CAPITULO V: Viajando por el Languedoc.

En cuanto tomo el camino de Marsella Pierre intento centrarse en la misión que le había encomendado el Papa.  Echaba de menos la palabrería de Eliseé, pero necesitaba saber si era amor lo que sentía, pero de verdad, o solo simpatía. Desde que partio a la Cruzada y ya hacía mas de 4 años, el contacto con las mujeres había sido nulo, y ese era el tipo de sentimiento que quería comprobar. Al principio fue difícil olvidar las semanas pasadas, pero se puso un objetivo, una vez conocido de primera mano como viven, actúan y piensan los cátaros, lo inofensivos que resultan para la población normal, como conseguir que el aparato de la Iglesia (obispos, cardenales y el Papa) los viera también inofensivos. 

Alguna de las ordenes eclesiásticas en algún momento tuvieron diferencias con la Iglesia, y en este momento existe una reforma encabezada por Domingo de Guzmán y apoyada por Inocencio III. Las ideas empezaron a aflorar en la cabeza, y a tomar cuerpo según avanzaba el viaje. Pierre pasó rápidamente por Montpellier , haciendo un alto para tomar fuerzas y alimentar al caballo. Fue bastante breve, pero vio como la ciudad estaba empezando a prosperar desde que no la visitaba. Nuevos edificios se construian y el barrio comercial se había duplicado desde la ultima vez. 

Tomando el camino de Narbonne paso primero por Beziers, ciudad arrasada durante la guerra y que se encontraba en periodo de reconstrucción. Lo mas impresionante la remodelacion de la catedral, la cual había sido quemada por creer que los cátaros se refugiaron en ella para no ser quemados. También el puente sobre el río, destruido por los defensores para dificultar el asedio cruzado, estaba siendo reformado. Pero faltaba gente, la población  tenía que asentarse de nuevo, y casi todos perecieron. Eran nuevos pobladores los que llegaban y venían poco a poco. Tardaría años en recobrar la vida y alegría que la ciudad tenia. 

Pierre estaba bastante cansado. La noche anterior había dormido poco, después de desvelar toda la información a la familia Iché. Así que busco una fonda donde poder dejar descansando y alimentando a su caballo y él reponer fuerzas. La cena estuvo sabrosa, una especie de guiso con carne, patatas y verduras que estaban deliciosas, regado con un buen vino de la zona y una manzana asada. El pan estaba riquísimo, recién horneado, hizo las delicias de Pierre. Con la tripa llena subió los escalones de la fonda para acceder a su habitación y dormir plácidamente. 

Esa mañana despertó mas tarde de lo normal, el sol estaba ya a medio cielo, y empezaba a calentar, desayuno  y monto en su caballo esperando estar a mediodía en Narbonne. Pierre tomo la ribera del río y bajo la sombra de los arboles paseo tranquilo, en algunos momentos desmontado y andando  por la orilla. La cabeza era un fluir de ideas y de imágenes. Tenía ganas de ver a Domingo y contarles las nuevas noticias, que seguro que le sorprendería. Pero también tenía ganas de oír las suyas.

Los rumores indicaban que había fundado la Orden de los Dominicos, que estaba reformando el clero llano del Languedoc para combatir la desidia y desganas de los últimos años y que habían hecho que la popularidad de la Iglesia bajara. Se habían acercado mas al pueblo y llegado hasta todos los rincones del Languedoc. Ya no esperaban que los feligreses vinieran a ellos, sino que eran ellos los que se anticipaban a las necesidades de sus parroquianos. La revolución era mayúscula, y el Papa Inocencio III, estaba tranquilo con el problema Cátaro. 

La llegada a Narbonne fue como había pensado, hacia el mediodía. Se dirigió a la Catedral, buscando el Palacete del Obispado, quería información de primera mano de todos estos cambios y que mejor que con el Obispo de la zona. Cuando ascendió por las escaleras que daban a la oficina del Obispado se encontró con el secretario, que le informo que Paul Ollande estaba de visita por la zona y que se encontraba en Carcasonne invitado por el Conde Raimond IV de Tolouse.  Quería presenciar un Torneo de Justa y aumentar las relaciones entre la nobleza del Languedoc y los representantes de la Iglesia. Asistiría el Conde de Foix ha dicho Torneo, gran amante de este tipo de actividades. 

