Por fin estaban solos. Había
sido mucho tiempo el que habían esperado para estar a solas. Pierre abrazo a
Elisée con delicadeza, besándola poco a poco. El notaba como el corazón de ella
se aceleraba, nunca habían estado con tanta intimidad y eso se notaba. Los dos
fueron quitándose sus respectivos trajes, entre risas, con la rapidez y
lentitud de cómo iban cayendo en el suelo. Pierre tomo en brazos a Elisée y la
tumbo en la cama, comenzó a besarla y acariciarla. Era la primera vez que la
veía desnuda. Eso acelero más las pulsaciones de ambos. La susurraba al oído,
lo que provocaba risas y abrazos, era el momento propicio para hacerla el amor.
La noche transcurrió más deprisa
de lo que todos hubieran querido. Muchos estaban aun despiertos cuando amaneció
en Pau. Algunos invitados no se dejaron ver durante toda la mañana, y cuando
empezaba a olerse el guiso de la comida, todos fueron arremolinándose alrededor
de la explanada. Todavía estaba en pie el comedor del día anterior, con menos
adornos y guirnaldas, pero en pie todavía. La mayoría de los invitados tenían
todo preparado para la partida y la comida daba pie a ello. De los novios no se
sabía nada, se les había entregado una bandeja con ciertas viandas para que
recuperaran fuerzas, pero nada mas.
Blanca y Molay hacían de
anfitriones e iban despidiendo a todos aquellos que partían hacia sus
respectivos destinoss. Los más tempraneros fueron Cencio y Domingo. Ambos
seguían caminos juntos hacia Roma. Cencio quería que Domingo explicara de una
forma mas clara el impacto de los dominicos en el Languedoc y el camino de
inserción de los cátaros como orden mendicante. El proceso sería lento, debido
a las heridas surgidas en estos años, pero las nuevas generaciones lo irían
olvidando. El Papa, al igual que ciertos cardenales debían oírlo, y no leerlo,
para que su tranquilidad fuera máxima.
Inocencio estaba centrado en
la recuperación de la Península Ibérica. Desde la Batalla de las Navas de
Tolosa el avance había sido mínimo, y de eso ya hacia más de dos años. Los
reyes cristianos estaban enfrentados en guerras entre ellos por ampliar
territorios y alguno de ellos habían pactados con reyes musulmanes para
ayudarse. A Inocencio eso le llevaba los demonios, pactos con el infiel, por
eso estaba reorientando su Guerra Santa. La cercanía de la Península haría que
Felipe Augusto y Juan I no pudieran decir que no a comandar dicha cruzada, lo
mismo que el Emperador del Sacro Imperio.
Otros de los más
madrugadores fueron los Condes de Toulouse y de Foix, querían rendir visita a
Paris para agradecer al Rey que les nombrará embajadores de la Corona en dicho
enlace. Además los Condes de Foix no habían tenido viaje tras su matrimonio y
querían aprovecharlo como disfrute personal. Pierre y Elisée estaban encantados
con ese viaje, y les acompañarían pasados varios días. Se habían citado en la
ciudad de Orleáns para continuar el resto del trayecto juntos.
Enrique y Leonor junto con
George tenían que partir hacia Carcasonne. Les acompañaría Elena, la cual se
había comprometido en casamiento con el joven York, y se quedaría con Leonor en
el castillo mientras ellos viajaban a Normandia para reunirse con el Mariscal
de Inglaterra. Las tensiones entre Francia e Inglaterra habían aumentado y la
reunión era previa a tratado de paz que se iba a proponer, discutiendo los
temas de siempre sobre vasallaje, condados a ceder y dineros a repartir.
El trabajo de Blanca y Molay
fue grande durante el siguiente día. No solo se encargaron de despedir a la
mayoría de los invitados, sino que tuvieron que organizar el desmonte del convite.
