CAPITULO VI: Torneo de Justa en Carcasone

Tanto a Pierre como a Domingo les costo conciliar el sueño. Cuando todavía no había amanecido ya estaban en el salón dispuestos a realizar el camino, el cual no les llevaría mas de dos horas. Richard también estaba esperándolos para recibir novedades. Una vez informado sobre el viaje y el tiempo que se quedarían en Carcasone, les acompaño a los establos donde montaron en sus caballos y desaparecieron entre los primeros rayos de sol.

El camino fue corto, más de lo esperado, y la conversación fue casi nula. Los dos iban escuchando sus propias ideas, y centrándose en el papel que les había tocado vivir. Lo poco que hablaron fue como estructurar la conversación en el Palacio. La implicación y apoyo de los Condes de Tolouse y de Foix iba a estar clara, pero del Obispo no tenían una idea clara de por donde iba a salir. La verdad que tendrían que centrar todo en la implicación de la Iglesia, la acción pastoral que se iba a llevar a cabo,y lo que eso iba a beneficiar a su obispado. Estaban dando los últimos retoques cuando empezaron a divisar las almenas de Carcasone. La Cite era magnifica, y las nuevas murallas que se estaban construyendo daban una dimensión mucho mas grande a su belleza.

Pasaron entre las calles que daban acceso al Palacio, en cuya explanada de armas ya estaba preparado todo para el Torneo de Justas del domingo. Desmontaron de los caballos e informaron a uno de los pajes que se encontraba en la puerta de quienes eran, indicaron la posibilidad de ver al Conde de Tolouse antes del banquete para informarle de los avance realizados en su misión. Le presentaron un documento para identificarse firmado en el Tratado de Tolouse. El paje les acompaño hasta un pequeño salón, donde unos criados trajeron zumo y algo de fruta, para que repusieran algo de fuerza del viaje, acompañado con unos panecillos recién salidos del horno. Al instante apareció el paje que les había recibido a la entrada del palacio, informándoles que le acompañaran. Les informo de que habían tenido suerte, ya que el Conde estaba todavía desayunando, y que debido al Torneo de la tarde no había salido a cazar, como era costumbre, para guardar fuerzas. Le acompañaban su señora Isabel, el Conde de Foix y su prometida Clarise y Paul Ollande, Obispo de Narbonne. Domingo y Pierre se miraron, la suerte les acompañaba, todos reunidos en un desayuno. El día comenzaba bastante bien.

En cuanto entraron y fueron presentados, el Conde de Tolouse se levanto a saludarlos. Era una persona muy cercana, y los años de Cruzada no le habían hecho cambiar. En el campo de batalla era fiero como el que más, pero una vez en Palacio le gustaba vivir una buena vida. Después del saludo presento a los comensales, Paul Ollande se levanto y se acerco a Domingo, indicándole las ganas que tenía de conocerle. Mientras tanto el Conde de Foix acerco unas sillas a la mesa, haciendo un hueco para ambos. Pierre diplomático como siempre les indico que no querían molestar, y que podían esperar para darles la información a los tres, que no era cuestión de interrumpir un agradable desayuno para las señoras.

Las dos marcaron una sonrisa en su rostro y el Conde de Foix solo dijo que hablaban de Torneos, y de cuando el Obispo quería casarle en Narbonne con su prometida Clarise. Quería que fuera una reconciliación formal con la Iglesia dicho matrimonio, después de todas las desavenencias de los últimos años. El Conde era un guerrero implacable, pero tenia fama de mujeriego. Le encantaba el campo de batalla, sus soldados le adoraban, y participaba en cuanto Torneo de Justas había a lo largo del Languedoc. Pero después de la muerte de su esposa, necesitaba herederos para su condado. El Obispo había propuesto ya una fecha y estaban debatiendola en esos momentos. Le preguntó a Domingo sobre que festividad era el 23 de Noviembre, y rápidamente comento:

 ” excelencia ese día es la festividad de San Clemente, papa y mártir de nuestra Iglesia, y no podía haber elegido usted un mejor día”. Todos se quedaron impresionados de la capacidad de memorización de Domingo. Paul Ollande se levanto y propuso ese día para celebrar los esponsales entre Raimond Roger  y Clarise en Narbonne. Aceptado por todos, la mirada se desvió hacia Pierre entonces. 

