartieron por el mundo Romano, esta
fue la segunda gran diáspora después de la producida en época de Nabucodonosor
II. La dispersión de judíos por todo el
mundo los convirtió en una minoría religiosa y cultural en numerosos reinos, lo
cual dio lugar a siglos de convivencia pacífica pero también provocó choques
que dieron lugar a persecuciones, matanzas y expulsiones. El pueblo judío
necesita volver a Jerusalén (quedaba una pequeña comunidad, que nunca abandono
sus raíces y cuyo rabino representa el liderato espiritual de esta religión) y
ese es uno de mis proyectos, aprovechar la necesidad de repoblación de las
zonas limítrofes de Jerusalén con población judía.
En los casi cinco siglos que Jerusalén fue capital de una
provincia Romana, la edificación aumento bastante. En el recinto del Templo de
Salomón se construyó una fortificación militar, para desde lo alto de la ciudad
poder observar los movimientos que se pudieran realizar contra la ciudad. El
recinto estaba amurallado, gracias a los muros del templo.
La salida a la
ciudad vieja se realizaba a través de la Puerta de las Ovejas (hoy todavía no
se ha cambiado dicho nombre y data de la época anterior a Jesús) Dicha puerta
está situada en la zona central del muro
norte de la fortificación. En el muro Este, existe la Puerta Dorada (que servía
para que la caballería saliera rápidamente al exterior del recinto amurallado).
En principio debió ser una puerta de acceso al Jardín de Getsemaní, así como
entrada de peregrinos en época de festividades.
La ciudad vieja de la época de Jesús fue bastante
conservada gracias a los pobladores que se quedaron tras ser arrasada por el
emperador Adriano. Los ciudadanos utilizaron los cimientos ya existentes, para
construir nuevos muros y así levantar casas que les cobijarán y sirvieran de
viviendas y en algunos casos de negocios. En principio la Ciudad vieja no tenía
Murallas, en algunos lados se crearon sin quererlo, debido a la acumulación de
escombros no reutilizables y a la orografía del terreno. Muchas veces el tener varias casas contiguas,
y aprovechar muros de una con otras y reforzar estos a lo largo de los años,
dio un aspecto de AMURALLADO.
Jerusalén era como todas las ciudades de la época, con
calles estrechas y pequeñas, construidas a lo largo de caminos que habían
cruzado el asentamiento inicial. En aquella época varios eran los caminos que
cruzaban la ciudad y que en un principio salían desde la plaza del Mercado (muy
cercana al muro Oeste del Templo de Salomón y jalonada con una fuente que
servía de manantial para los ciudadanos, en una época que el agua era un bien
escaso y preciado). Las principales vías eran: Camino del Mar Muerto, Camino de Samaria, Camino de
Belén, Camino de Jericó, Camino de Jaffa y la Vía Dolorosa.
A excepción de
esta última, las otras formaban entradas a la ciudad, por lo que a lo largo de
los años de pertenencia al Imperio Romano se fue construyendo puestos de
vigilancia a las entradas de la ciudad por los diversos caminos. De esa forma,
fueron tomando forma el concepto de PUERTAS, además de ir reforzando de forma
amurallada las casas próximas a ellas. Entre los ciudadanos se les fue dando
nombre a las puertas, para poder así reconocerlas mejor.
* La Puerta de San Esteban, era el principio del Camino a
Jericó, además por ella se accedía al Jardín de Getsemaní. Estaba en el lado
Este de la Ciudad, a pocos metros de la fortificación del Monte Moria, y se
asemejaba a la Torre Antonia de la época de Jesús.
* La Puerta de las Aguas, era el principio del Camino al
Mar Muerto, además se accedía al Monte de los Olivos. Cercana a ella estaba el
estanque de Siloé y la fuente de Rogel. Estaba en la parte Sur de la Ciudad.
* La Puerta de
David, en la parte Oeste de la Ciudad. Es la salida hacia el mar mediterráneo,
con la ciudad de Jaffa y Ascalón, las mayores ciudades portuarias de Palestina.