Tanto la explanada donde se había realizado el banquete, como el improvisado
campamento para el alojamiento, tenía que ser recogido y guardado. Se contrato
a más personas para ayudar en tal tarea, aprovechando que el trabajo del campo
estaba en ese momento más parado y que algunas de las obras que se estaban
llevando a cabo se habían paralizado durante el tiempo del enlace. Molay se
había tomado la semana como pérdida, y solo quería que la ciudad volviera a
tener el aspecto inicial, aprovechando para dar un poco de descanso a muchas de
las personas que estaban inmersas en algunas de las obras de mejora. Era una
especie de premio por los últimos esfuerzos realizados.
Al tercer día aparecieron los novios, algún
criado creía haberlos visto en algún momento de los días anteriores, pero nada
sin confirmar. Se levantaron temprano y desayunaron con Blanca y Molay que
estaban preparando las actividades a realizar en el castillo y alrededores. Querían
programar una hoja ruta para el próximo mes. Blanca se levanto de inmediato y
beso a los dos, llamo rápido al servicio para que pusieran un buen desayuno a
ambos. Molay retiro los papeles con los que discutía con Blanca y comenzaron a
charlar sobre todo lo sucedido los últimos días. Las emociones y risas se
fueron apoderando de los cuatro, y las anécdotas fueron surgiendo como por arte
de magia. El tiempo pasaba muy rápido y Pierre tomo la palabra. Comento que
Elisée y el marcharían a Paris a ver al Rey, en compañía de los Condes de
Toulouse y Foix. Habían quedado en Orleáns el siguiente domingo al enlace. Quería
proponerle a Felipe Augusto el proyecto de unión mediante un canal del río
Loira y el Rodano. Esto facilitaría no solo el comercio interno de Francia,
sino la movilidad de las tropas francesas desde el norte hasta el sur, desde el
atlántico al mediterráneo, con la consiguiente ventaja táctica que esto
supondría.
El acuerdo con los Condes implicados
estaba avanzado, Aramis llevaba años soñándolo y Berenguer no se opondría a
ello, así que solo necesitaban el mandato real. Molay aprobaba dicho plan, la
inversión durante los próximos años sería grande, pero merecería la pena, ya
que aumentarían las ventas y el número de comerciantes en la ciudad. Además se
podría ampliar el número de productos a producir en el Condado y pensar en
establecer algún tipo de industria. Pierre explico a Blanca y Molay que no
quería meterse en la administración del Condado, siempre había confiado en
ellos y no era el momento de cambiar. Sabía además que las buenas relaciones
con el Vaticano podía hacer que en cualquier momento necesitaran de su
presencia para resolver cualquier problema. La amistad con Cencio había crecido
y el era la mano derecha de Inocencio III. EL problema cátaro estaba todavía
latente, pero la no recuperación de Fulko (el cual seguía en un estado de
amnesia total) había paralizado el extremismo en el Languedoc. Por todo esto no
quería imponer cosas que luego no pudiera abordar el mismo, y pasarles la
papeleta a ellos. Pero si creía en la construcción del canal. Molay asintió con
la cabeza.
Domingo quería construir un hospital
cerca de la ciudad. Molay buscaría un lugar alas afueras de la ciudad para construirlo. La orden de los
Dominicos querían además añadirle una abadía donde poder trasladar la palabra
de Dios a la comunidad. Durante la boda habían charlado Domingo y Pierre de
como realizar las obras, y habían desarrollado un pequeño proyecto que presentarían
a Molay cuando este regresara del Vaticano. Durante la boda habían charlado con Yosuf, el medico judío de
Narbonne, para poder buscar a alguien que se encargara de dirigirlo. Querían
que fuera una especie de Al-Madrasa árabe. Los soldados que habían participado
en las cruzadas hablaban de los conocimientos árabes en materia de medicina, de
su sabiduría y avances. Sabían que algunos judíos ricos habían estudiado en
madrasas de Damasco y El Cairo, y Yusuf era uno de ellos. Querían enseñar
técnicas que evitaran muchas de las muertes que se producían en los Reinos
Cristianos y que no se producían en el mundo árabe. Siempre sobre las leyes
Cristianas y bajo vigilancia del Vaticano.
