CAPITULO XXIX: Problemas en Jerusalén

Desde el Vaticano llegaban informes a Pierre sobre los problemas que se estaban produciendo en Jerusalén y la preocupación que tenía el Papa Gregorio IX. La Tregua firmada entre Federico II y AL-Kamil llevaba tiempo siendo incumplida. La regencia de Juan de Brienne no había sido lo suficientemente buena para los intereses de Roma, y desde hacía años los árabes habían incumplido muchos de los acuerdos que se habían escrito.

Las caravanas de peregrinos habían vuelto a ser asaltadas, hacía tiempo que los caminos terrestres hasta Jerusalén eran difíciles, y los caballeros cristianos que se habían quedado para ganar territorios y defender a dichos peregrinos, estaban más preocupados por su supervivencia que por defender la palabra de Cristo. Muchos de ellos habían realizado tratados de no agresión con los infieles, en algunos casos acuerdos comerciales y de aranceles. En Roma todo esto no estaba sentando nada bien, y Gregorio IX no era capaz de guiar a los regentes cristianos.

El único apoyo las órdenes militares, pero Federico II tenía gran poder sobre ellas sobretodo con la Teutónica. Aun así el Reinado de Conrado se veía peligrar, Gregorio IX le había excomulgado y por lo tanto su hijo dejaba de ser Rey de Romanos. Desde Castilla el joven Alfonso solicitaba dicho trono y por lo tanto poder ser Emperador a la muerte de Federico II. El Emperador sabía que tendría que volver a Tierra Santa y restablecer el orden que Roma desea.

Federico II Emperador del Sacro Imperio no quería volver a Jerusalén, tenía otros problemas en Europa. Algunos de ellos eran los enfrentamientos con Francia en el Norte del Reino, alguna incursión de Jaime de Aragón en Napoles y Sicilia y problemas en la frontera del Este. Su personalidad arrogante le había hecho tener cada vez más enemigos y eso se trasladaba en conflictos territoriales.

En Jerusalén todo residía en los conflictos que se estaban sucediendo con los diferentes sultanes ayubíes que estaban gobernando Damasco, y que estaban provocando cada vez mas incursiones en el Reino, así como ataques contra caravanas de peregrinos. Las negociaciones llevadas a cabo por el Gran Maestre Teutónico no habían funcionado, y a eso se unía que después de casi 10 años de paz, el número de soldados había disminuido en Tierra Santa, por lo que la amenaza real de un ataque a Jerusalén cada vez aumentaba. El número de soldados que querían ir a Tierra Santa era testimonial, y las tres órdenes Militares tuvieron que poner un periodo de servicio de  un año para los nuevos miembros, ya que muchos de ellos se quedaban en haciendas de Europa.

Durante varios años Gregorio IX ha presionado a Federico II en que volviera a Jerusalén y hacer cumplir la Tregua que se firmó años atrás. La paz en la Península Ibérica está confirmada desde hace varios años y  muchos caballeros han optado por repoblar dicho territorio sirviendo a los Reinos de Portugal, Aragón o Castilla y León, antes que volver a Tierra Santa. Por lo tanto la dificultad de encontrar soldados que se embarquen hacia Acre o Tripoli es cada vez de mayor dificultad. Otro problema, la bonanza económica que Europa está sufriendo y por lo tanto la estabilidad social y de los territorios. Siempre existen pequeñas batallas entre Reinos, más por tener los ejércitos siempre armados y preparados, que por verdaderas confrontaciones. Los tratados firmados durante los últimos años, así como los sistemas diplomáticos desplegados por los Reinos, hacen que haya un periodo de paz en toda Europa.

Federico II retraso aun más su marcha a Tierra Santa informando de su enlace con Isabel de Inglaterra, hermana de Enrique III. Yolanda de Briene había muerto en Jerusalén hacia más de un año debido a unas fiebres y Conrado era su único heredero. EL golpe de efecto que conseguía era tremendo. Los Reyes de Francia y Inglaterra eran cuñados por casamiento, y ahora él era cuñado de Enrique III. Eso equilibraba las fuerzas entre los tres Reinos más poderosos de Europa. En contrapartida a la dote de Isabel, Federico II prometió al Papa estabilizar y hacer cumplir los pactos firmados en Jerusalen.
Por todo esto, al final hacen que Federico II se embarque con un ejército Cruzado (aunque no se haya convocada como tal por el Papa) compuesto por una representación de todos los reinos cristianos. 

Se llegó a  Acre en la primavera de 1240, encontrando un Reino fortificado y modernizado. Los puertos de Acre, Damieta, Tripoli y Ascalon habían pasado a ser más comerciales, aunque se habían fortificados para cualquier tipo de incontinencia militar. Jerusalén había prosperado y mucho. Se había renovado las murallas creadas por Saladino y sus hijos y ampliado alguno de los barrios. Pero además, barrios nuevos sin amurallar estaban creciendo, como los que se encontraban en los caminos de Jaffa y Damasco. Todo debido al comercio que producían los peregrinos.