* La Puerta de
Belén, como indica su nombre iniciaba el camino hacia Belén, además de acceder
al Monte Sion. Estaba situada en la esquina suroeste de la ciudad.
* La Puerta de
Nazaret, situado en la parte central del lado Norte de la ciudad, iniciaba el
camino a Samaria, la antigua capital del Reino de Israel.
La ciudad formo parte del Imperio romano de Oriente o
Imperio bizantino a partir del S.IV. En aquella época fue una de las cuatro
sedes de la cristiandad junto a Constantinopla, Alejandría y Antioquia.
En el año 326, el
emperador Constantino I el Grande mandó levantar la Iglesia del Santo Sepulcro,
que se constituyó en uno de los principales lugares religiosos del
cristianismo. En muchas de mis caminatas termino rezando en ella. Es una
Iglesia con mucho misticismo, con años de historia en sus muros y que me
produce una paz interior, que me ayuda a resolver muchos de los problemas
planteados en el Concilio. La Iglesia permanece todo el día abierta, pero por
la noche se cierra durante 4 horas, para poder adecentarla para los oficios y
para la visita de los peregrinos que llegan.
El encargado de
esto es Simón, un hombrecillo menudo que es un fiel devoto de la virgen María y
que se toma su trabajo como una oportunidad divina. Es agradable charlar con él
en cualquier momento, además nadie sabe más de la sociedad de Jerusalén como lo
que Simón te cuenta. Tengo que pensar, como utilizar su conocimiento para poder
establecer relaciones sociales de la Iglesia con la alta nobleza de Jerusalén. Pero
ese será otro de los temas a pensar en próximos paseos.
En el año 638 la expansión musulmana ocupó la ciudad,
incorporándola al Califato Omeya de Damasco, sustituido posteriormente por el
califato Abasí. Entre los años 687 y 691 se construyó la Cúpula de la Roca y en
710 se terminó de erigir la mezquita de Al-Aqsa. Ambos templos se construyeron
en el Monte Moria. Una vez la ciudad dejo de pertenecer al Imperio Bizantino la
fortificación militar cayo en desuso y solo se utilizó una tercera parte de lo que
existía para los nuevos conquistadores. Cuando la ciudad se incorporó al mundo
musulmán, establecieron su cuartel general fuera del Monte Moria, en la parte
Noreste de la ciudad, entre las puertas de San Esteban y la puerta de Nazaret,
junto con la Vía Dolorosa. Reforzaron los muros exteriores y comenzaron a
pensar en la ampliación de una Ciudad Nueva, en la parte norte de la Ciudad
vieja y en dirección a Damasco, capital del Califato. Donde antes existía una
fortificación y debido a su elevación ellos pensaron en edificar sus lugares
sagrados. Durante varios siglos Jerusalén estuvo tranquila en cuanto actividad
bélica se refiere.
La Ciudad Nueva fue tomando cuerpo durante los últimos
200 años, ya que el número de ciudadanos había aumentado. Dicho crecimiento
había sido a lo largo del camino que conducía a Samaría (zona norte de la
ciudad), ampliándose el tráfico hacia Nazaret y Damasco. Jerusalén se había
convertido en una ciudad bastante cosmopolita, y las peregrinaciones a dicha
ciudad habían aumentado. No solo del pueblo musulmán sino de peregrinos
cristianos. La convivencia de estas dos culturas había hecho aumentar el
florecimiento de la cultura y arte, unido a la cercanía de Damasco, hacia una
de las ciudades más ricas de Oriente. Pero el problema de los peregrinos no era
Jerusalén, sino el camino que llevaba a ella. Los grupos más radicales se
habían situado en muchos de los territorios por donde pasaban los peregrinos
más pobres (aquellos que hacían todo el camino por tierra, atravesando Bizancio
y todo Antioquia) y aunque circulaban en caravanas eran asaltados por el
camino. Muchos de ellos morían en dicha travesía y por ello cada vez eran menos
el número de peregrinos terrestres.