Tendría que darse prisa, hoy era Martes y el baile y Torneo se celebraría el Sábado en el Palacio. A buen ritmo le llevaría unos dos o tres días, le informo el secretario, pues el camino en estas fechas estaba lleno de carretas por la recogida de la uva. Pierre decidió emprender el viaje de inmediato, pero al salir de nuevo a la calle comprendió que tendría que retrasarlo a la mañana siguiente. 

Cuando llego a la Ciudad no había comprobado su belleza. Los edificios totalmente ordenados a lo largo de la calzada romana, formaban un espectacular puzzle de colorido, el puente sobre el río daba una elegancia a la ciudad. Se habían instalado las nuevas farolas de antorcha para iluminarlo por la noche, ya que el transito era grande. Ademas cada vez era mayor el número de artesanos que tenían puestos fijos sobre el puente, ampliándose la anchura de este cada año un poco más y combinándolo en una plaza mas de la ciudad. Pasear por sus calles fue toda una sensación de tranquilidad y normalidad después de tantos años. Pierre no recordaba poder transitar despacio por casi ningún sitio. 

Los últimos años había recorrido miles de leguas y siempre deprisa, sin observar ni mirar, sin pararse ni detenerse a contemplar la belleza que tenia delante de el. Había atravesado media Península Ibérica y casi no podía recordar lo visitado. Solo Toledo le dejo impresionado, gracias a los días que estuvieron, hasta que marcharon hacia las Navas de Tolosa. Pero esa es la vida del Caballero, y más en época de Cruzada o Guerra, pensar solo en la batalla. Por eso ahora tanta felicidad, cualquier recóndita calle, cruce, bosquecillo, paso de rió, le parecía increíble. Lo observaba con cara de niño recién descubierto y eso limpiaba su mente. El paseo duro un par de horas, ya que Pierre se paraba cada dos por tres en casas de nuevas edificaciones, ademas de salirse de la ciudad por el extremo este acompañando al río. Descanso unos minutos a la sombra de un árbol, charló con algunos campesinos que venían de terminar su faena, e igualmente hizo con alguno de los comerciantes de la plaza del mercado. 

Le encantaba recabar información, de comprobar cual era la situación de la población del Languedoc y de paso preguntar por todo lo que había sucedido. La mayoría de la gente le respondía lo mismo, que no tenía que haber pasado, que se podría haber resulto por el camino de la diplomacia, que era una vergüenza pelearse entre hermanos, que los cátaros no hacían mal a nadie, que la iglesia se había acomodado, que no le importábamos a los nobles,etc etc. La verdad que muchas de las respuestas ya las había pensado en algún momento de su camino. 

Lo que si comprobó es que el pueblo del Languedoc era bastante abierto y que esa fama que tenia de culto, era cierta. Además había olvidado con rapidez, mejor dicho estaba trabajando para un mañana mejor, mas igual para todos, y la mejor forma ir hacía delante. El pasado no puede volver y lo perdido solo te va a llenar de tristeza y amargura. El Languedoc es alegre y quiere ser feliz, muy feliz. Esa fue una lección que Pierre aprendió en Narbonne y de sus ciudadanos. 

Quería cenar en algún sitio de la zona vieja, tomo sopa, un pescado guisado con patatas y guisantes y esta vez con una buena cerveza fresquita, en una jarra de barro. Unas uvas terminaron por llenar a Pierre, el cual no había comido en años de esa manera. Pensó para él, que tendría que controlarse, sino no le valdría la armadura como tuviera que ponérsela.

Camino de Carcasone la alegría en Pierre era notable. Un nuevo sentimiento invadía su animo, creía haber dado con la formula de inclusión de los cátaros en la Iglesia Católica. El Languedoc era tierra de personas abiertas y dialogantes. Querían prosperar y vivir en libertad, convivir con los demás y realizarse como personas. Era una zona que se la notaba con más vida que el resto de Francia, aun después de la Cruzada. La lengua provenzal y los juglares habían encendido una mecha que llegaba a todas partes, creado un  ambiente de esperanza y alegría generalizado. Y eso había que aprovecharlo. No podía ser algo malo, sino todo lo contrario. 

Pero Pierre también había descubierto que no solo era un problema de FE, sino POLÍTICO. Felipe  II Augusto deseaba tener un territorio amplio, comparable a otros Reinos, y necesitaba incorporar alguno de los condados que en este momento pertenecían a Inglaterra o Aragón al Reino de Francia. Las conquistas del Infante Luis tras la batalla de Bouvines, había calmado al Rey y con ello su obsesión por el Languedoc. Las relaciones entre Aragón y Francia habían mejorado. La inclusión de los Condados de Flandes y Boulagne pasando a territorio francés había fortalecido a Felipe II  respecto a otros Reyes. El fallido vasallaje del Ducado de Normandia había anexionada también el Condado de Poitiers, por lo que Francia tenía por fin un crecimiento territorial.