Federico II rápido se puso manos a la obra, desplegó el ejercito en las zonas limítrofes con Damasco, ayudados por los condados de Tripoli y Edesa y el Principado de Antioquia, realizo varias incursiones en territorios del sultanato de Damasco, se crearon varios fuertes avanzados entre el camino de Damasco hacia Jerusalén, Tripoli y Acre, y se volvio a firma con el Sultán los documentos del anterior Tratado de 1229. Con ello dejaba además un importante número de soldados, ávidos de fortunas, para mantener la paz y ayudar a las órdenes militares en la defensa de la Ciudad Santa.

El despliegue de fuerzas del ejército Cruzado había durado un poco más de un año. En el Otoño de 1241 todo estaba en las condiciones que Gregorio IX quería. Pero Federico II se encontró con una noticia sin quererlo. Desde Roma informaban de la muerte del Papa en extrañas circunstancias. En esos momentos estaban eligiendo al nuevo Papa y Federico II quería aprovechar la circunstancia. Antes de partir de  Tierra Santa  no devolvió la regencia al Papa y a las Ordenes Militares del Reino de Jerusalén. Anexiono dicho territorio al Sacro Imperio, enfrentándose a la Iglesia que en ese momento se encontraba sin guía espiritual. Destituyó a su hijo Conrado como Rey de Jerusalén, así como a su abuelo Juan de Briene como ayudante de este. Los nombró embajadores del Sacro Imperio y dejo al Gran Prior Conrado de Turingia como senescal.

Federico II se vio ayudado por la elección del nuevo Papa. El Colegio cardenalicio estaba en ese momento formado por doce cardenales de los que sólo diez estaban presentes en el cónclave, debido a que los dos restantes se encontraban prisioneros en manos del emperador Federico II en Jerusalén. Por otro lado, parte del ejercito de Federico II estaba en Roma para partir rumbo a Napoles y Sicilia. Aprovechando la muerte de Gregorio IX sitio la ciudad de Roma y esto provocó una fuerte división entre los cardenales que impide que ningún candidato obtenga los dos tercios previstos por el III Concilio de Letrán, por lo que tras nueve días de deliberaciones sin llegar a un acuerdo, el senador romano Matteo Rosso Orsini (no confundir con el Cardenal Orsini del mismo nombre) ordena el encierro bajo llave («cum clavis») de los diez cardenales en el viejo palacio del Septizonio, situado en el Palatino romano con el fin de acelerar la elección e impedir que el emperador influyera en la misma.

Las duras condiciones del encierro, que se prolongó durante dos meses, hicieron que fallecieran dos de los cardenales, por lo que cuando el 25 de Diciembre se llega al acuerdo de elegir al cardenal Godfredo Castiglioni, sólo votaron ocho cardenales. El nuevo papa no llegó a ser consagrado ya que, debido también a las duras condiciones del encierro, fallece el 10 de enero de 1242 tras excomulgar a Mateo Rosso Orsini y a Federico II.

El siguiente papa no puede ser elegido, ya que los cardenales, temerosos de un nuevo cónclave en las mismas condiciones como el recientemente vivido, huyen de Roma y no se reúnen hasta 1243. La mayoría de los Cardenales se trasladan en la Navidad de 1241 al Palacio Papal de Avignon, bajo protección de Luis IX. Este traslado produce una fuerte discusión entre Alfonso Conde de Poitiers (hermano de Luis IX) y Hugo X Señor de Lusignan. Vasallos respectivamente de Luis IX y Enrique III montan en armas a principios de 1242. Ejércitos de ambos bandos combaten en los territorios comprendidos en el Ducado de Aquitania.

Coincidiendo con estos incidentes regresa Federico II de Tierra Santa a mediados de Febrero de 1242. Tras la muerte del Cardenal Godfredo Castiliglione nombra al Obispo de Aquisgrán Pietro della Vigna nuevo Papa de la Iglesia, reteniéndole en dicha ciudad. Por ello traslada a Palermo la Capital del Imperio para tener más controlado los territorios de Napoles, Sicilia y los Estados Pontificios. En ese momento controla todo el Sacro Imperio, la Península Itálica, Sicilia y el Reino de Jerusalén. Además se hace con el control de los bancos de Genova, Venecia y Pisa, y con eso la financiación de sus ejércitos. EL resto de Europa tiembla ante tanto poder de Federico II.

