CAPITULO XXVI. EL maldito DESTINO

Ni dicho y ni hecho. A la mañana siguiente empezaron los preparativos para el viaje, aunque quedaban mas de un mes para la partida, las mujeres querían tener todo preparado. La fecha elegida, después de la Semana Santa. Los hombres se reían de ellas, si la guerra fuera dirigida por mujeres, todos sabrían cuando iba a suceder las cosas, nada de imaginación, ni improvisación. Ellas se enfadaban con ellos, por lo arcaicos que eran los hombres, lo rudos y poco sensibles.

Durante los días previos a la marcha, Pierre mando mensajes a todos los embajadores de los Reinos con representante de Francia. Daba instrucciones para que Robert de Lis seria el encargado de llevar las relaciones diplomáticas a partir de ese momento. De esa forma entre el Consejero Real y Pierre sería más fácil discutir algún posible contratiempo. No quería que hubiera correos dobles que siempre podían llevar al error o la desconfianza, y que más que aligerar problemas los acrecentaba.

Como estaba previsto el día después del Domingo de Resurrección parte la comitiva para Puy. Un pequeño ejército de treinta soldados acompaña la expedición. No son unos viajeros cualquiera, van la Reina Madre y el Primer Senescal de Francia en ella. Pierre ya había informado a su madre de la llegada del sequito, para que dispusiera todo lo necesario para agradar a Blanca. Quería que fuera una temporada magnífica para todos.

Pero el destino les tenía preparado otro desenlace. A mitad de camino el pequeño Nicolás contrae unas fiebres que  no saben como detenerla. Los días hasta llegar a Puy se hacen interminables. Se manda buscar a Samuel el médico del hospital para que urgentemente fuera en busca de la comitiva. Las horas pasan muy despacio y la angustia se hace presente en cada uno de los miembros de la expedición. Elisée y Blanca no se apartan del lado del pequeño, el cual delira a todas horas. Cuando Samuel llega, indica que no continué el camino Nicolas. En una pequeña hacienda se habilita una habitación para el pequeño. La familia se siente honrada con la presencia de los Condes y pone a disposición de ellos todo el espacio necesario. 

Samuel manda a emisarios al hospital para que le traigan todo lo necesario para salvar la vida del pequeño. Molay y Blanca llegan al día siguiente. No podían esperar acontecimientos y deciden estar presentes allí. La noticia corre como la espuma por todo el Condado. El pequeño Nicolas se debate entre la vida y la muerte, y en todos los rincones rezan por la pronta recuperación del hijo del Conde. Los días pasan y la mejora no se produce. De repente Samuel comprueba que el niño tiene la enfermedad del costado. Dicha enfermedad es definitiva, y acarrea la muerte pero en un alarde de fortaleza habla con Pierre. Le indica que un libro de la abadía ha leído que en Damasco son capaces de sanarla. Con un pequeño dibujo sobre las partes internas del costado puede adivinar cual es el mal e intentar extirparlo. Necesitaría dos cosas, el libro y el permiso del Conde. Pierre da su consentimiento una vez consultada Elisée.

Samuel se hace acompañar por alguno de los médicos del hospital. Traen todo el material necesario para dicha intervención. Tras varias horas salen a hablar con Pierre y Elisée. La operación ha sido un éxito, tenía una perforación y estaban infectándose las tripas. Han conseguido detenerlo y limpiar todo, pero el pequeño ha perdido mucha sangre. Ahora todo esta en las manos de Dios. Las primeras horas son fundamentales para esta tipo de problemas, nada se puede hacer más que rezar.

A la mañana siguiente sobre viene la triste noticia, el pequeño Nicolas muere.