Por el momento la paz que se dispuso en el Tratado de Tolouse  estaba asegurada, y mas si había una nueva Cruzada en Tierra Santa. Por eso era importante el encuentro de Carcasone, fortuito y sin prepararlo, pero nunca mejor que en este momento. Dos de las máximas autoridades, nobleza y clero, reunidas bajo el mismo techo. Tendría que llegar un día antes para informar de todo a Domingo y presentarse los dos en el palacio de Raimond para presentar las primeras disposiciones del Informe Cátaro. 

Durante todo el día circulo sin apenas descanso. Para que su caballo no sufriera mas de la cuenta, realizó partes del camino a pie, haciendo ciertos descansos para darle de beber. Cuando se hizo la noche buscó una posada para descansar y reanudar  el camino a la mañana siguiente. Es verdad que el número de personas y caravanas que circulaban por la vía era menor por la tarde que por la mañana. La recolecta de la uva hacia que el número aumentará y por eso aprovechó hasta muy tarde para descansar en un mesón. 

El atardecer era precioso por esa zona del río. En algún momento podría ser hasta navegable, pensaba Pierre. Después de cenar entablo un rato de conversación con el mesonero, hablando de cosas cotidianas del día a día de la región. Aun así Pierre siempre intentaba sacar un poco mas de información en todas estas charlas. Siempre estaba atento a cualquier problema que pudiera haber, e intentaba quedarse con todo aquello bueno que podría servir en el futuro.

 La verdad que el camino se dio bastante bien. Al atardecer del jueves vio la población de Fanjeaux y en la ladera de la colina el monasterio de los dominicos. Estaba cerca de llegar y le invadía un entusiasmo grande, sabía que tenían que contarse muchas cosas de lo que cada uno había ido recopilando durante estos largos meses y que mejor que compartiendo cena. Cuando llego a la puerta que daba entrada al monasterio, fue recibido por un joven monje que le informo que Domingo se encontraba en el granero haciendo una inspección de las reservas que tenían. El invierno iba a ser duro y querían comprobar cuales eran sus reservas. 

Pierre desmonto de su caballo y se acerco al granero, se encontró  a Domingo de espaldas conversando con un monje un poco mayor que el que le había recibido en la puerta. Cuando se giro y vio a Pierre la alegría se desbordo. Se abrazaron como hermanos y empezaron a preguntarse como si uno no oyera al otro. El monje que presenciaba la escena quedo totalmente apartado, hasta que de repente los dos se echaron a reír. Domingo hizo las presentaciones, Pierre de Brel Conde de Puy, Richard Pains encargado del almacén y máxima autoridad del monasterio cuando faltaba Domingo. Era el encargado del control administrativo y económico, y la mano derecha de Domingo. Se saludaron y fueron hacia el interior del monasterio, se acercaron a la cocina para tomar un refrigerio antes de la cena, y le enseño su habitación. Fueron conversando de un tema a otro, dando saltos y sin centrarse en nada en especial. El tiempo fue pasando y dejaron a Pierre que se aseará y cambiara de ropas para la cena. Después de cenar y al acabar la nona, charlarían tranquilamente en el salón.

La habitación era pequeña, pero confortable. Unos monjes trajeron agua caliente, jabón y unos trapos para que Pierre se aseara, y de esa forma a asistir a la cena. Una de las medidas que Domingo había instaurado era la limpieza después de las labores, para la presentación en la cena y las oraciones. La limpieza del habito que le acompañaba, daba una imagen visual mas agradable al feligrés. Pierre saco un atuendo limpio, y le entrego a los monjes el que llevaba puesto para que lo lavaran. Después de asearse descanso sobre la cama, una simple esterilla forrada de lana y rellena de paja, que estaba muy blandita y ademas olía a fresca todavía,como si hubiera sido cortada recientemente. 

Domingo le informo que todos los días cortaban un poco por si había algún tipo de visita, ya que la imagen que había que dar era muy importante.  Descanso un rato antes de acercarse a cenar. Cuando bajo al salón todo estaba dispuesto para la cena, había ajetreo de monjes llevando y trayendo cosas pero el ruido era mínimo, al igual que durante toda la cena. Pierre se sentó al lado de Domingo y fue presentado al resto de los miembros del monasterio. 

