CAPITULO XI. EL Condado de Puy

Amaneció rápidamente, y Blanca como buena anfitriona, estaba despierta desde muy temprano supervisando para que los preparativos fueran excelentes. En aquella época hacía una buena temperatura como para desayunar en el pequeño patio privado que tenia el castillo. Allí prepararon los sirvientes todo lo necesario para agradar a los invitados. El primero en bajar fue Pierre que así pudo charlar un rato a solas con su madre, confesiones entre ellos que era necesario. Pierre no quería dejar a su madre de lado en este momento tan feliz y así se lo hizo saber. Ella estaba encantada con Elisée, la conocía solo de un par de horas, pero le había trasmitido la mejor de las impresiones. 

Mientras charlaban se dieron cuenta que Molay estaba merodeando arriba y abajo por el castillo. Estaba preparando la visita de Pierre a las diversas zonas de su territorio, y no quería que nada saliera mal, por ello había mandado que se preparara todo para la inspección. Todos le querían agradar, era un señor que no se había metido en nada en lo concerniente al Condado durante años y había confiado en las decisiones de Molay y Blanca sin poner ningún reparo. Por eso querían agradarle con las mejoras que se habían producido. 

Estaban entretenidos con un divertido tema cuando apareció Elena, se unió a la conversación entre madre e hijo y poco rato después Molay también tomo asiento. Elena era muy discreta y no quería molestar, estaba un poco para ayudar a su prima en tomar ciertas decisiones, y para sentirse un poco mas arropada delante de la familia de su prometido. Pero se había dado cuenta que había sido acogida Elisée con la mayor de las bendiciones. Blanca la había tratado desde el primer instante como su hija, y eso hacía que todo funcionará de una forma muy normal. Elisée fue la ultima en aparecer por el patio, sonrió al verlos a todos y estos la recibieron con un caluroso aplauso, tenían hambre y estaban deseando comenzar.  

La verdad que alrededor de la mesa salían cantidad de conversaciones, no se perdía ni un minuto y se aprovechaba cada instantes para sacar temas nuevos. El plan era que las mujeres visitaran el castillo y los aledaños para saber como celebrar el enlace. Tendrían que visitar la iglesia para hablar con el párroco, comentarle la presencia de Domingo de Guzmán y muy posiblemente la del Obispo de Narbonne, para celebrar el enlace. Se tendrían que adecentar alguna de las casas de huéspedes para invitados, y ampliar algún ala del castillo para habitaciones. La verdad que durante años nadie había pasado por allí, pero si el Conde de Puy se casaba,  se esperaba que tuviera descendencia y por lo tanto permaneciera épocas en el castillo, recibiendo visitas de personas allegadas. Pierre había comentado poco a su madre la misión que estaba llevaba a cabo, y la nueva que le habían encomendado. Su fama como diplomático, persona con gran conocimiento de las leyes, así como su imparcialidad y profesionalidad le había hecho ser respetado por todo el Languedoc. Pero no solo allí, su nombre resonaba entre las paredes del Vaticano en cuanto había problemas eclesiásticos, y su amistad con Enrique, marido de Leonor de Tolose le había hecho relacionarse con la rama inglesa de los Ducados de Normandia, Gascuña y Aquitania.

Por ello Blanca sabía que el tiempo de permanencia en Puy sería corto. Todo tendría que estar preparado para recibir visitas de cierto postín, que hiciera que se sintiera tan ajusto que no quisiera marcharse de allí. Eso crearía cada vez mas lazos con su propiedad y mas sentimiento de pertenencia.

Fueron días muy intensos, entre las fiestas, las recepciones y banquetes con la alta sociedad de la ciudad y los condados y señoríos de alrededor. Las visitas a los campos, haciendas, y obras, los preparativos de la boda, y alguna escapada de los prometidos para visitar algún entorno romántico donde poder estar un rato a solas,  se fue consumiendo el tiempo de estancia en Puy. La relación entre Blanca y Elisée era magnifica, ni la presencia de Elena entre ellas había creado algún tipo de roce. Habían visitado a alguna de las mejores tiendas de la ciudad para encargar parte de los preparativos y adornos del enlace.