Por ello Domingo visitaba también el
Vaticano, necesitaba permisos para poder llevar a cabo tan magnifico proyecto.
En los Reinos Cristianos se había ido propagando la idea de cultura, y la
creación de Universidades. Inglaterra y España estaban a la cabeza de número de
dichas instituciones. Francia se había quedado rezagada con la de Paris, y eso
era un buen motivo para incentivar al Rey Felipe II Augusto. Pero además casi
todas se dedicaban al estudio teológico o de leyes, tanto religiosas, como
civiles. En Italia funcionaba la Escuela Medica Salernitana, pero muy lejos de
las madrasas árabes. La idea era progresar en materia no solo de curación sino
de mejorar la salud de las personas.
Molay asintió con la cabeza, su cabeza
pensaba en lo importante que sería que Puy fuera un centro cultural y
universitario de Francia. Eso atraería mas gente en busca de conocimiento, pero
esa gente necesitaría vivir, y eso crearía negocio alrededor. Molay le indico a
Pierre que había estado pensando en la creación de un cuerpo de seguridad
ciudadano. El pensaba que no todo tendría que recaer en los soldados del Conde,
sino que muchas de las disputas que se producían en la ciudad tenían que ser
resuelto por un cuerpo de ciudadanos, dejando al Conde el veredicto final en
caso de recurrir las sentencias. Lo que le llevaba tiempo rondando sería fundamental
si la ciudad crecía, así como el Palacio de Justicia que tenia pensado
construir.
Todos tenían claro que la ciudad de Puy
tenía que crecer y modernizarse un poco más. Molay tomo la palabra, y explico
que le parecía fundamental la participación ciudadana. La sociedad estaba
evolucionando y había una serie de personas influyentes, en general
comerciantes, que debido a su negocio había prosperado económicamente, y su
situación dentro del resto era más elevada. El creía que tenían que hacerles participe.
Algunos eran personas cercanos a él y a Blanca, con los cuales conversaban,
participaban en fiestas y escuchaban consejos. La construcción del Palacio de
Justicia estaba pensada para eso. La idea era crear una comisión ciudadana, con
un representante supremo, los cuales redactaran una serie de documentos
encaminados a la convivencia en la ciudad. En ellos se estipularían reglamentos
a cumplir para todos, desde horarios de comercios y mercado, construcciones de
nuevas viviendas, resolución de conflictos vecinales, altercados del orden
publico, impuestos, limpieza, y todo aquello que se creyera oportuno
reglamentar debido a que se pudiera producir una disputa entre ciudadanos. Con
ello se evitaría un colapso en el tiempo de los señores del condado, ya que
varios días se utilizaban solo a resolver ese tipo de conflicto en audiencia
publica. El representante tendría que ser una persona formada en Leyes, con
ayuda de un secretario y un escribiente, todos remunerados por la ciudad. El
resto de la comisión, elección entre las clases de ciudadanos.
Molay explico que ya había pensado en el
nombre, pero no en el hombre, podría llamarse REGIDOR. Pierre asentía con la
cabeza y sonreía por la gran ocurrencia de Molay. El condado estaba en buenas
manos, y eso colmaba su felicidad. Pregunto si tenía alguna propuesta para el
Regidor de Puy. Molay continuo hablando,
indico que no sabía con exactitud su fecha de nacimiento pero que había
pasado con creces la cincuentena y Blanca los acaba de cumplir. Por eso había
pensado en Louis de Molay sobrino suyo, en ese momento trabajaba en una
Encomienda del Temple, además de haber asistido a la Universidad de Paris para
familiarizarse en Leyes por lo que tiene experiencia para realizar el trabajo.