Después de la oración cada uno fue tomando la comida que se había servido en los platos. Todo estaba sincronizado. Uno de los monjes jóvenes se levantó y empezó a leer un pasaje de la biblia. Para que no perdiera su cena era relevado cada cierto tiempo por otro hermano joven. Una vez acabada la cena y orar todos juntos por el día y los alimentos que habían tenido, Domingo y Pierre se retiraron a uno de los laterales del salón para poder conversar mas tranquilos. 

Se pusieron a charlar sobre los avances que cada uno había realizado para desarrollar el Informe Cátaro. Domingo fue el primero en informar de sus avances. Su idea no era combatir a los cátaros despreciandolos o rebajandolos, sino reforzar el papel de la Iglesia para que de esa manera los feligreses no la abandonaran. Pensaba que una Iglesia más cercana y mundana a los problemas cotidianos favorecería de nuevo la relación. De ese modo el cátarismo tendría un fuerte contrincante, pues la gente no rechzaría las enseñanzas de la Iglesia por la desidia que esta tenía. Creía que el clero llano estaba mal formado y sobretodo mal motivado . Había que incentivar a las personas que estaban en parroquias lejanas de que su trabajo era esencial para la estructura de la Iglesia. Movilidad del clero para poder optar a otras parroquias, para poder continuar su labor y ver recompensado su trabajo en la anterior, o del mismo modo trasladar a otras por su falta de actitud y entrega. 

Con la creación de la orden Mendicante de los Predicadores ( a la que todos llamaban dominicos por el nombre de Domingo) el esperaba llenar ese hueco que había ocupado el cátarismo y reconducir a los siervos del Languedoc a la senda de la Iglesia. De esa forma el cátarismo sería un problema menor, ayudándose de que el número de seguidores había disminuido debido a la Cruzada Albiguense. Que mejor forma de combatirlo que realizando algunas de las labores de los Hombres Buenos, ayudar al prójimo, oración, predicar la palabra de Cristo, celibato, austeridad y caridad,  eran algunos de los principios de la idea. 

Por el momento la aceptación estaba siendo bastante buena, el número de frailes había aumentado y las relaciones con las comunidades también. Se habían creado dos hospitales para enfermos en Limoux y Minerve (dos centros importantes del cátarismo, y que Domingo había elegido como punto inicial de su expansión), y ya tenía en mente aumentarlo con uno nuevo en Mirepoix. Ambos centros aunque dirigidos por dominicos eran propiedad de las poblaciones. En ambos casos se había llegado a un acuerdo con ambas comunidades y los dominicos trabajaban con los enfermos, dejando las tareas administrativas y económicas al pueblo. Los frailes realizaban su tarea por un plato de comida y un lecho (vivían de la caridad y la limosna como buena orden mendicante). No tenían ningún acceso a los bienes generados. 

Las iglesias y parroquias donde se impartía la eucaristía habían sido devueltas al pueblo, firmando tratados de colaboración, y en muchos casos cesiones por un numero de años. Alguno de los terrenos o casas pertenecientes a la orden habían sido donados por feligreses sin descendencia, sintiéndose agradecidos por dichos cuidados. De esos bienes la Orden solo tocaba lo estrictamente necesario para su abastecimiento.En el caso de las casas, servían como salón pastoral de la comunidad, realizando actividades relacionadas con la iglesia para que la comunidad  estuviera mucho mas cerca. En algunos momentos se utilizaban de refugio momentáneo para familias que habían perdido la suya y estaban construyendo la nueva, o familias que se encontraban de viaje y no podían costearse una posada. Los excedentes recogido de las cosechas se revertían en la comunidad. En la mayor parte de los casos se realizó un calendario de fechas ,entre la primavera y el otoño, de fiestas patronales, dedicadas a un santo. Ademas de sentido espiritual, tenían carácter participativo y lúdico. Todas las fiestas empezarían el viernes con la procesión del Santo, una misa y ofrenda, terminando con un baile en su honor. El sábado reunión de la comunidad con un pequeño banquete para todos al mediodía y por la tarde de nuevo procesión, misa y baile. Acababa la fiesta el domingo al mediodía con una misa al aire libre, bendición del párroco y refrigerio para todos.  