La desolación en la familia es enorme. Elisée no se lo puede creer, llora desesperadamente, sin poder ser consolada por nadie. La dificultad de la situación paraliza a Pierre. Un hombre acostumbrado a sacar lo  mejor de si en momentos de extrema dificultad esta en ese momento paralizado. El dolor de su mujer y de su madre le atenazan y le dejan sin palabras. La Reina Madre hace de tripas corazón y toma el mando en este caso. Ordena a los soldados preparar un carruaje para llevar el cuerpo del joven a Puy. Consulta con Samuel la mejor forma de trasladarlo, preparando un ataúd de madera blanca donde poder llevarlo. Pierre agradece a Blanca el esfuerzo que esta realizando. Lo que pensaban iba a ser unos días de relax se ha convertido en un infierno.

Al día siguiente todo esta preparado, Elisée y Blanca no se han separado del cadáver de Nicolas. Molay ha ido a la ciudad para realizar todos lo preparativos, el cementerio del Castillo ha sido acondicionado, las calles por donde pasará el séquito adecentadas para la ocasión. El párroco avisado para celebrar la misa de difuntos.

Cuando la comitiva llega a Puy las lágrimas empiezan a aflorar en las mejillas de la familia Brel. La ciudad entera esta en las calles viendo pasar al féretro que lleva a Nicolas. Ni un murmullo, ni un ruido, un silencio sepulcral solo roto por los aplausos cuando pasa el ataúd con sus restos. Elisée apoyada sobre Pierre no puede aguantar y en algún momento se desmaya, siendo transportada por varios sirvientes. Blanca desde el principio es llevada por varios sirvientes. Su cara esta desencajada, parece como muerta, el brillo de sus ojos ha desaparecido y solo la mano sujeta a Molay indica que todavía esta entre ellos.

El entierro es una unión de muchas sensaciones, tras las palabras del párroco Pierre agradece a todos los presentes los ánimos mostrados por todos hacia su persona y sus seres queridos. La perdida es muy importante y necesitarán días para salir de ello.La llegada al castillo no pudo ser más difícil, Elisée y Blanca fueron llevadas a sus respectivas habitaciones, Pierre dio orden de colocar a la Reina Madre en la habitación reservada para las visitas ilustres. Blanca se hizo cargo del pequeño Jacques, la muerte de su hermano le había afectado mucho y sobretodo la situación creada en su madre y su abuela.

De repente un grito de una de las sirvientas. Todos corriendo hacia el sonido que provenía de la habitación de Blanca. Molay subía las escaleras de dos en dos, parecía que tuviera veinte años. Pierre no era capaz de seguirle, y cuando llegaron se encontraron con lo peor. Blanca estaba tendida en el suelo. No sabían como pero estaba sin vida, su fuerte cuerpo curtido a lo largo de los años no había resistido la perdida de su pequeño nieto. El drama no había terminado. Cuando todavía los restos de Nicolas acababan de ser enterrados, Blanca fallece. Samuel llega corriendo  desde el hospital con varios ayudantes para ver si pueden hacer algo por su vida, pero todo es en vano. EL dolor ha sido demasiado grande para su gran corazón.

La GRAN DAMA DE PUY no ha resistido más. El dolor se apodera de los muros del castillo, el llanto de la servidumbre vuela de estancia en estancia. La noticia se filtra en la ciudad a una rapidez inusual. En menos de una hora, la explanada principal del castillo esta llena de ciudadanos portando una vela y rezando por el alma de Blanca. Pierre no puede dar crédito a lo que esta sucediendo, habla con la Reina Madre para que acompañe a Jacques y a Elisée en esos momentos. Los dos están todavía afectados por la muerte de Nicolas como para aguantar otro funeral. Blanca esta de acuerdo con Pierre, y se encarga de su cuidado. Molay esta en una silla del comedor cabizbajo, con la mano apoyada en la empuñadura de la espada, intenta entender lo que ha sucedido. El golpe ha sido demasiado duro. Pierre se acerca y apoya su mano sobre su hombro. Le indica si puede subir y elegir un traje para el entierro. Los ciudadanos desean despedirse de la GRAN DAMA, y las sirvientas se encargaran de vestirla con las mejores galas para la ocasión. 