El Conde de Tolouse devolvió el documento acreditativo y le pregunto por su presencia en Palacio junto al Dominico. Pierre pidió permiso para levantarse y una vez aceptado paso a informar. Su locución fue magnifica, Domingo asistía a ella extasiado por la facilidad de palabra de su amigo. Pierre fue desgranando cada uno de los puntos que la noche anterior habían discutido en el salón del monasterio. Hacia constantes referencias al Obispo para buscar su complicidad, involucrarlo en el proyecto. Las señoras oían atentas a Pierre. Lo que siempre eran cuestiones aburridas de Palacio en ese momento se había traducido en una conversación interesantísima.

El monólogo de Pierre no era interrumpido por ninguno de los presentes, todos asistían con la cabeza de vez en cuando o suspiraban por alguna de las felices ideas que se estaban desarrollando en esa sala. Los dos Condes se levantaron en algunos momentos y paseaban cabizbajos por la sala, El de Tolouse se acerco a una de las ventanas y estuvo un tiempo pensativo, como divisando la ventaja que dicho Informe traería para el Languedoc. Poco a poco se fue hablando de la misión de los dominicos, de la reforma del clero llano, del apoyo del Obispo de Narbonne, de la debilidad del catarismo en esos momentos, de la reorganización de los cátaros bajo el brazo de la Iglesia, las ordenes mendicantes, el trabajo con las poblaciones y comunidades, la nueva situación del Languedoc, parecía que no se iba a acabar, cuando de repente Pierre finalizó su locución. Dio gracias a los asistentes por la paciencia  prestada y finalizó de la siguiente manera :

“ Señores sabemos que la información presentada es grande y densa, pero dentro de casi 40 días tenemos una oportunidad única con la boda del Conde de Foix aquí presente. Alguno de los perfectos cátaros asistirá a dicho enlace, encabezado por su hermana Esclarmonde. Creemos que es el momento ideal para concertar una reunión con los perfectos, para unificar criterios que puedan llevar a conseguir la paz definitiva del  Languedoc. Señoría, usted tiene el papel mas difícil, informar al Papa de los movimientos que estamos realizando por el bien de todos.Pero también el mas agradable, será el epicentro de dicha reunión, el moderador de todos. Creemos que sería bueno que pensarán sobre lo que hoy se ha comentado en esta sala, y que en los próximos días antes de partir cada uno hacía nuestros destinos debatamos de nuevo los pasos a tomar en los próximos meses. Muchísimas gracias a Domingo por haberme dejado expresar unas ideas que hemos compartido ambos durante largo tiempo y que he tenido el privilegio de poder haberlas expuesto a sus señorías. Muchas Gracias”

En un principio el silencio fue el que presidio la sala, cada uno de los presentes exteriorizo sus pensamientos de una forma distinta, unos cabizbajos, otros andando, pero todos meditaron las palabras de Pierre. La primera en hablar fue la Condesa Isabel. Miró a su esposo y le comento las ventajas de dicho plan para el bienestar del Languedoc. La felicidad de todos, y él, Conde de todo eso. Por fin después de tantos años de guerras, excomuniones, invasiones y torturas, el Languedoc libre de ese yugo. Eso significaba prosperidad para todos y por lo tanto un territorio mejor que gobernar. El Conde sonrió y beso la mejilla de su esposa. Todos asistieron a aquellas palabras con expectación, cuando de repente Raimond dijo “ hemos venido aquí para una fiesta, y la fiesta ha de continuar. El martes nos reuniremos de nuevo en el desayuno para fijar los puntos que tendremos que realizar cada uno. Felicitar a Domingo y Pierre por tan magnifico trabajo y por la dedicación que están prestando por que la paz sea duradera en todo el Languedoc, pero hasta entonces disfrutemos. Quedan invitados los dos a nuestro Torneo”. Entonces se levantó y llamo a una persona del servicio, le indico  que buscará sitio en alguna de las estancias reservadas para los invitados, que Pierre y Domingo se quedarían hasta el martes como invitados suyos. Se despidieron hasta el banquete.