Por la vía marítima el precio era más
elevado, por lo que era una ruta propia de caballeros y nobles. La perdida
de fe entre las clases altas de la cristiandad, así como los piratas del
mediterráneo que asaltaban las naves que iban a Jaffa, Ascalón o Acre, había
hecho que descendieran también en número. La gran mayoría de la población
cristiana veía una pérdida de tiempo la peregrinación a la Ciudad Santa, además
de un peligro constante durante el viaje. La decadencia de la Iglesia durante
los SIX al XI, estando más pendientes de sus propios beneficios, así como del fin
del mundo profetizado en el Apocalipsis de San Juan, aparto a gran población
del camino correcto.
La palabra de Dios había caído en saco roto en la mayoría
de la Europa Medieval, y no solo eso, sino que varías corrientes distintas a la
cristiana empezaban a germinar. La iglesia tenía que dar un cambio radical a su
política, y volver a acercar a los Reinos Cristianos, no solo a sus brazos,
sino a la conquista de Jerusalén.
En 1095 el papa Urbano II predicó en el Concilio de
Clermont la Primera Cruzada dirigida a recuperar Jerusalén de los musulmanes.
En dicha cruzada el Papa dictó una bula, por lo que todos aquellos que
acompañaran a los cruzados expiarían todos sus pecados, y alcanzarían la Gloria
Eterna. Los espías musulmanes informaron al Califato y la ciudad volvió a
fortalecerse. Se crearon dos nuevas puertas entre la muralla de la ciudad vieja
y la ciudad nueva. La puerta Nueva (en el extremo más oeste de la muralla),
donde se estaba construyendo un nuevo palacio (que más tarde sería el Palacio
de la Fe) y la puerta de Herodes a mitad de camino entre la puerta de Nazaret y
el extremo este de la muralla. Su salida acercaba al monte Golgota y había
bifurcado la Vía Dolorosa.
Este era uno de mis caminos preferidos. Salir de la
iglesia del Santo Sepulcro y subir por la Vía Dolorosa, subir hasta la
bifurcación con el camino de Jericó, y tomar a la izquierda para salir de la
ciudad vieja por la puerta de Herodes. Entrar en la ciudad nueva, con su
esplendor de casas modernas, y su configuración estructurada como tablero de
ajedrez. Un barrio de la nueva nobleza musulmana, con casas ya de dos pisos y
grandes terrazas, cuyo camino acababa en el monte Golgota, donde la tradición
cuenta que fue crucificado nuestro Señor Jesucristo. Las vistas desde ese
emplazamiento son magníficas, se alcanza a ver toda la ciudad, y todavía quedan
restos y ruinas del Faro mandado construir en el año 1098 para observar el
avance de las tropas que quisieran asediar o atacar dicho emplazamiento.
El noble francés Godofredo de Bouillón logró reconquistar
la ciudad en 1099, creando el Reino de Jerusalén, del cual su hermano Balduino
I fue el primer soberano. Durante los siguientes años la presencia de las
Órdenes Militares cristianas fue intermitente en la ciudad, alternado con la
presencia de tropas musulmanas. En esta época las fortificaciones fueron muy
importantes, tanto dentro como fuera de la Ciudad, ya que eran continuos los
enfrentamientos entre ambos bandos. Tras el desastre en los Cuernos de Hattin
(1187), el líder de los mamelucos Saladino tomó la ciudad nuevamente ese mismo
año y, salvo un pequeño intervalo de nueva dominación cristiana entre 1228 y
1244, los cruzados no volvieron a tomar la ciudad.
La muralla que hoy rodea toda la Ciudad fue terminada el
año 1193, año de la muerte de Saladino. Tiene una extensión aproximada de 4,5
km en la zona de la Ciudad Vieja y unos 2,5 km en la zona de la Ciudad Nueva.
Su altura varía entre los 5 y 15 m, con un espesor de hasta 3 m. El muro posee
43 torres y once puertas, siete están abiertas y cuatro permanecen selladas. Me
gustaría mencionar que una de las puertas que en su día cerró Saladino tiene
una historia especial.