Elisée había decidido hacerse el vestido en Carcasone, así podría ir haciéndose las pruebas con relativa facilidad, e ir viendo su evolución. Blanca tenía claro la idea que ella tenía y le había enseñado el que quería llevar ella. A Elisée le encanto, era muy moderno, y adecuado para acompañar a Pierre al altar. Elena era la dama de honor y viendo lo que ambas habían elegido, vería en Carcasone algo que conjugara ambos estilos. Para ellos un mes antes del enlace podía trasladarse con su prima y encargarlo.

Mientras tanto Molay había enseñado a Pierre las nuevas infraestructuras que había planeado para la ciudad y para el entorno. En previsión de un ataque por parte enemiga necesitaba aumentar las defensas. Por el momento había reforzado las murallas del castillo y la ciudad, pero había ideado una especie de canal que haría de foso de agua entre parte de la ciudad y el castillo. Por medio de unas esclusas se podía desviar el agua del rio Loira y dejar el que el rio rodeara el castillo. Se habían construido varios pozos nuevos para abastecimiento en caso de asedio (técnica muy usual en aquella época para la conquista de ciudades). 

Pero no solo a nivel defensivo se había invertido. Por encima de la ciudad se habían construido canales en forma de acequias que llevaban el agua a zonas de tierras bastante fértiles y que tenían que estar regadas constantemente. Se habían mejorado los caminos, las parcelas se habían delimitados para no crear problemas entre los arrendatarios y además por idea suya se había creado una cooperativa de estos. Muchas veces era difícil tener ciertos utensilios un de ellos, por ejemplo un arado, por lo que era mas fácil compartirlo entre varios. Aquí es donde aparecía Molay, era el administrador de la cooperativa, sabiendo las necesidades de todos los miembros iba comprando lo que se iba necesitando. Creo un cuadrante para la utilización de dicho material, y todos tenían que pagar por ello. Este reembolso económico se podía hacer de dos maneras, en el momento del alquiler o en el momento del pago de la cosecha. Lo bueno de la cooperativa era que todo lo recolectado se vendía junto, negociando Molay el mejor precio por todos ellos, repartiendo equitativamente luego los beneficios entre los miembros. De esa forma se evitaba los intermediarios en los mercados y las luchas entre los pequeños arrendadores por colocar su producto. Se empezó a dar prestamos basado en las técnicas Templarias que había conocido en su viaje a Tierra Santa. Con ello incentivaba la inversión y comercio de sus miembros y por lo tanto que la cooperativa creciera.

La idea le maravillo a Pierre, empezaba a entender por qué su condado había crecido tanto desde que se marchó. La ciudad había crecido, por qué todos tenían algo que ganar. Los impuestos se habían minimizando, y aunque las tierras eran del Conde todos sacaban beneficio, merecía la pena trabajar por ello. Se habían realizado documentos de arrendamientos de mayor duración, y la ayuda de la cooperativa había creado una filosofía de trabajo común. Se habían introducido algunas nuevas variedades agrícolas y ganaderas para no tener que importarlas de fuera, y estaban en fase de prueba. Pero todos coincidían que tenían que ser autosuficientes en un gran tanto por ciento y encima poder exportar al resto. Habían decidido apostar por los vinos y quesos, se había introducido cabras en una de las zonas boscosas para crear dicho queso, y se seguía manteniendo las buenas condiciones del queso de oveja. Para ello se habían creado dos pequeñas haciendas con amplios establos para poder cuidar y guardarlas. En cuanto a las vides se habían realizado mejoras en los terrenos y un mejor control de las podas y recogida de la uva.Las bodegas estaban en plena renovación para poder albergar la nueva cosecha.