Cuando estuvieron solos se felicitaron de lo bien que había ido el desayuno con los Condes y el Obispo. Hablaron de aparcar hasta el martes el informe y tratarán de disfrutar del día. Buscar relaciones diplomáticas seria bueno, ya que vendrían señores y caballeros de los alrededores, así como algunos miembros de la nobleza. Un paje les acompaño a sus aposentos para un descanso y un lavado merecido antes del gran banquete. Pierre le entrego un juego de ropa para que lo adecentará, ya que la única ropa que llevaba era con la que había partido de Puy hacia ya mas de 5 semanas. Carcasone era un buen sitio para encargar varios trajes de gala, pero ahora era imposible dada la premura de tiempo. 

Después de lavarse y arreglarse las vestimentas, los dos pasearon un rato por la ciudad. Había tiempo hasta la hora del banquete. Fue una vuelta muy entretenida. Por primera vez Domingo pregunto por los sentimientos de Pierre hacia Eliseé. La cara de Pierre era de felicidad cuando hablaba de ella. Quería sorprenderla el día de la boda del Conde de Foix e iba a encargar un traje de gala espectacular. Paseando pasaron por varias sastrerías, mirando en cada una de ella y pensando cual sería la afortunada. Domingo le dio la bendición, sabía la dificultad de tomar el camino del matrimonio y más con una persona cátara. Pero conociendo a Pierre sabía que no sería una locura, sino algo pensado y meditado en lo mas hondo de su corazón. El tiempo iba pasando y las risas entre los dos contertulios apareció.

Habían sido pocos los momentos en que habían estado juntos, pero habían sido muy intensos y con una responsabilidad muy grande. Eso había hecho que el conocimiento mutuo fuera muy fuerte e intenso. Después de mucho caminar terminaron en la explanada del Castillo que estaba siendo acondicionada para el Torneo del Domingo. Algunos caballeros estaban pasando por una de las tiendas que se habían instalado para apuntarse al Torneo. Domingo le indicó a Pierre que se apuntará a la Justa, su habilidad con las armas era conocida durante la Cruzada y ahora era un buen momento para disfrutar. En un principio Pierre desoyó la invitación, pero tras insistir Domingo dijo que lo pensaría. No tenia el vestuario apropiado para un juego de ese calibre, pero vería si el Conde de Tolouse, señor del Castillo, tenia alguna armadura vieja y podía hacer algo con ella. Domingo insistió en hablar con el Conde urgentemente, la participación de Pierre subiría el nivel del Torneo.

El convite estaba a punto de comenzar, con tanto paseo y charla, había ido pasando el tiempo sin que ninguno de los dos supiera que hora era. Aprovecharían el baile después del banquete para preguntar al Conde. Fueron al salón, que estaba engalanado para la ocasión y comprobaron que todavía no había aparecido los Condes de Tolouse. Conversaron con alguno de los comensales, haciéndose las presentaciones respectivas. Dos pajes fueron indicando a cada una de las personas asistentes su lugar en la mesa. Cuando aparecieron los Condes, y tomaron asiento en la mesa presidencial, el resto tomo asiento. La comida fue excelente, con vino de la zona riquisimo, todo acompañado con una conversación con los invitados de lo más distendida en hace años. Serían en total entre 40 y 50 personas. Para el baile de la noche quizá unos cuantos mas y al día siguiente rondarían el centenar. La verdad que Pierre empezó un poco desubicado, hacia mucho tiempo que no estaba en una fiesta y se le notaba la falta de practica. 

El día fue avanzando y todo fue mas entretenido y distendido. Varios juglares hicieron las delicias de la sobremesa con sus cánticos. Domingo se retiro con el Obispo a rezar y de paso comentar los avances que se estaban produciendo. La situación papal, y que política se estaba siguiendo después de la derrota en la Cruzada. Pierre aguanto un poco mas, quería disfrutar de un paseo de nuevo por la ciudad y encargar sus trajes en la sastrería que había visto por la mañana. En uno de los intermedios aprovecho la ocasión para preguntarle a Raimond si tenia varias armaduras en el castillo y podía prestarle una para la Justa. El Conde le respondió que sin problema, iba a estrenar una nueva, ya que la inactividad después de la Cruzada le había hecho tomar algunos kilos de mas. Las cacerías y los torneos no eran comparables al ejercicio en el campo de batalla. Y ya no digamos los atracones.