Pierre reúne un consejo de guerra de inmediato. Manda emisarios a Portugal, Castilla y Leon, Aragón, Navarra, Inglaterra, Bohemia, Polonia, Baviera y Hungria. Necesitan una coalición para poder combatir el poder de Federico. Todos tendrán que aportar en este conflicto, ya que la diplomacia no había surtido efecto los últimos años con Federico II. El intercambio de correspondencia es innumerable y todo tipo soluciones se ponen sobre la mesa. Se mandan documentación a los embajadores presentes en Aquisgrán, para negociar con los secretarios reales. Estos están de manos atadas, Federico II  ha tomado el poder absoluto y no hace caso de sus recomendaciones. Indican que el Emperador ha tenido una revelación en Jerusalén indicándole que es el nuevo Mesias y que es el verdadero representante de Dios en la Tierra. Y eso es lo que está haciendo.

Pero en esos momentos a Robert y Pierre también están atados por el conflicto con los ingleses. Luis IX no escucha las recomendaciones de ambos y monta un ejército dispuesto a partir de Paris a la ayuda de su hermano Alfonso. Desde Londres George informa del malestar de Enrique III en dicho conflicto. Cansado de tanta paz decide encaminarse hacia el Canal de la Mancha con un ejército dispuesto a desembarcar en territorio Frances. Enrique de Burgh ha tenido que ir a Escocia a apaciguar a Alejandro II que está aprovechando lo revuelto del mapa político. Los espías saben que han llegado a un acuerdo con los galeses para aprovechar la salida de Enrique III a Francia. Esto es debido a que una vez muerta Juana, las relaciones entre Escocia e Inglaterra se deterioraron debido al nuevo casamiento de Alejandro II con una noble francesa María de Coucy del que nació el futuro Alejandro III en 1941

Enrique III está en una encrucijada, defender su territorio y perder las posesiones en Francia o defender estas sabiendo de la perdida de Escocia y Gales. Los Barones se muestran indiferentes y ninguno está por la labor de embarcarse en una nueva guerra. Días antes de la partida de las naves algunos de los movimientos realizados por Alejandro II hacen que divida el ejército en dos. Manda sus naves comandadas por el Conde de Leicester a Francia y el regresa a la frontera escocesa a combatir contra Alejandro II.

Esto es bastante duro para Hugo X de Lusignan y los señores de Aquitania, Guyena y Normandia. EL Rey Luis IX aparece con un ejército estimado de 50.000 hombres. Sabe que es difícil de plantarle cara si no aparece el ejercito desde Inglaterra. Le acompaña su hermano Roberto Conde de Artois que estaba combatiendo en la frontera norte junto a Juan I Duque de Bretaña. La nueva situación de Federico II hacia que este pudiera mantenerse con un ejército más pequeño durante un tiempo prudencial.

Durante varios meses las escaramuzas habían sido constantes entre los dos ejércitos. Luis IX consiguió posicionarse en el Castillo de Taillerbourg, desde donde fue mermando al pequeño ejército ingles. El 21 de Julio de 1242 tuvo lugar el enfrentamiento entre el Conde de Leicester y Hugo X de Lusignan contra los hermanos Capetos. La confrontación era muy desigual en cuanto al número de efectivos, y en cuanto a las posiciones estratégicas. En un par de horas el ejército francés captura a los dos generales ingleses y la contienda acaba. El Rey Luis IX no quiere hacer sangre de este enfrentamiento, al fin y al cabo su mujer es hermana de la reina de Inglaterra. Sabe de las dificultades que Enrique III está teniendo para sofocar  la rebelión de los Barones, escoceses y galeses. Son muchos frentes y su ejército esta mermado.

Pierre aprovecha para redactar un nuevo tratado en presencia del Conde de Leicester. Desde Londres George de York embarca con urgencia hacia Taillerbourg para reafirmar dicho acuerdo. Enrique III da poderes para que regrese cuanto antes con el resto de su ejército. El Tratado de Paris de 1242 establece:
· La Paz de Evreux queda derogada.
·El Ducado de Normandía, así como los Condados de Anjou, Turena y Maine quedan definitivamente como territorios de Francia.
·El Ducado de Aquitania y la Guyena siguen en posesión del Reino de Inglaterra. Se reconocerá el Titulo de Rey de Inglaterra cuando esté en territorio francés, aunque tendrá que pagar una renta anual por vasallaje.
·La primera hija de Enrique III se casará con el recién nacido Duque de Bretaña de tan solo un año.
·El Rey Luis IX mandara un ejército de 5000 soldados al mando del Conde de Artois para ayudar a Enrique III a establecer la paz en Inglaterra
· El Rey Enrique III se compromete a mandar el doble de estos soldados en la próxima cruzada.
· Dicho tratado se firmará para los próximos 10 años.

Una vez estampadas las firmas del Conde de Leicester, Conde de Seridane, Conde de Puy y el Rey de Francia, los soldados embarcan rumbo a Escocia. Pierre quiere que George se quede unos días más para poder poner en marcha un plan que estabilice el poder de cada uno de los Reinos, y acabe con el despotismo de Federico II. 




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