EL velatorio se realizará en la Catedral de Puy para que todo el mundo pueda despedirse de ella. Molay y Pierre suben las escaleras y hablan con las sirvientes sobre los deseos del caballero. La elección fue difícil, pero entre todos se ponen de acuerdo. La elección es la mejor para que todos los ciudadanos contemplen a Blanca. Mientras tantos varios carpinteros construyen un ataúd a la altura de ella. Todo es en tiempo record. En el patio se oye a la multitud rezar por su alma. Cada vez son más los que se acercan a acompañar en las últimas horas a la familia Brel. 

El Regidor Louis acompaña a su tío Molay a las escalinatas del castillo. El Consejo entero esta entre la multitud para rendirle su  homenaje, y no molestar en estos difíciles momentos. Cuando Molay desciende las escaleras, es saludados por cada uno de los ciudadanos que se arremolinan a su alrededor. Sin saber como se crea un camino entre el castillo y el Consejo. Pierre mira desde la ventana la imagen que se esta produciendo en la explanada, no quiere participar de ella, ya que es el momento de que la ciudad de Puy recompense de alguna manera a los verdaderos artífices del crecimiento del Condado, Molay y Blanca.

Por ello no quiere quitar ningún protagonismo a Molay. El siempre ha sido una persona reservada, ocupando un segundo plano, pero es el momento de que reciba todas las condolencias de toda la ciudad. Molay esta destrozado por la muerte de Blanca y es el momento de que todos le arropen y le apoyen.

El traslado a la catedral de los restos de Blanca se efectuó a media tarde. Durante toda la noche se establecerá el velatorio. Pierre ha dispuesto que dos soldados velen el cuerpo de su madre con las mejores galas. Se ha engalanado la catedral para la ocasión, y el entierro se producirá a primera hora de la mañana en el cementerio del castillo. Al lado de Nicolas, su nieto preferido.

La noche es larga, Molay no se separa del féretro en toda la noche. Pierre esta casi todo el tiempo a su lado. Cuando reciben la visita de Elisée y la Reina Madre, la emoción se palpa entre las personas que están acompañándolos.  Cuando regresan al castillo las acompaña, tomando un pequeño refrigerio para recuperar fuerzas. Manda a varios sirvientes que lleven algo de comida a la sacristía para que Molay, Louis y alguno de los consejeros repongan fueras, o por lo menos beban algo de líquido. Son muchas horas y el cuerpo pasa factura. Las horas van pasando, y lo que era una noche cerrada, comienza a clarear con los primeros rayos de sol. El párroco ofrece una pequeña misa para los asistentes, previa a la que oficiará en el cementerio.

Tras  la pequeña homilía el féretro sale camino del cementerio. Ningún ciudadano se había quedado en casa, todos querían dar su último adiós a la GRAN DAMA. EL cortejo lo iniciaban Pierre y Molay, vestidos con sus mejores galas. En el cementerio les acompañaba, Elisée, Blanca, Louis y todo el consejo. El tiempo transcurría lento, parecía que no avanzaba. El silencio se mezclaba con los aplausos, afloraban todos los sentimientos de sus conciudadanos. Sin tiempo se llego al cementerio y tras unas palabras del párroco el cadáver de Blanca fue depositado en su tumba. Pierre agradeció a todos su presencia, pero en este caso unas palabras de reconocimiento hacia su madre salieron de su boca. El orgullo que sentía por ella, la vida que había llevado y la responsabilidad que había tomado en guiar el Condado durante su ausencia. Agradeció a Molay el apoyo de estos años y la necesidad de que continuara con ello. Se despidió de todos y tomando de la mano a Elisée marcharon hacia el camino.

Las semanas siguientes fueron difíciles. Elisée esta muy deprimida ante el golpe que habia recibido de la muerte de Nicolas y Blanca. La Reina Madre ayudaba en la organización del castillo y al cuidado de Elisée y Jacques. Pierre no quitó ojo a su mujer e hijo. Además apoya en todo momento a Molay, el cual necesita seguir con su trabajo para acostumbrarse a la nueva situación. 