Llamo a uno de sus pajes para que le acompañara al cuarto de armas e inspeccionara lo que necesitaba. Así que desapareció de la fiesta del salón tras los pasos del paje. Tras observar lo que allí había se dio cuenta que no necesitaría nada. El Conde era muy caprichoso, y tenia una colección de armaduras increíble. Pierre reviso todo para comprobar la que podría valerle, ya que la complexión del Conde y la suya era parecida y con las correas podría ajustarla mejor  a su cuerpo. Tomo entonces el pasillo que le llevaba a la explanadada del castillo donde estaba la tienda de inscripción. Dio sus datos y continuo camino de la ciudadela.

Se acerco hasta hasta la sastrería y entablo conversación con los dueños, una familia encantadora que llevaba muchos años en la ciudad con su negocio. Entablaron conversación sobre lo que Pierre necesitaba, y se dejo aconsejar por las nuevas tendencias. Al final fueron dos los trajes que reservo, dejando el resto del pago a la entrega. Pierre no llevaba tanto dinero encima, así que tendría que ir a la encomienda templaria que había a las afueras de la ciudad para retirar dinero. El dueño le dijo que el tenia cuenta con los templarios, que podía transferir dinero directamente con ellos sin necesidad de traerlo en efectivo, simplemente con el documento que acreditaba esa transacción. A Pierre le pareció estupendo. El tiempo de entrega seria de unas 3 semanas, tiempo suficiente para llegar a la boda en perfecto estado. Como no sabía donde iba a acomodarse durante ese periodo, sería Pierre el encargado de recogerlos en la tienda. Una vez estrechadas las manos salio de la tienda sonriente hacia las afueras de la ciudad.

Como tenia ganas de pasear y no estaba atardeciendo pensó dirigirse a la encomienda templaria y realizar la operación de pago al sastre. Durante el camino fue observando los campos de vides que había, algunas ya recogidas y otras esperando a serlo. El paisaje era bastante bonito, ademas el cielo se había nublado lo justo para que no apretara el calor del atardecer. 

Cuando llego a la encomienda fue recibido por un joven aprendiz, explicado el motivo de la visita. Fue llevado a presencia del hermano tesorero que se encargo de dialogar con Pierre. Tras unos breves minutos de charla sobre las necesidades de Pierre y la información y documentos que necesitaba el templario, se dispusieron a llevar a cabo la transacción. El templario conocía perfectamente a la familia Martens, dueña de la sastrería y con la cual trabajaban habitualmente para la confección de sus hábitos y capas. Esto agilizaba todos los tramites, al estar registrados en sus cuentas, y no tener que abrir una nueva. No llevo más que unos minutos en redactar el documento para el sastre del incremento de su cuenta. Una vez acabado el templario le ofreció un refrigerio, el cual fue aceptado por Pierre. Hablaron sobre la situación del Languedoc, el trabajo de la Orden en Tierra Santa, los problemas económicos y políticos de la Iglesia, la situación de las Ordenes Militares en este periodo sin Cruzadas, y sin querer el tiempo se fue echando encima. El templario le ofreció un caballo para llegar a palacio, ya que andando se iba a quedar sin luz, pues iba a ser una noche bastante cerrada. Y aunque el camino era corto mejor aprovechar. Al día siguiente iban a ir a ver y participar en el Torneo y ya lo recogería. Podía fiarse del Conde de Puy, ambos rieron. Pierre le dio las gracias y se dispuso a partir hacia el castillo.