Pierre estaba encantado, veía a Molay con expresión de felicidad cada vez que le contaba alguna nueva mejora. Lo último era el comercio de la ciudad. Se había creado una agrupación de artesanos que tenía participación en la vida de la ciudad. Se había creado la figura de “Comisario”, encargado de  supervisar el cumplimiento de las normas  que la agrupación había creado para sus miembros. Tambien supervisaba el Mercado de final de mes, resolviendo los conflictos que pudieran surgir. A las personas que accedían a dicho mercado se les informaba de las normas que había que cumplir durante la celebración del mismo. Para evitar los problemas derivados de la situación de los puestos, orden, etc, respecto de los locales propios de la ciudad, se creó una comisión encargada de repartir el terreno existente en la plaza y calles aledañas para el día del mercado. Se señalaron con cal y cada persona que quería colocar un puesto se le entregaba un distintivo en la puerta de acceso por parte de dicha comisión. Esto había creado un ambiente sano entre los distintos comerciantes, encargándose solo de su venta. Cuando alguno estaba disgustado por algún motivo, por su situación, comerciantes rivales, etc, trasmitía su queja a la comisión que lo evaluaba y solucionaba antes del siguiente mercado. Se creo una tabla de impuestos acorde con las ventas, para que los comerciantes no se vieran perjudicados, pero la ciudad saliera ganando. Parte de dicho dinero se reutilizaba para limpiar y asear la ciudad una vez terminado el mercado, ya que era mucha la suciedad que se acumulaba durante dicho evento. Se había acondicionado una zona a las afuera de la ciudad donde se llevaba dicha suciedad amontonándose y quemándose cada 15 días. Eso había reducido la presencia de ratas y otros animales que trasmitían enfermedades perjudiciales para la salud del hombre. Molay había visto como los musulmanes quemaban después de las batallas a los muertos para reducir el riesgo de enfermedades, aunque la idea había partido del medico de la ciudad, que había estudiado en Damasco, y había aconsejado algunas de las practicas que allí había aprendido.

Pierre estaba cada vez mas contento con el trabajo que Blanca y Molay habían realizado en el Condado durante el último año. Habían avanzado no un año, sino veinte, o esa era la imagen que a él le daba. Quería darles una sorpresa, por eso por la mañana había bajado a la cocina y había dado instrucciones para que por la noche se celebrara una cena por todo lo alto. El día anterior había contratado a unos trovadores para que amenizaran la cena con música y había encargado unos fuegos de artificio, muy de moda en esa época, para toda la ciudad. Quería despedirse a lo grande. Al día siguiente era domingo 27 de Septiembre y tras la misa acababa la fiesta. Ellos marcharían al día siguiente y quería celebrarlo con todos. Por ello quería un baile popular en la plaza de la ciudad después de la misa, y varios barriles de cerveza y vino serían servidos para que los ciudadanos despidieran como se merece estos días de fiestas. La agrupación de artesanos se había enterado de los movimientos de conde y uno de sus representantes le hizo llegar la noticia de que ellos pondrían dos asados para el disfrute de los ciudadanos en honor de los prometidos. En ese momento es cuando Pierre comprobó la implicación que la gente tenía en la ciudad y en su modernización y crecimiento. Cada miembro lo tomaba como algo suyo y por eso todos iban de la misma mano. Había salido de una ciudad pequeña hacía un año y había regresado a una ciudad moderna.

Cuando hubo terminado la comida y se disponían a subir a sus habitaciones Pierre dio orden a los sirvientes para entregar una carta a cada uno de los invitados a la fiesta. Quería que fuera una sorpresa, pero también quería que fueran para la ocasión. El había visitado diversos comercios para tener un detalle para cada uno de ellos y quería que lo lucieran esa noche. Para Molay era un cinturón nuevo con herrajes de plata, que soportara y luciera la enorme espada que siempre llevaba consigo. Para su madre una esplendida diadema, con forma de flores, con relieves en plata. Elena era una persona encantadora que se había desvivido por su prima sin prestar ningún tipo de reparo a lo largo de estos días y al largo viaje que se había producido, para ella un precioso colgante, jalonado con una piedra de Ojo de Tigre, que proporcionaba todo tipo de suerte para ella,. Y el último de los regalos era para Elisée, la verdad que había dudado sobre que comprarla, hasta que se decidió por una capa de color negra por el exterior y roja por el interior, con el cuello levantado para enseñar la belleza del que la portaba. Había comprado algunos souvenir para alguno de los amigos que habían dejado en Carcasone y Tolouse, a los cuales se los entregarían cuando llegaran.