La edad es idónea, 27 años recién cumplidos, lo que hace que sean muchos los
años que ayuden a la prosperidad del Condado. Él y Blanca aceptan seguir de
administradores y señores en representación de Pierre, pero necesitan la ayuda
de Louis para derivar todo ese trabajo.
Pierre piensa en silencio dicha
proposición, comenta en alto el problema de desviar cierto poder del Conde a
una comisión ciudadana, ya que una vez que se realiza es difícil retornar, pero
no es menos cierto que evita todos los problemas diarios y se los transfiere a
la comisión. Solo aquellos casos que litiguen hasta el final serán sentenciados
por el Conde. Meneaba la cabeza dándole vueltas, se levanto del sillón y
estrecho la mano con fuerza a Molay, diciendo “así sea, acepto la proposición”.
Tendrían que cumplirse unos plazos,
construcción del palacio con vivienda para el Regidor y su familia, elección
del secretario y escribiente. Estaban a finales de la primavera, sería buena
época el otoño para empezar con ello. Mientras tanto podría habilitarse un
espacio en el castillo para que se comience hasta que finalicen las obras. Una
vez regresen Pierre y Elisée de Paris habría que diseñar un plan de reuniones
con diversos miembros de la comunidad para ver como se elegiría la comisión, ya
que Pierre quería una máxima representación de todos los ciudadanos, desde los
más pobres a los más ricos. Arrendatarios, agricultores, ganaderos,
comerciantes, clero, todos tenían que estar representados, y participar en las
decisiones de la ciudad.
A la mañana siguiente Pierre y Elisée
comenzaron su viaje hacia Paris, había quedado con los Conde de Toulouse y de
Foix en Orleans, y no querían retrasar mas la marcha. Los principales asuntos
ya habían sido tratados la tarde anterior, y Pierre tenía toda la confianza en
ellos. Esperaba que para cuando regresarán del viaje estuviera Louis ya en Puy,
para poder conocerle y ver su valía para el puesto que habían diseñado.
El viaje duro unos días, en los cuales
fueron disfrutando del bello paisaje. Intentaron pasar desapercibidos, para no
tener que presentar los respetos a alguno de los señores de las tierras por
donde iban pasando. Así no se retraso la llegada a Orleans. La pequeña escolta
que llevaban, iba vestida como sirvientes y durmieron en posadas del camino,
entremezclándose con comerciantes y viajeros. Llegaron a tiempo a la cita con
los Condes, continuando el viaje hasta Paris.
Cuando llegaron a Paris todo lo que
tenían en mente se les quedo pequeño. Acostumbrados a las ciudades del
Languedoc, Orleans ya les pareció de unas dimensiones gigantescas, pero Paris
era otra cosa. Con mas de 90.000 habitantes, la Ville de París era una de las
ciudades más grandes de la cristiandad. Las construcciones de casas, poblaban
ambos márgenes del río Sena, pero lo más impresionante las construcciones de la
Île de la Cité. La catedral de Notre Dame, la cual llevaba mas de cincuenta
años de construcción, era un enorme y bello edificio que destacaba de entre
todos por su enorme altura. Cerca del Palacio del Louvre, la residencia oficial
del Rey Felipe II Augusto. Era una verdadera fortaleza, con unos muros de un
tamaño superior a los de aquella época, a las orillas del río para poder
protegerse mejor.. Los puentes entre ambas partes del río, eran de otras
dimensiones, algunos parecían verdaderos mercados vivientes, y eran muchos los
negocios que estaban instalados perpetuamente, pareciendo más una calle que un
puente. La plaza del Greve era un importante puerto comercial, en el que
trafico de mercancía era constante, y hacia que Paris estuviera abastecida
constantemente.
La Universidad de París situada cerca de la Catedral Notre Dame de París, estaba
bajo el control del Obispo de la ciudad. Comprendía varios edificios donde se
estudiaban filosofía y teología. El propio papa Inocencio III había venido años
atrás a reconocerla como institución católica.