Llego y acababa de comenzar el baile. Como había supuesto por la mañana, el número de personas había aumentado, y el jolgorio era mayor. El ritmo de la música invadía las dependencias del castillo. Pierre busco con la mirada a Domingo, pero tras un primer vistazo no lo diviso. Se mezclo un rato entre los asistentes, pero con pocas ganas de trasnochar, ya que a la mañana siguiente tenia que prepararse para el Torneo y había que descansar. Tras un buen rato de cortejo por parte de algunas jóvenes y no tan jóvenes damas, así como los respectivos bailes, terminó escapándose a su habitación. Ni rastro de Domingo, ya hablarían en el desayuno.

A la mañana temprano coincidieron en el pequeño salón donde se ofrecía el desayuno a los invitados. Se saludaron y preguntaron casi las mismas cosas, comentando cada uno como había pasado la tarde, uno en la sastrería y otro en compañía del Obispo. Domingo le indico como estaba la situación en la Iglesia, y que para sus propósitos sería bueno una Cruzada en Tierra Santa. Eso haría que la gente desviará su atención del Languedoc y poder trabajar tranquilos durante un periodo largo de tiempo. Tenían un pero en todo esto, Fulko de Tolouse estaba dando demasiada guerra. Después de  la batalla de Muret y con el acuerdo de Tolouse, había sido ninguneado por el Conde de Foix y eso no lo  perdonaba. Estaba dolido y con rencor, lo que hacía de el un mal enemigo. Paul le había visitado para tranquilizarle cuando fue ordenado Obispo, ya que eran los dos altos cargos de la Iglesia en el Languedoc. El recibimiento fue malo, Fulko tildo de blando a Paul,y aunque este último es muy dialogante terminaron enfrentadoss. La suerte de todo esto es que Inocencio III necesita una nueva cruzada y sabe como es Fulko y los problemas a los que ha llevado a la iglesia por su tozudez. Pierre le comento que iba a participar en la Justa y que así pasarían un rato entretenido y se olvidarían de todo.

Acabado el desayuno fueron al cuarto del Conde donde estaban las armaduras. Domingo le acompañaba y un joven que haría las veces de mozo durante el Torneo. Durante un rato estuvieron paseando por el cuarto hasta que se decidieron por una de ellas, pensaban que era la que mejor se ajustaría y así fue. La parte inferior entraba como un guante, y la superior solo había que soltar las correas en la parte de los hombros. El aspecto de Pierre era estupendo. Tomaron un casco con visera frontal, muy de moda en esos tiempos. Cuando estaban saliendo apareció el Conde de Tolouse con su armadura reluciente. Tras los comentarios pertinentes se encaminaron hasta la explanada para comenzar. Por el camino se les unió el Conde de Foix, su planta era espectacular. Se decía de él, que todos los días hacia varias horas de entrenamiento en armas para estar siempre preparado para el combate, y la verdad que en esos momentos uno lo creía. Cada uno fue a su tienda donde descansarían hasta el momento de la llamada. En total eran dieciocho los participantes. Para que todos tuvieran un par de justas se habían dividido en grupos de tres caballeros. Cada uno de ellos realizaba una justa con los otros dos pasando a la siguiente ronda el que mas veces ganaba. En caso de empate a victorias el que menos tiempo había tardado en desmontar al contrario. Si persistiera el empate habría una justa de desempate. De los seis campeones se volvería a hacer dos grupos de tres, siendo la final entre los dos campeones de cada grupo. 

El Torneo se fue desarrollando durante toda la mañana. Presidido por el obispo de Narbonne y acompañado por la Condesa Isabel. Algún noble de avanzada edad , que Pierre no conocía, les acompañaba en la tienda presidencial. El número de gente fue aumentando según iba pasando el tiempo. Cuando se fue acercando el momento decisivo la explanada estaba totalmente abarrotada, los comerciantes que allí habían podido instalar sus puestos estaban haciendo el otoño en cuanto a beneficios, sobretodo en bebidas y comidas. Cuando se llego al medio día quedaban ya solo dos justas para decidir los finalistas.