La Puerta Dorada es llamada también la "Puerta de
la Misericordia"; de acuerdo a la tradición judía, por esta puerta el
Mesías entrará en Jerusalén.
El paseo por la ciudad siempre es interesante, yo
prefiero caminar por las mañanas temprano, antes del primer oficio religioso.
Las calles están todavía vacías, algún que otro artesano o mercader que está
colocando su negocio, tanto en su tienda como en sus puestos ambulantes de la
plaza del Mercado. La vida en la ciudades es muy alegre, hay mucho colorido debido
a la gran mezcla de cultura que en ella se dan cita. Además el amanecer hace un
efecto increíble en las estrechas y angostas calles, lo que hace que según la
estación del año por la que pasees te encuentre estampas de distintos colores.
Aunque Jerusalén sea una zona desértica el clima varía bastante y eso hace que
los contrastes sean magníficos. Son calles increíbles para meditar. Durante
todo este último año han sido mis compañeras de viaje, pues he estado casi sin
salir de ellas. Pero recorrerlas te llevaba a muchas otras épocas, no solo a la
época de Jesús, sino a esos primeros comienzos de la ciudad, a la época de la invasión
persa. Las casas parecen que tienen vidas, que contaran lo que en sus muros ha
sucedido. La cantidad de asedios que se han producido, la cantidad de destrozos
que ha habido. El número de veces que se ha destruido y que de nuevo se ha
construido, y todo ello me lo van contando. Así han surgido muchas de las ideas
que durante este año he tenido, para ir salvando todos los escollos de la
UNIFICACIÓN DE LA IGLESIA.
No solo por la mañana era buena hora, muchas veces
después de largas sesiones en el Concilio me apetecía salir a pasear por el
atardecer de la ciudad, y ver como se encendían esas antorchas que iluminaban
las principales esquinas de la ciudad. Mi figura parecía fantasmagórica según
me alejaba de ellas, engrandeciendo la sombra de mi persona. Ese juego de luces
me relajaba y me hacía olvidar de todo lo sucedido en las largas sesiones del
día. Solía hacer un repaso mental de los avances, así como intentaba encontrar
argumentos y ejemplos para los miembros más radicales y obcecados de la unificación.
En el concilio había de muchos miembros que no estaban de acuerdo en este
camino, y todo su interés era tirar abajo el trabajo de todos los demás. La
fatalidad era la cualidad principal de estos miembros, en que todo lo ven mal,
difícil y complicado y recordando viejas rencillas del pasado. Además con
puntos de vista imposibles de modificar ni de asociar con nuevas ideas o
interpretaciones, por lo que estas caminatas servían no solo para despejarme,
sino para prepararme mentalmente para la batalla del día siguiente.
Cada 21 días el grupo de miembros del Concilio se tomaba
un día de descanso, para que cada grupo pudiera reflexionar cada una de las
ponencias que se había llevado a cabo. Cuando había temas complicados o el
atasco entre los miembros era grande debido a la gran diferencia interpretativa
de los temas, se hacía paradas más prolongadas, siguiendo la reglamentación del concilio. Cada tres meses
el descanso era de 3 días. No estábamos de vacaciones, estábamos cambiando la
historia.
Pero no solo caminar me ayudaba a liberar mis ideas y
concentrarme en los problemas que surgían. Las oraciones también eran un buen
momento para encontrar la paz con uno mismo, y conseguir que el Señor guiara
mis pasos en este momento crucial de la Historia. Como cátaro que soy, no
rezaba solo según la hora del día que fuera, ya que nuestra costumbre hacía que
estuviéramos en perpetuo contacto con Dios y las personas. El lema de Orar y
Predicar era la mejor forma de definir el sentimiento Cátaro. Pero cuando el
catarismo paso a ser una Orden Mendicante, hubo ciertos cambios que hubo que
acometer en nuestras enseñanzas y uno fue el rezo en las "horas
canónicas" según la regla de San Benito. Además en el Reglamento del
Concilio se especificaba los tiempos de descanso que se tendría, obedeciendo a
dichas horas y comidas.