Se veian nuevos edificios en la orilla izquierda de ampliación de dicha
universidad. De todos sobresalía el Colegio de La Sorbona, cuyo objetivo era
formar a los funcionarios de la administración real (Consejo de Estado,
parlamentos, tribunales, hacienda, etc.) y de instituciones eclesiásticas
(profesores, médicos, bibliotecarios, obispos, abades, etc.).
Pierre sabía que iba a ser un buen rival dicho
Colegio con su idea de Universidad de Medicina en Puy. Pero contaba con la
ventaja de que la implantación en La Sorbona de la Medicina llevaba un pequeño
retraso. Tantas disciplinas en dicho colegio estaba dificultando la llegada de
suficiente número de alumnos para cada una de las especialidades, así como la
prioridad que los gobernantes tenían hacia las leyes, filosofía y teología.
En la visita panorámica que estaban realizando
hasta llegar al Palacio del Louvre, fueron admitiendo el olor que tenia la
ciudad de Paris. Era un olor en algunos momentos desagradable, era un olor
fuerte, a vida humana concentrada. La basura estaba presente por muchas de las
calles, y aunque muchas de ellas estaban siendo adoquinadas (sobretodos las
cercanas a palacios y edificios gubernamentales) el resto eran de arena. El
agua del río era turbia, el constante comercio, así como servir de vertedero a
la ciudad había ido deteriorando el bonito paisaje que el Sena tenia leguas
antes. Por ello la familia Real y parte de la nobleza, disfrutaban de sus aguas
en el Castillo de Vincennes, antigua residencia de los Reyes de Francia. Su
precioso bosque permitía además la cacería que tanto le gustaba a Felipe II Augusto.
La verdad que Paris era una verdadera fortaleza,
las murallas exteriores eran impresionantes, y varias puertas daban entrada a
la ciudad. A la salida de ellas un ramal de caminos conectaba Paris con el
resto de Francia. Pero no solo en el exterior, debido a las continuas
ampliaciones quedaban restos de murallas interiores. La comitiva se fue
acercando al Palacio del Louvre, y el Conde de Toulouse fue preparando los
documentos para pedir audiencia con el Rey. El tramite burocrático sería largo,
y esperaban que en varios días fueran recibidos. Mientras tanto tendrían que
buscar alojamiento en la ciudad y poder pasear por ella para disfrutar de toda
su grandeza.
Como era de esperar la audiencia con el
Rey se demoro unos cuantos días en los cuales las tres parejas visitaron y
pasearon por la ciudad y sus alrededores. Conocieron la ciudad de día y de
noche, realizaron un sinfín de compras que tendrían luego que transportar. Las
más encantadas las señoras, que no paraban de visitar comercios que no sabían
que podían existir.
Una de las noches asistieron a una
representación religiosa en el Templo de Saint Sulpice. Para ellos esto no era
nuevo, ya que los juglares del Languedoc ya interpretaban pequeñas comedias
románticas o satíricas sobre la sociedad de aquella época. Pero si que les
encanto ver la majestuosidad de la obra, las vestimentas de los actores, el
escenario donde se representaba. Lo que les tenia encantados era la grandeza de
todas las cosas que sucedían en Paris, pero también es verdad que había cosas
que les molestaba. La suciedad de la ciudad una vez te alejabas del centro, la
mendicidad y pobreza de una parte de la sociedad, la pillería de estos que
muchas veces caía en inseguridad cuando paseabas, hacía que echaran de menos
sus pequeñas ciudades.
La recepción fue breve, el Rey ese día
estaba indispuesto y se acorto el tiempo de recepción para todos los
visitantes. Se agradecieron mutuamente la presencia y confianza depositada
entre ambos, los servicios que estaban prestando al Reino de Francia, y la alta
estima que se confesaban. Felicito a los Condes de Foix y de Puy por sus
respectivos enlaces, y les entrego unos presentes como regalo. A continuación
el Secretario Real les hizo pasar a sus dependencias para comentar ciertos
temas.