En el grupo Oro el Conde de Tolouse se enfrentaba al Caballero de Le Mére. En el grupo Plata el Conde de Foix se enfrentaba a Pierre, que había maravillado durante el Torneo por su fina estrategia en cada justa. Los primeros en aparecer fueron el grupo Oro. El Caballero de le Mére era famoso en el Languedoc, su violencia en los Torneo era opuesta a sus modales en Palacio. Una persona que le gustaba disfrutar de todas las bendiciones terrenales, en cuyo castillo se fomentaba las artes y la música, y cuyas fiestas eran de las mejores en todo el Condado. Iba a ser un duro enemigo. Presentaron armas a la presidencia, el Conde acerco la justa a su esposa, la cual le ató un pañuelo granate. El Caballero a una joven damisela, ante la algarabía de alrededor. El choque fue espectacular. El Conde arremetió con energía pero Le Mére no se quedo atrás. Tuvieron que realizar varias cabalgadas hasta que en una de ellas el Conde cayo al suelo. Rapidamente salieron varios mozos para socorrerle, pero Raimond se reincorporó,levantando el casco enfurecido. Le Mére se acerco trotando a su lado, saludándose deportivamente. El estruendo fue mayúsculo. Era el favorito de la juventud.

Acabado la justa, tocaba el turno al grupo Plata. En la presentación el Conde de Foix bajo la justa con su prometida Clarise, mientras que Pierre no presento la suya. Una decepción corrió entre muchas de las invitadas que deseaban ser la agraciada. Una vez colocados en sus lugares de partida, comenzó la justa. En un principio parecía desigual, la fortaleza del Conde contra la pericia de Pierre. No parecía suficiente. Pero se comprobó que el Conde de Puy encajaba bien los golpes. Es verdad que nunca le llegaban a impactar directos y al pecho, siempre conseguía en el ultimo momento evitar la lanza, o que esta impactará de refilón. Tras varias cargadas, el Conde de Foix estaba furioso, no se le había resistido nadie en tanto tiempo, y fue descuidando su flanco. Eso lo aprovecho Pierre que impacto con toda su fuerza y derribo del caballo al Conde. El golpe fue tremendo y quedo inconsciente. No se lo esperaba y por eso el daño fue mayor. Varios mozos lo llevaron a su tienda y lo tumbaron. Apareció el medico y Clarise rápidamente. Pierre desmonto y se acerco. En ese momento le pasaron por la nariz un bote pequeño y el Conde empezó a estornudar y sobretodo blasfemar. Todos rieron y Clarise le abrazo con todas sus fuerzas, después del susto era lo mínimo que se podía esperar. Pierre le saludo y se dieron la mano. “Ya me las pagaras” , le dijo el conde riendo y se incorporó de un salto para ver la final del Torneo. 

El Conde de Tolouse y el de Foix, se incorporaron a la tienda presidencial. No esperaban ver la final desde allí, pero era lo que tocaba. Saludaron a los dos finalistas y estos se desplazaron a sus respectivos lugares. La final tuvo poca historia. Pierre había ido aprovechando los descuidos de cada unos de sus rivales, pero Le Mére era un competidor casi perfecto. El físico ya no estaba como a principio del Torneo y eso se notaba. Esta era la sexta justa, y en alguna de ellas el numero de cargadas había sido elevado. Tras cuatro cargadas Le Mére impacto sobre Pierre y todos creían que se acababa. Como un gato panza arriba consiguió mantenerse e incorporarse, para el delirio de todos los asistentes. Pierre sujeto la lanza con más fuerza que nunca y cabalgo con todas sus fuerzas al encuentro de Le Mére. El choque fue brutal, Pierre cayo enseguida al suelo y Le Mére aguanto un breve instante, para también caer al suelo tras intentar reponerse encima del caballo y no conseguirlo. Había perdido Pierre, pero había demostrado su valía durante todo el torneo y la buena fama que de el se tenia en el campo de batalla como gran estratega.

Tras la entrega de corona para el vencedor, así como algunos detalles, y algún que otro beso, todo terminó con unos barriles de cerveza para el publico asistente y participantes. Entre copa y copa las carcajadas y felicitaciones sobrevolaban las conversaciones. Fue un rato divertido, que terminó con una comida en la explanada. El Conde sabia como hacer las cosas, y lo tenia todo preparado. Dos buenos asados aparecieron desde las cocinas, y apoyados en dos vigas de madera fueron troceados para los comensales. Regados ademas por patatas asadas, verduras frescas, y ensaladas. Pan recién horneado hacia las delicias de todos, y vino , que no faltará. Para el pueblo asistente, el Conde había hecho preparar pollos y conejos, que estaban siendo repartidos, para el jubileo de todos.

