CAPITULO XVII: Idas y Venidas desde Paris

A primera hora de la mañana partian de la ciudad. Entre todos habían contratado un carruaje para las mujeres, además de dos mercenarios para su protección. El tema principal durante los días de regreso siempre se centro en la conversación con el secretario. Todos tenían claro que tendrían que informar a Enrique y George de las manipulaciones que se estaban llevando a cabo, para que estuvieran al corriente. Cuando llegaron a Orleans se enteraron de la noticia, Juan I de Inglaterra había muerto. Mandaron un mensajero a Carcasone con documentación para Enrique, deseando poder hablar con él lo más rápido posible, se citaban antes de diez días en la ciudad de Tolouse.  

Pierre y Elisée cambiaron de recorrido, no volverían a Puy, sino que acompañarían al resto a Carcasone. Tendrian que forzar la marcha, asi que cuanto menos trasladaran mejor, por ello en Orleans contrataron con un comerciante el envio de todos los enseres al palacio de Tulouse, asi como la devolución del carruaje a Paris. Todos montaron caballos y tomaron lo indispensable. Como Clarise estaba embarazada, los Condes de Foix se quedaron en Orleans y se encargarían de todo, contratando soldados para escoltarlos durante esos días


El resto marcho a prisa hacía Toulouse, el viaje era largo y agotador, y había que llegar cuanto antes. El camino era de unas noventa y cinco leguas y cada dia tendrían que hacer un poco mas de nueve. Eso quería decir que cada dos horas o tres tendrían que parar a comer  y beber tanto ellos como los caballos, y darles un pequeño descanso andando sin montar en ellos. 

Al tercer día más o menos tendrían que cambiar los caballos para poder seguir ese ritmo. Así fueron pasando los días esperando que el mensajero hubiera llevado la información a tiempo. Cuando de repente vieron una figura de un jinete a galope. Era de nuevo el mensajero, y no habían pasado ni cuatro días. Cuando llegaron a su altura todos se pararon y le dieron de beber, ya que el pobre venia exhausto. Raimond le pregunto si había pasado algo. Este les contó lo siguiente.

Una vez abandonado el grupo cabalgo sin descanso hacia la población de Limoges, cambiando a caballos de refresco que le hicieran acortar el tiempo. Cuando estaba a punto de llegar, en uno de los establos le informaron que en Limoges unos comerciantes que habían estado en la última cruzada habían informado de la utilización de palomas mensajeras entre los reinos musulmanes, para que la información se transmitiera mas rápidamente. Estos habían empezado a utilizarlos con otros comerciantes de los alrededores y tenia entendido que el gremio de los artesanos había conseguido tener una red de palomas hasta la ciudad de Tolouse. Esto acortaba la distancia de  Limoges a Tolouse en un cuarto, y por lo tanto se pudo informar a Enrique y George de lo que pasaba mucho antes. 

Ademas los espías ingleses, ya habían comunicado el fallecimiento de Juan I y habían reclamado a ambos a Londres, partiendo lo antes posible hacia el puerto de Bordeaux. Estaban de preparativos cuando recibieron el mensaje de Raimond Roger , por lo que estarían en la ciudad de Tolouse en el plazo indicado.

El Conde agradeció al mensajero el esfuerzo realizado. Podía descansar en la próxima posada un par de días o continuar viaje con ellos. Agradeció a su señor el detalle pero prefirió continuar con  el resto el viaje hacia Tolouse. El camino fue angustioso, pues aunque sabían que Enrique los esperaría, querían contarle todo lo que el Rey Felipe II estaba maquinando en Palacio. 

Cuando llegaron al Palacio de Tolouse se encontraron con una buena cena preparada por parte de Leonor y Elena. Ahora una paloma mensajera había avisado de su llegada por la tarde. Fueron recibidos con abrazos y besos por parte de todos. Entre ellos estaba el obispo Paul, lo cual extrañó a Elisée, pero lo paso por encima y se sentaron a la mesa, en una de las explanadas. La  buena temperatura de finales de Agosto permitían cenar bajo las estrellas, y con un buen fuego conversar hasta tarde. Durante la cena fueron explicando cada uno los últimos sucesos, la entrevista con el secretario del Rey, los mensajes desde Inglaterra, los preparativos para la marcha, el camino de regreso desde Orleáns, etc. 