Entre ellos estaba la mala situación en
el problema con los ingleses. Desde Londres llegan noticias de la enfermedad de
Juan I, su estado es muy delicado y podría acabar con su vida. En esos momentos
el príncipe Enrique solo tiene 9 años.
Todo indica que si asciende al trono la regencia la llevara William Marshall,
el mariscal de los últimos 3 reyes ingleses. Las negociaciones con el siempre
son difíciles, y eso que con el nuevo delegado ingles Enrique de Burgh las
cosas están funcionando mucho mejor. El cree que ser cuñado del Conde de
Toulouse puede ayudar en estos nuevos tiempos, y si a esto se une el joven
George de York, la cosa parece mejorar.
Otro asunto es el Languedoc, tras la
Batalla de Muret la Corona de Aragón se ha hecho mas fuerte y el Rey da por
perdidos esos territorios sino hay un nuevo enfrentamiento bélico. En este caso
de nuevo el Conde de Toulouse pasa a ser vasallo de Pedro II y se tendría un
enfrentamiento entre franceses. Por esto y aprovechando la presencia del Conde
de Puy, el cual llevo las capitulaciones de dicha batalla en el ya famoso
Tratado de Toulouse, pensaran en una política de casamientos para poder
anexionar algún día dichos territorios. Desde la península informan que el Rey
Fernando III esta decidido a conquistar los Reinos de Jaen, Sevilla y Cordoba
así como Extremadura. Mientras que Pedro II se ha adentrado en el mediterráneo
conquistando Mallorca, Menorca y preparado para adentrarse en el Reino de
Valencia. Por ello no le interesaría una guerra en el Norte contra Francia.
Y por último el Papa Inocencio III. El
Rey sabe de la obsesión por una nueva Cruzada, y que la encabece Felipe II Augusto,
cosa que no desea. El cree que sería buen aprendizaje para su delfín Luis “El
León”, con ganas de hallar fama antes de ser Rey. Felipe sabe de las buenas
relaciones que tiene el Conde de Puy con algunos de los altos cargos del
Vaticano, muy próximos a Inocencio III, por lo que vería con buenos ojos un
pequeño guiño hacia dicha solicitud. En contrapartida se necesita un nuevo
Senescal en el Languedoc (desde hace años suprimido por problemas con la Corona
de Aragón), y Pierre tenia todas las características idóneas para representar
dicha función.
El secretario termino de hablar y el
resto asintió con la cabeza, no era el momento de comentar nada ni de
preguntar, ya que había hablado en boca del Rey. Se despidió de ellos pues se requería
su presencia en el salón del Rey, entregando a cada uno de ellos unos
documentos para su estudio. Les acompañaron varios soldados a un salón contiguo
donde tomaron un refrigerio antes de salir de Palacio.
Cuando por fin salen de Palacio todos se
agolpan a comentar todo lo sucedido con el secretario. El mas enfadado es el
Conde de Foix, pues se ha sentido como enemigo de Francia, al haber apoyado a
los cataros en la guerra y haberse puesto al lado de Pedro II. Pierre les pide
calma, ha sido mucha información la que les han proporcionado y van a tener que
digerirla poco a poco. En un principio es como una especie de chantaje, o eso
les parece a todos, pero como persona que ha tenido que lidiar con asuntos
graves hay que intentar dar la vuelta a todo y que vayan en su beneficio.
El secretario no se ha andado con rodeos
y ha ido directo a los asuntos que quiere que se soluciones. En estos momentos
son grandes los lazos y amistades que les une y ese poder lo quiere utilizar el
Rey de Francia para su beneficio. Pues beneficiémonos todos de ello, y
sobretodo nuestros territorios. Siempre que Pierre hablaba la tranquilidad volvía
al seno del grupo. Clarise tenía hambre y propuso comer todos algo cerca y
poder recoger las cosas por la tarde para poder emprender el regreso a casa lo
antes posible. Ya nada les retenía en la ciudad de Paris, y la visita había
llegado a su fin.
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