El resto del día fue  de diversión y despedida. La mayoría de los comensales fueron abandonando el castillo a lo largo de la tarde noche, y solo los invitados mas selectos permanecieron hasta la mañana siguiente. Pierre aprovecho el día posterior al Torneo por pasear tranquilamente por la zona. Montando a caballo paseo por varios de los campos que rodeaban Carcasone. Domingo estuvo toda la mañana conversando con el Obispo, y preparando la reunión del día siguiente. La verdad que fue un día de relas para todos después de varios días de intenso devenir. 

El martes temprano fueron citados de nuevo al desayuno los mismos protagonistas, tras departir unos buenos manjares, comenzaron a conversar sobre el tema que les había reunido. La verdad que todos tenían las ideas bien claras sobre el tema. Estaba claro que tenían en su mano poder arreglar el tema del catarismo, y eso era importante. El Obispo fue el primero en tomar la palabra. Indico que la decisión del Conde de Foix de casarse con Clarise, una joven cristiana reconocida, y encima en la Catedral de Narbonne en una omilia oficiada por el mismo , era un comienzo esperanzador. Ademas que asistieran la mayoría de los nobles que habían apoyado al Conde de Toulouse, era un síntoma de que nadie estaba  en contra de la Iglesia. Eso le había transmitido al papa Inocencio. Creía que era buena idea el  tener una reunión con los perfectos cátaros para poder avanzar un plan de introducción en la Iglesia Católica. El Papa estaba de acuerdo pero pedía apoyo para la nueva Cruzada en Tierra Santa y convencer a Fulko de Tolouse.

El Conde de Tolouse indico que ayudaría con su presencia en la boda e intentaría convencer a Fulko de la necesidad del cambio que se estaba produciendo en el catarismo,y su reorientación a los brazos de la Iglesia. Pierre y el Conde de Foix no participaron esta vez, asintiendo a cada una de las explicaciones que se estaban realizando. Domingo se puso en pie y dijo:

“ Creo que es el momento de ponernos manos a la obra, durante este mes largo que queda hasta la boda, Pierre y yo vamos a realizar ciertos viajes a comunidades con pasado cátaro, para estudiar la situación en la que están. Por otra parte los miembros de la orden dominica, seguirán aumentando la presencia en el Languedoc, llevando la palabra de Dios por cuantos sitios sea necesario. El nuevo hospital de Mirepoix abrirá sus puertas en breve, y tenemos en mente rehabilitar la Abadía de Lagrasse con la ayuda de la comunidad de la zona. El Obispo Ollande esta informando de la reforma que se esta llevando dentro del clero y de la cercanía que ahora se tiene con los ciudadanos. Eso esta minimizando el avance cátaro y por lo tanto despejara las dudas existentes en personas como Fulko. Creo que sería buena fecha finales de febrero, principios de Marzo para celebrar la reunión con los perfectos. Podemos decidir una fecha y lugar y que el Conde de Foix se lo transmita a su hermana y. Nosotros se lo transmitiremos al conocido perfecto Sebastian Iché”

Todos se miraron, y de repente se oyó una fecha, 19 de marzo, día de San Jose. Esa fue la fecha elegida. Sin más se levantaron y fueron despidiéndose. Llevaban varios días en Carcasone y era el momento de partir. Cada uno tenía asuntos que arreglar antes de volverse a encontrar el día de la boda de Raimond Roger. Pierre y Domingo recogieron sus pertenencia  y marcharon de nuevo a Fanjeaux. Durante el camino fueron hablando de muchísimas cosas, estaban muy animados con todo lo sucedido estos días en el Castillo del Carcasone. El descanso en el monasterio iba a ser breve, tenían que recorrer mucho territorio en muy pocos días y había que guardar suficientes fuerzas.. 

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