La hora de quedar fue sobre el atardecer, quería que vieran una representación de los trovadores antes de comenzar la cena. Esta iba a ser larga en el tiempo, por lo que los platos intentarían distanciarse para no terminar embriagados con tanta comida. En contra de la costumbre de la época, Pierre había dispuestos que fueran en pequeñas cantidades, para poder saborearlos todos. Así sobre las siete fueron apareciendo cada uno de los invitados con sus mejores galas y los presentes que les había regalado el anfitrión de la cena. Cada uno de ellos se había esforzado al máximo para que esa última noche fuera lo más especial posible. Tras unos breves abrazos y besos, tomaron asiento en el comedor del castillo y comenzó la representación. Era una burla sobre las nuevas noticias del conflicto entre Felipe II Augusto y Juan I Sin Tierra, sus batallas, y sus problemas dentro de la corte, amoríos y su relación con el Papa, al cual caricaturizaban y ridiculizaban como un diablo vestido de blanco. Pasaron un rato divertido entre risas y aplausos. Sirvieron un vino dulce que amenizo el teatrillo. Cuando hubo acabado y tras aplausos por parte de todos, cantaron canciones picaronas sobre los devaneo de la corte y vaticano, que hizo las delicias de todos.

Era el momento de empezar con la cena. Los músicos se pusieron mas serios y comenzaron a interpretar baladas mas acordes con la situación. Pierre se hizo rodear por su madre y Elisée, mientras que Molay se situó entre Blanca y Elena, la cual no se separaba de su prima. Los sirvientes fueron pasando los diversos platos que Pierre había seleccionado para la ocasión. De esa forma fueron disfrutando de la comida y de la compañía. Al son de la musica fueron riendo y conversando, Molay saco a bailar a Elisée y lo mismo hizo Pierre con su madre. Elena parecía haberse quedado sin pareja pero uno de los trovadores se percato rápidamente y la invito al baile. Todos rieron y Elena se puso roja como un tomate. Así fue pasadandose una divertida noche. La comida fue excelente y la música acorde a lo que se requería. 

Una vez terminado y mientras tomaban el postre se les dio de cenar a los músicos, Pierre quería que estuvieran preparados para el espectáculo final. Se había preparado unas sillas cerca de uno de los ventanales del comedor, y nadie sabia para que. Pierre se coloco en las sillas con el resto de invitados y a una orden suya comenzó una música mas suave de lo normal, para de repente un estruendo salpicar el cielo de Puy. El maestro de artificio había compuesto un magnifico castillo de fuegos,que acompañado con la suave música de los trovadores hizo las delicias de las mujeres. Pierre se levanto y comprobó como la población se había comenzado a remolinar cerca de la plaza del castillo para ver tan delicioso espectáculo. Cuando hubo terminado los aplausos eran un estruendo tanto fuera como dentro del castillo. Pierre y los invitados bajaron a la explanada y saludaron al artífice de tan bonita obra y de paso recibieron los vítores de las personas que se encontraban en los alrededores.