La división del día en siete partes tiene su origen en
el Libro de los Salmos de la Biblia, en el que se lee:
"Siete veces al día te alabaré", y también se lee "a medianoche
me levantaba para darte gracias".
Por eso la distribución del tiempo durante el concilio se
resolvió de la siguiente manera,:
- A las tres de la mañana teníamos Maitines, para después levantarnos con el canto del gallo (rezo de Prima) y desayunar. Hay empezaba la primera sesión del Concilio que duraba aproximadamente unas 2 horas.
- Un pequeño descanso a las nueve (que coincidía con la Tercia) para continuar con la sesión de la mañana, que se alargaba un poquito más de las doce del mediodía, aprovechando para el rezo de Sexta y comer.
- Por la tarde solo había una sesión que duraba desde las tres hasta las seis más o menos, juntándose el rezo de Nonas con Vísperas.
- En ese momento acababa nuestro trabajo en el Concilio y tocaba preparar el día siguiente, cada uno a su manera. La cena se servía sobre las ocho, y solo quedaba el último rezo de Completas.Este muchas veces le realizaba con mi buen amigo Simón en la Iglesia del Santo Sepulcro, dependiendo del tiempo que tuviera para desplazarme hasta allí. Todo estaba pensado para aprovechar al máximo la luz del día, ya que sino el gasto en velas sería desorbitado.
Por cierto, ese es otro tema del que he dado muchas
vueltas durante años, el GASTO DEL CONCILIO. El concilio no fue una reunión de
hoy para mañana, durante el último siglo ya se había fomentado la idea de una
reunificación entre todas las partes de la iglesia, por lo que se fueron
tomando ciertas medidas para prepararlo
con anticipación. Una de ellas fue el Reglamento, pero la más importante
tendría que ser la parte de alojamientos y manutención de los casi un millar
miembros del consejo. Para que los costos no fueran desorbitados se habían
tomado ciertas medidas. Después del Concilio de Avignon de 1332, el Papa
Benedicto XII había comprado para la
iglesia varios terrenos a las afueras de la Ciudad, que sirvieran de
infraestructura para el Concilio. Dicho Papa ya tenía en mente la Ciudad de
Jerusalén como centro universal de la religión Cristiana. Su estancia pues en
Avignon no hizo más que refrendarlo.
Saliendo por la puerta de Belén, a media
legua, se compró una granja abandonada que los monjes benedictinos empezaron a
poner en marcha. Un pozo ayudó a no solo tener animales, sino
plantar lo suficiente para poder ser autónomos. Estamos hablando de casi un
millar personas diarias, durante casi seis años, no son cifras pequeñas. Esta granja era de abastecimiento inmediato. La granja madre con su explotación
agrícola estaba camino de Ascalón, donde además se había comprado varias naves
para captura de pescado en el mediterráneo. Para todo esto la Orden Militar de
la Iglesia (unión del Temple, Hospitalarios y Teutónicos), servía de custodia y
protección. Se creo toda la infraestructura posible para poder albergar dicho
Concilio y que saliera lo mejor posible para los tiempos que corrían en aquella
época.
Pero una cosa rondaba sobre mi cabeza estos últimos días,
mas que las infraestructuras o la propia coronación, el resultado final. El
Concilio terminó con el dictado de la BulaCristiane que decía lo siguiente:
“Tras años de discordia entre las diferentes ramas de la
Iglesia Cristiana, el siguiente Canon describe el camino común que a partir de
hoy recorrerá la Iglesia Cristiana.
- La iglesia se organizará en Marcas Eclesiásticas (en el momento de dicho documento el número de Marcas se establecerá en 23) estando al frente de cada una un Cardenal Emérito.
- El Cardenal Emérito de Jerusalén, ostentará el principado de la Iglesia, con el título de Papa, siendo el representante de la Iglesia Cristiana con los distintos Reinos y Religiones, aunque en todas las reuniones Cardenalicias, su voto sea exactamente del mismo valor que los restantes Cardenales Eméritos.