Elisée pregunto entonces a su prima que iba a ser de ella, cuando George se levanto con una copa y se dirigió a los comensales. Este indico que para que no existiera ningún problema para que Elena le acompañará a Inglaterra este le había pedido matrimonio y ella había accedido. Todos levantaron su copa y brindaron, los hombres estrecharon las manos de George y las mujeres besaron y apretujaron a Elena. Pero eso no era todo, con la premura ellos querían casarse ya, y habían elegido la capilla del Palacio de Tolouse para dicho enlace,de ahí la presencia de Paul. Querían hacerlo al día siguiente, y pedían su autorización a Raimond Roger para poder celebrar dicho enlace. Isabel soltó unas lagrimas por su mejilla , al igual que Elisée. Raimond Roger se levantó y desenvaino su espada alzando la copa al cielo, diciendo en voz alta “Nada de la Capilla, será en la Catedral. Que así sea, mañana tendremos Boda”.

Nadie cabía de gozo entre los asistentes a la cena. Rapidamente llamaron al encargado de la cocina para preparar un banquete de acuerdo a los contrayentes. Que empezarán a organizarse todo, enviaran sirvientes a los comerciantes para tener a primera hora todo preparado. Que se contratará mas personal para el servicio de entre las personas mas afines al Conde, pequeña nobleza de la ciudad y burgueses. Había que engalanar la Capilla con flores y alfombra roja, tenia que estar todo preparado. El horario se pospuso por encima del mediodía para asir de tiempo de preparar a la novia. El vestido venia en camino desde Carcasone, las modistas habían estado trabajando los últimos cinco días sin descanso para llegar a tiempo. 

El Conde pidió un vino dulce para celebrarlo, y aunque el cansancio era evidente entre todos, la adrenalina del momento hacía que se olvidarán todas las preocupaciones.

Como siempre fue Pierre el que se dirigió a Enrique. Durante los últimos días había tenido mucho tiempo para pensar en las palabras del secretario. Pregunto a Enrique por la política que seguiría ahora Inglaterra  , y como veía el todo. Este le comento que William Marshall se haría cargo momentáneamente de la regencia del reino, donde Enrique III sería nombrado Rey con solo nueve años. La reina madre  intentaría intervenir en la política, como ya lo había hecho con Juan I. Los barones estaban muy revueltos en Inglaterra y eso estaba animando a Irlandeses y Escoceses a pedir su independencia. William quería estabilizar el reinado del joven Rey en Inglaterra para luego preocuparse por el resto. 

Por eso había llamado a Enrique y George, la política que habían seguido en los territorios franceses era magnifica y quería que siguieran por ese camino. Sospechaban lo que Pierre les había contado, el Rey Felipe II quería ganar territorios, y que los ingleses estuvieran preocupados por Inglaterra debilitaba Aquitania, Normandia y Gascuña. Igual que el Languedoc se veía peligrar debido al avance de Pedro II por el mediterráneo. Felipe II era muy astuto y había estado esperando su ocasión después de Muret y Bouvines. Estaba claro que tenia que disuadir a Inocencio III de su guerra santa para poder centrarse en sus objetivos en su propia Francia.

Pierre escuchaba en silencio, y asentía con la cabeza cada uno de los razonamientos de Enrique. George dijo entonces, esto es una partida de ajedrez que se esta jugando en Francia, el Rey quiere su tablero y hay que intentar jugar bien con las fichas, pues las fichas son personas y guerras de verdad. Tendremos que pensar en un buen plan de alianzas, tratados, y casamientos para conseguir la estabilidad en todo este juego, con el menor derramamiento de sangre posible. 