Eran pocas las comunidades donde se había podido llevar a cabo este primer año, pero la experiencia había sido muy positiva. Se notaba que la ayuda de la comunidad hacia los frailes había aumentado y la participación en los menesteres de la iglesia también. Se había recuperado confianza en la iglesia. Por otra parte el clero llano había visto con renovada ilusión estos cambios y un sentido nuevo a su misión. Se les oía y eran vistos con buenos ojos, y eso hacía que su implicación fuera cada vez mayor. Pierre escuchaba atento y cada vez mas se le iluminaban los ojos. Cuando hubo terminado Domingo y bebieron un poco de zumo de naranja , que les había traído un joven novicio, Pierre comenzó su relato.

Explico su viaje a Puy y la boda de su madre, el aumento de sus bienes y la prosperidad del condado. Las ganas de comenzar con su trabajo , las ideas que le fueron surgiendo de camino a Nimes, su cambio hacia Avignon, el encuentro en la plaza con Julian y Sebastian, y en ese momento se quedo en silencio. La cascada de ideas que tenia en ese instante no le permitía articular palabra. Cuando Domingo iba a preguntarle se oyó “Se como resolver el problema Cátaro”. Entonces vino un torbellino. Empezó con el viaje a Marsella donde conoció a la familia Iché, el descubrimiento de que eran cátaros, la visita a la hacienda familiar, el trabajo de campo de un perfecto, y todo eso lo había vivido en primera persona. No era muy distinto de lo que Domingo le había contado que estaban realizando sus dominicos en la población del Languedoc. Era el mismo trabajo desde dos puntos de vista, pero esos puntos se podían acercar y rodearlo por otro mas grande. Y entonces en ese momento lo dijo, “Domingo estoy enamorado de una cátara”. 

Domingo se levanto de un salto, no sabía si de sorpresa o de alegría, pero de nuevo Pierre continuó sin dejarle hablar. Ella se llama Eliseé, es encantadora y conocerla le había enseñado muchísimas cosas sobre el catarismo. La primera que estaba débil, la cruzada había eliminado gran parte de los perfectos, y sin ellos no se podía impartir el consolamentum, único sacramento reconocido. Se veían en la necesidad de que ademas de seguir con sus enseñanzas, ayudas, oraciones, tenían que formar nuevos perfectos. Y no era algo fácil, pues no solo es buscar las personas adecuadas, que quisieran llevar una vida asceta, célibe , de ayuda al prójimo, sino que ademas llevaba un periodo de tiempo de aprendizaje. Por ello el tiempo jugaba a favor del Informe. Había que centrar el problema de la siguiente forma, “ ellos eran pocos miembros y la iglesia se estaba acercando al pueblo como antes lo habían hecho los cátaros, sino son un problema, que formen parte de esta como una orden religiosa”. La cara de Domingo era un poema con tanta información recibida, pero no había acabado Pierre. 

Lo tenía todo estudiado. Este sábado había un Torneo de Justas en Carcasone al cual asistiría el Conde de Tolouse, el Conde de Foix y el Obispo de Narbonne. Seria bueno reunirse con ellos para informar de cómo esta el tema, y proponer algunas cosas. La mas urgente, una reunión con los perfectos que sobrevivan en el Languedoc donde poder informarles de la idea sobre la Orden de los Buenos Hombres. También se podría aprovechar la boda del Conde de Foix en Narbonne, a la cual asistirán Esclarmonde de Foix y Sebastian Iché (dos de los perfectos conocidos). Una vez realizada la reunión con conocimiento del Papa, elaborar un pequeño documento de trabajo , que se pasaría al Obispo de Narbonne para su conocimiento y que este informara al papa Inocencio III. En la reunión de este sábado había que asegurarse la participación del obispo, implicarle como uno más para que se sintiera participe de los avances en su obispado. 

Había que aprovechar la mala sintonía con el Obispo Fulko de Tolouse, el cual no había aceptado reunirse en Carcasone para el Torneo. Domingo no sabía que responder hacía tanta información recibida, estuvieron largo tiempo debatiendo sobre pros y contra de cada una de las ideas expuestas, y lo que si que tenían claro el camino que tenia que tomar el catarismo,integrarse en la Iglesia como Orden Religiosa. Para ello empezar cuanto antes, si es verdad que el numero de perfectos es pequeño, mejor para poder estudiar junto a ellos la línea de actuación que se puede llevar a cabo. Ya se sabe que cuantos mas son mas difícil es ponerse de acuerdo. Por ello se retiraron a sus habitaciones y quedaron en marchar a Carcasone lo mas temprano posible, para poder hablar con el Conde y el obispo antes del gran banquete.



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