- La división de cada Marca se realizara en Arzobispados, Obispados, Congregaciones y Núcleos.
- La creación de nuevas Marcas, estará sujeta al aumento en demasía de feligreses en antiguos territorios o la incorporación de otros nuevos.
- La reunión de todas la Cristiandad sobre una única Iglesia conlleva el esfuerzo de todos, así como el fin de todas las rencillas y hostilidades existentes. Por lo tanto todas las excomuniones que hasta la fecha existían quedan derogadas a partir de la publicación de esta bula.
- El asunto “filioque” que durante tantos años a separado a las iglesias de Oriente y Occidente, queda reducido a la existencia de la “SANTISIMA TRINIDA, PADRE, HIJO y ESPIRITU SANTO”, la linealidad o triangularidad entre la Santísima trinidad queda derogada.
- Los Sacramentos se establecen en tres, Bautismo, eucaristía y últimas voluntades.
- A partir de estos momentos, la iconografía será la ciencia que estudia el origen y la formación de las imágenes, las relaciones de las mismas con lo alegórico y/o simbólico, así como sus respectivas identificaciones por medio de los atributos que casi siempre las acompañan. Por lo que cada Marca Eclesiástica tendrá la decisión sobre dicho tema, al ser tan diferente la naturaleza de los feligreses de cada una de ellas.
- La Cruz donde Cristo fue crucificado es un símbolo de unión para toda la Iglesia Cristiana, símbolo de diferenciación de las Iglesias de otros edificios, así como de los miembros pertenecientes.
- El celibato de los miembros de la iglesia se restringirá a aquellos que tengan puestos relevantes en las Marcas, Arzobispados y Obispados. Los miembros pertenecientes a Congregaciones y Núcleos podrán estar casados. Si alguno de estos miembros deseara ascender dentro del Camino Eclesiástico, tendría que seguir las disposiciones relativas a este punto que se adhieren a esta bula.
- El papel de la mujer se ve incrementado con la posibilidad de impartir los sacramentos, si la falta de varón cualificado fuera necesario. La igualdad entre hombre y mujer en la sociedad tiene que ser necesaria y la Iglesia se compromete en años venideros a confirmarlo con la elección de sacerdotes y obispos como primer paso
- Solo existiría una única Orden Militar de la Iglesia.
- El Gran Maestre de la Orden será el Papa, delegando en el Lord Canciller en asuntos militares.
- Se reafirma la aprobación en Concilio de Lyon de 1274 sobre restringir las órdenes mendicantes a: dominicos, franciscanos, agustinos, cátaros y carmelitas. La Regla Monacal es revisada.
- Creación de una Comisión para el estudio de as Órdenes Religiosas No Mendicantes y la utilización que hace de sus bienes.
- Derogación de la Bula que impedía a los Reinos cobrar impuestos a la Iglesia. Se firmarán acuerdo, donde se le facilitarán el inventario de bienes y la cuantía a pagar anual. Canon dedicado a describir la cuantía respecto a los bienes, que sea uniforme para todos los Reinos.
Firmado el 25 Enero de 1388”
Cada vez que lo leo me emocionó más, pero antes de
continuar con mi ceremonia de proclamación quiero que sepáis como se ha podido
conseguir este grandísimo paso. A Simón se lo fui contando poco a poco, pero es
el momento de entenderlo desde el principio. No era cuestión de un Concilio, de
un par de años de reuniones, ha sido más de siglo y medio de trabajo. Muchas
veces con mucha fortuna, otra con trabajo de campo, pero siempre persiguiendo
el mismo objetivo. La suerte es mi familia, una familia obstinada y visionaría,
que no ha descansado en conseguir algo que parecía imposible. Es hora de ver
que es lo que sucedió y que mejor que seguir el libro de mi familia. Por eso esta
mañana he madrugado y me he presentado donde Simón, para que entienda el final
de tan magnifica historia.
Aquí tienen una vida increíble, la de mi antepasado
Pierre de Brel.
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