El día siguiente llego demasiado deprisa, todavía resonaban las conversaciones entre los asistentes a Palacio. No hubo tiempo para descansar, y la ciudad parecía que había cambiado. Isabel se había afanado en dar instrucciones para que la boda de Elena se realizara de la mejor forma posible, y aunque ella en su modestia había indicado en varias ocasiones no era importante, una boda era una boda. El vestido llego a tiempo y Elisée junto a Leonor ayudaron a vestirse a la novia. Paul estaba en la catedral ordenando y preparando el enlace. Desde la partida de Fulko, el secretario había sido el encargado de organizar todo y el pobre hombre no era un dotado para estos menesteres. Estaban a la espera de un nuevo Obispo para la zona, ya que la recuperación de Fulko no iba por buen camino y su amnesia, así como su estado físico no mejoraba.

Pasado el mediodía los invitados estaban sentados en los bancos de la Catedral de Tolouse, los Condes a la cabeza, Leonor hacia de madrina de George y Enrique venia de la mano de Elena. Fue un oficio emotivo, donde se citaron muchas anécdotas personales de estos últimos meses. Acabado todo fueron a Palacio donde les esperaba un pequeño banquete. Parte de la sociedad alta de  Tolouse había sido invitada, para dar un poco mas de brillo al enlace. Los trovadores hicieron las delicias de los asistentes y aunque al día siguiente tenían que partir hacia Bordeaux no se escatimo en nada.

A la mañana siguiente todo estaba preparado desde muy temprano, todos tenían que ocuparse de muchos y diversos asuntos. Durante el desayuno mantuvieron diversas conversaciones, entre las que destacaba el momento importante de organizar una nueva cruzada e involucrar al Rey Felipe II. Estaba claro que con la edad del joven Enrique no tendría que participar en ella, aunque si algunos barones ingleses. Eso daría tiempo a poder llevar a cabo parte del plan que se habían trazado la noche anterior para mantener el tablero quieto. Una red de palomas mensajeras tenía que crearse en el Languedoc para poder llevar lo mas rápido posible  toda la información. Enrique mando llamar a un comerciante, el cual sería el enlace con Inglaterra. Todas las noticias desde allí seria transmitidas siempre por esa vía. Las mujeres lloraban antes de la despedida, sabían que la distancia era mucha entre ellas, y en los últimos meses habían estado muy unidas. Tras los besos y abrazos pertinentes, las dos comitivas marcharon hacia sus lugares de destino, unos hacia Inglaterra, otros hacía Puy.

Durante el otoño de 1216 la correspondencia es continua entre los protagonistas. Tienen varios frentes abiertos y la diplomacia tiene mucho que hacer. El Rey Felipe II Augusto a reunido tropas cerca del Condado de Maine, esto a incomodado a William Marshall, regente de Enrique III. Por otra parte los Barones Ingleses se están moviendo contra el regente ingles, ya que este ha mantenido las restricciones de la nobleza inglesa dictadas por Juan I, así como los altos impuestos que tienen que pagar a la Corona. Se huele a revuelta de barones. Todos piensan que William lleva demasiados años en el poder y se necesita un cambio. George y Enrique trabajan en una reunión de todas las partes que tranquilice el panorama en Inglaterra, ya que los barones están apoyando el independentismo de Escocia. Eso hace que los territorios franceses  estén al descubierto de un ataque francés.

Por otro lado Inocencio III ve en ese movimiento de tropas una vía para su misión de una nueva Cruzada. Felipe II no puede negar lo que tiene, y antes esta una guerra santa por reconquistar Jerusalen. Según cuenta Domingo y Cencio, se ha establecido un nuevo Concilio para el 14 de febrero de 1217. Lo antes posible, para que no empiecen una guerra Inglaterra y Francia que interfiera tan deseada cruzada. Cencio esta negociando con Inocencio III los comandantes que dirigirán a las tropas en tierra santa, y aunque el elegido era Felipe II Augusto, últimamente toma fuerza el nombre de Andres II de Hungría, ayudado por Luis “El León” Delfín de Francia y varios Barones Ingleses, para así mantener la paz entre los Reinos Cristianos. De esa forma Pierre cumpliría uno de los deseos del Secretario Real.