Tras un breve paseo volvieron al castillo donde terminaron charlando sobre las anécdotas pasadas y todas las sorpresas que Pierre había dispuesto. Cansados de tantas emociones se fueron despidiendo para retomar fuerzas para el día siguiente. Elisée y Pierre se quedaron un ratito mas, cerca de la ventana contemplando las estrellas. Estaban felices por el viaje,y ademas  les había dado tiempo a estar juntos varios días seguidos, cosa que no habían conseguido en todo el tiempo que habían pasado en el Languedoc. Se habían conocido y habían intimado mas que todo el tiempo anterior. Estaban deseando llegar a Carcasone y empezar con los últimos retoques del enlace. Sabían que Pierre tendría que redactar el Informe Final, pero podrían estar juntos y visitar a alguno de sus amigos. Para ello Pierre había pensado ir mas directo,atravesando la zona boscosa de Les Cévennes , en lugar de pasar por Alès y Nîmes, ir directamente a Florac para seguir hacia Le Vigan rodeando Montpellier por Lodève y terminar en Beziers. Con ello esperaban ahorrar mas de un día de viaje, al pasar por rutas menos transitadas. El esfuerzo sería mayor pero merecería la pena. Aprovecharían una tarde noche para estar en Narbonne y así hablar con Paul y de paso informar a la familia de Elena que se quedaría en Carcasone unos meses mas. Con tantas emociones el tiempo paso rapido y se despidieron hasta el día siguiente.

Un buen desayuno reponedor todos se encaminaron hacia la iglesia para asistir a la misa que daba por finalizada las fiestas de septiembre. Como siempre la pena se adueño de muchos de los parroquianos, pero no sabían lo que les esperaba. Con las ultimas palabras del párroco, comenzó el jubileo a las afueras de la iglesia. Todos corrieron a ver lo que pasaban y descubrieron varios barriles de esplendido vino y cerveza, así como dos asados que estaban a medio hacer y que se habían colocado en mitad de la plaza. Varios trovadores hacían las delicias de los mas pequeños con sus picaras canciones, y la mayoría de los ciudadanos se habían acercado a contemplar el fin de fiesta. 

Pierre aprovecho para decir unas palabras desde la puerta de la iglesia y acompañado por toda su familia, el párroco y parte de los miembros mas importantes de la sociedad de Puy. Felicito y agradeció a todos su entrega y comportamiento por el bien de la ciudad y por estas merecidas fiestas, e invito a todos a saborear el asado. Todos se felicitaron en las escalinatas de la iglesia, estrechando la mano del Conde y deseando una rápida vuelta a la ciudad. El día se hizo de lo mas corto que uno se podría imaginar, y menos mal que Pierre había dado orden a los soldados y los sirvientes de que prepararan todo para partir el lunes en cuanto se levantaran y desayunaran, el camino era largo de nuevo y había que recortarlo varios días. Todos estaban deseando llegar a casa y ver a la familia por lo que estaban contentos con la decisión del Conde.


La vuelta al castillo fue de una tristeza inusual. Blanca sabía que al día siguiente se irían y no volverían hasta la primavera. Se había acostumbrado a su presencia y ahora los iba a echar de menos. En el camino fue abrazada a su hijo, agarrándole de la mano con fuerza, Pierre la beso varias veces en la mejilla y la dio animo, solo eran unos meses hasta que se volvieran a ver. Cuando llegaron subieron a las habitaciones para terminar de preparar los últimos flecos y al día siguiente desayunar todos juntos tranquilamente. 

Así fue, por la mañana estaban todos alrededor de la mesa devorando un delicioso desayuno para coger fuerzas para el viaje. Blanca había dispuesto comida para el viaje que se había colocado en los burros. No querían que la marcha dilatara mucho el momento de la despedida, ya que los sentimientos estaban a flor de piel. Habían sido días felices durante las fiestas y ninguno quería acabar con un mal recuerdo. Se dieron los abrazos y besos correspondientes, más largos de lo normal y con alguna lagrima en la mejilla. Pero todos coincidían en verse relativamente pronto, para la primavera. Pierre abrazo con fuerza a Blanca y estrecho con más fuerza aun la mano de Molay. Montaron en sus caballos y salieron del castillo. Una última mirada y saludo despidió a la comitiva cuando iniciaban el camino de regreso a casa.

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