Una circunstancia ayuda en esos momentos, vienen de visita Leonor y Elena, a las cuales lleva años sin ver. Pierre necesita recuperar a su mujer la cual ha caído en una depresión después de las últimas noticias.  
Estamos a comienzos del año 1234. Y el enlace real esta a la vuelta de la esquina. La Reina Blanca habla con Pierre sobre dicha celebración, ella tendría que marcharse en las próximas semanas. El Rey Luis IX ya esta informado de todo lo sucedido en Puy a mandado sus más sinceras condolencias. Pierre es de la familia, y es muy apreciado en la corte francesa. Además en el último mensaje Luis IX informa a su madre que si las cosas siguen igual en Puy, Pierre puede quedarse en el Condado y no realizar los documentos pertinentes al enlace, así como la ratificación de los acuerdos del Tratado de la Provenza.

Pierre le comenta a Blanca que no faltará al enlace Real, su posición de Primer Senescal de Francia es demasiado importante, y lo único que sucederá que redactará todo en Puy para viajar solo una semana antes a Paris, y retornar en cuanto se termine todos los actos protocolarios. Blanca así se lo transmitió a su hijo

Leonor y Elena sacan lo mejor de Elisée. Con la marcha de Blanca a Paris, rápido empiezan a cambiar las cosas en Puy. Las dos han venido acompañando a sus maridos para el enlace de Luis IX con Margarita de Provenza en la primavera. Pero una ocasión como esa no se puede desaprovechar , y convencen a Elisée de realizar algunos paseos por los territorios adyacentes a Puy. Elena propone surcar el río hacia alguna de sus ciudades portuarias, una buena embarcación que les lleve unos días por la rivera. En un principio Elisée no estaba muy decidida a realizarlo, pero al final entre todos la convencieron. Fueron unos días de relax de tres buenas amigas, recordando momentos de la juventud, cuando el comienzo de sus caminos todavía no estaban escritos. Jacques se quedo en Puy con su padre.

Tras unos días de paseo, volvieron a la rutina. Aunque el tiempo había sido corto, el cambio en Elisée había sido significativo. La sonrisa volvía a aparecer en su rostro, y aunque en momentos puntuales el dolor y las lagrimas volvían a sus mejillas, el tiempo era cada vez más corto. Lo de Pierre y Molay era de otra pasta. Ninguno de los dos pareció verse afectado por ambas muertes. En ambos casos se centraron en sus trabajos, volcándose una vez más en el Condado y el Reino de Francia. Y además acompañando y apoyando a Elisée. La fortaleza de ambos era digna de mención por parte de los ciudadanos que les rodeaban. Louis intento cargarle con el menor papeleo posible, y el Consejo agilizó en muchos casos tramites para recortar el tiempo de presencia con ellos. Todos colaboraron para que el tiempo pasara lo más rápido posible y de esa forma volver a la mejor de las normalidades.

A principio de Junio, Pierre acompañado de Elena y Leonor marchan a Paris para el enlace Real. Elisée no se encuentra con fuerzas para asistir a la boda de Luis IX por lo que se queda en Puy, y no les acompaña en dicho viaje. La despedida en las escaleras del castillo es conmovedora. Las tres amigas fundidas en un silencioso abrazo, que trasmitía todo el amor que se confesaban. De igual manera fue el beso que Pierre le dio a su mujer, todo ello acompañado por la presencia impertérrita del Caballero de Molay. EL abrazo entre los dos hombres fue de un choque de fuerzas impresionantes. Los meses pasados desde el fallecimiento de Blanca habían hecho que entre los dos se generara un sentimiento familiar, que no se había producido en vida de ella. Por ello la despedida fue  más dolorosa que en otras ocasiones. Pierre le indico que no estaría mas de tres semanas en Paris, por lo que a mediados de Julio esperaba estar de vuelta.