Durante ese tiempo Pierre había viajado a Zaragoza a presentar sus respetos a Pedro II El Catolico, sus victorias en Mallorca y Menorca, así como el avance en el Reino de Valencia eran muy meritorias. Su fama como secretario en el tratado de Tolouse, así como sus relaciones con el Vaticano y los Condes del Languedoc , le hacían una persona interesante para reyes y nobles. Fue una visita relámpago donde informo al Rey aragonés de los movimientos que se estaban llevando a cabo en Francia e Inglaterra, las intenciones de Inocencio III, y la situación de los Reinos Cristianos de la Península. Insinuó en varios momentos la necesidad de algún tratado o casamiento para afianzar los lazos con Francia para que no volviera a suceder lo de Muret. Se comento la no participación en la nueva Cruzada, pues bastante tenía Aragón luchando contra los infieles en su propios territorios , aunque siempre mandaría algún destacamento como buena voluntad hacia el resto de Reinos. Pensaba visitar Toledo para hablar con el Rey Castellano, pero noticias desde el Vaticano hicieron tener que desistir. La primavera sería buena fecha y así se lo mando por carta al secretario del Rey.

Los primeros meses de invierno sirvieron para poner en orden todas las ideas entre Domingo y Pierre. En el Concilio no solo se iba a declarar un Cruzada, sino que se iban a tratar otros temas, que aunque para muchos no eran tan importantes, podían modificar algunas de las estructuras de la Iglesia


Ellos saben que Inocencio III centra su obsesión en Tierra Santa, la recuperación de Jerusalem es su prioridad, y este ha empezado a mover sus hilos sobre la posibilidad de una nueva cruzada que embarque a alguno de los reyes cristianos. Esto le distraerá del asunto cátaro y sin Fulko y con la ayuda de Cencio poner fin a la condición de herejía que les ha perseguido durante el último siglo. El informe final se revisará en dicho Concilio y tienen que repasar los plazos que habían diseñado para convertirlos en una Orden Mendicante a los ojos de la Iglesia. Los Dominicos están haciendo una magnifica labor y eso tiene que ser una ayuda para que lo vean como un modelo a seguir. 

Tendrán que partir a mediados de Enero hacia Roma, así que el tiempo se les hecha encima. Eliseé quiere asistir a Roma y conocer la ciudad, Pierre accede y marcharán el 18 de Enero. El viaje será tranquilo ya que Domingo desea inspeccionar el estado del bajo clero por las zonas de transito.

Las informaciones desde Inglaterra no son malas, después de un pequeño alzamiento de los Barones en noviembre contra William, se ha conseguido en la navidad un tratado de paz. En él, los Barones firman obediencia al Rey, pero William Marshall renuncia a la regencia del joven Enrique III a favor de Enrique de Burgh, pasando George de York a ser Secretario Real. Estos por su parte reciben los titulos de Duque de Kent y Duque de Seridane comprometiéndose a estudiar con los Barones un nuevo documento sobre la recaudación de impuestos en la nobleza. En caso de Cruzada, y debido a la temprana edad del Rey, William Marshall encabeza una delegación con las tropas inglesas en Tierra Santa. De esta forma Escocia se tranquiliza, ya que durante el gobierno de William Marshall se ha visto perjudicada. Enrique de Burgh ha mandado una delegación para informar de los nuevos planes del joven Rey para dicho territorio.

El Rey francés por su lado esta inquieto con tanto movimiento. Ve como el momento de poder haber anexionado algún territorio se ha pasado y sigue de manos cruzadas. La diplomacia le esta ganando la partida y eso le enfurece, ni las buenas palabras y consejos de su Secretario le animan y aunque sabe que es una partida larga,  y todavía no ha movido ficha.




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