La boda fue el acontecimiento del año en toda Europa. Desde el enlace de Federico II ningún gran rey había contraído matrimonio y la paz ayudaba a que todas las monarquías estuvieran presentes y disfrutaran de aquellos días. Pierre hizo de tripas corazón, y se mantuvo firme en su cargo, realizando todas las labores que  el tenía que llevar a cabo. Se mostró sonriente todo lo que pudo, pues no quería ofender a su Rey, el cual se preocupo y mucho del estado en que se encontraba. Luis IX tuvo palabras de cariño hacia él en su discurso del banquete, y eso sonrojo a Pierre. La Reina Madre le acompaño como dama ante la falta de Elisée. La verdad que los días que paso en Paris todos hicieron que se sintiera lo más cómodo posible, y que olvidara, si es que es posible, las desgracias surgidas a principio de año.

Tras la boda, y según se fueron cerrando y firmando los acuerdos pendientes, la presencia de Pierre era cada vez más testimonial. El buen trabajo de Robert de Lis así lo atestiguaba. Luis IX quería pasar unos días de descanso en el Castillo de Orleáns, así que todo se resolvió de una forma bastante rápida. En uno de los últimos consejos, Pierre comunico al Rey y a Consejero Real su marcha hacia Puy. Estos le felicitaron por el gran trabajo realizado y en las condiciones que se tuvo que realizar. Le despidieron no sin antes indicarle que esa era su casa y que recordará que seguía siendo el Primer Senescal de Francia. 

Pierre les indico que no lo olvidaría, y que intentaría volver a Paris para el siguiente verano, cuando la situación familiar se hubiera estabilizado. La sorpresa de Pierre fue saber que Isabel y Clarise le acompañarían a visitar a Elisée. Los Condes tenía que quedarse unos días más tratar temas con el Consejero Real, pero ellas estaban deseando acompañar a su amiga en esos momentos tan amargos.

El viaje fue de lo más rápido, la navegabilidad del Loira ayudaba y mucho, por ello en las fechas que Pierre había dicho se encontraban de nuevo en Puy. Y no solo él, sino con visita incorporada. Elisée se hecho a llorar cuando los vio, su rostro mostraba una mejoría, pero todavía tenia esa mira esquiva en muchos momentos. El castillo había tomado una imagen nueva, Elisée para salir de su depresión había decidido darle un toque más moderno, cambiando algunas dependencias, decorando las ventanas con pendones y flores, reubicando la cocina en el exterior del castillo. Y Molay había sido su cómplice. Necesitaba nuevos objetivos, y la remodelación del castillo le pareció una magnifica idea. El ya no iba a necesitar la habitación que compartía con Blanca, pero Elisée insistió en que permaneciera en el castillo, así que se hicieron algunos cambios para reacondicionar a todos.

Las semanas que pasaron hasta las fiestas de septiembre de Puy fueron esplendidas. Los dos Condes llegaron a la semana y se incorporaron al grupo. Pierre les enseño las mejoras que Molay había introducido en todo el  Condado e intentaron realizar excursiones que hacia años que no realizaban. Por las mañanas paseos a caballo, entrenamientos con espada y por las tarde visitar la ribera del río acompañado por las mujeres. El tiempo parecía que se había detenido, mejor dicho que había retrocedido.

A principios de Septiembre Molay y Louis se presentaron para charlar con Pierre. El Consejo tenía una duda y querían debatirlo con el. Tras los sucesos de Nicolas y Blanca habían decidido suspender las fiestas, sabían del dolor que tenían y no querían incomodarlo con celebraciones donde la alegría y algarabía estuvieran presentes. Pierre se levanto y les dijo: “Los ciudadanos de Puy han trabajado duro para conseguir lo que tienen y no seré yo el que suspenda las fiestas. Mi madre Blanca querría verlos disfrutar de esos días, y no solo a él, sino a todos los ciudadanos de Puy. Así que todo seguiría como estaba planeado” Molay y Louis aceptaron las palabras de Pierre e informarían al resto del Consejo. La única condición, la misa de fin de feria sería en honor a los dos difuntos.

Pierre dio su consentimiento, levantándose y acompañándoles junto al resto para comer todos juntos.


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