CAPITULO XIII. El misterio de FULKO


El domingo todos estaban instalados en la nueva casa, los sirvientes aprovecharon el dia de mercado para comprar lo necesario para estar en condiciones de habitabilidad. Lo justo para Pierre y para ellos, ya que al dia siguiente continuaban la marcha el resto de la comitiva. Durante una semana estarían solos, y podrían ir preparando todo despacio para cuando llegaran. Lo mas inmediato era la comida y cena de ese dia, y en eso habían concentrado sus esfuerzos. Domingo se alojo en la casa de huespedes de la orden, aunque aparecio para la comida, al igual que el Obispo, que se acerco despues de la misa de doce.

Todo estaba preparado, Paul les comento que el delegado papal llegaria en cualquier momento, ya que quería informarse antes de los temas que se iban a tratar. Pierre entrego una copia del Informe Final al obispo. Dicha copia era una de las que habian realizado los escribientes del monasterio de Fanjeaux para los asistentes a la reunión. Estas se habían realizado en un tiempo record, y había mantenido ocupado a diez monjes durante varias semanas. La sorpresa era Fulko, no había dado señales de vida. El mensajero había vuelto de Toulouse sin saber el día que llegaria a Narbonne, por lo que se preveia una entrada triunfal. Pero los esfuerzos estaban encaminados a dar una sensación de tranquilidad, Fulko quería una confrontación directa, sacar toda la suciedad del tema, y eso no tenia que pasar.

El señor Cencio Savelli tenía que ver la tranquilidad con la que ellos llevaban el tema y los argumentos lógicos que se debatian. Las propuestas trabajadas y un informe con sustentación en los trabajos que se estaban llevando dia a dia en el Languedoc. La verdad tenía que caer y no la exaltación. Pero como los designios de la iglesia a veces eran sorprendentes tendrían que tener varios discursos por si la cosa cambia de acera. Todos confiaban en la ecuanimidad del delegado papal, pero era una persona de carne y hueso, y nunca se podria saber los intereses y presiones a los que estaba sometido.

Mientras todo esto estaba siendo debatido, una abundante y copiosa comida era servida. Se había encendido una chimenea más para calentar la casa, ya que había arreciado el frio esos dias y la casa llevaba varios meses cerrada. Aun asi, Paul había mandado a uno de sus sirvientes para que la fuera acondicionando en los dias previos y no se encontraran desangelados. Era una bonita casa de dos plantas con un gran comedor en la planta de abajo, con cocina y dos despachos pequeños. En la segunda planta cuatro grandes habitaciones daban acomodo a las personas que lo necesitaran. No era la casa de cualquiera, Paul comento que era de un rico mercader que hacia negocios entre esa zona de Francia e Italia, y que en esos momentos se encontraba en Italia debido a la mejor temperatura. Creia recordar que era de la zona de Napoles, tenia una villa magnifica con vistas al mediterraneo. No falto de nada durante la comida y esta acabo con un vino dulce y una tarta de queso fantastica que hizo las delicias de todos los comensales.

Los días previos a la Reunión fueron tensos, menos mal que la mayoría de la gente se fue de la casa y se pudo quedar Pierre solo para poder preparar bien la estrategia. Le había pedido a Domingo una habitación para cuando los invitados volvieran, pues necesitaría bastante reflexión para después de cada día. No se había despedido de Elisée, pero la cercanía de Coursan hacía que en cualquier momento pudiera ir a visitarla. Ella había marchado encantada, con Elena y Leonor, iban a ser unos días de vacaciones para las tres. Enrique y George fueron los primeros en partir hacia Montpellier. La casa por lo tanto se quedó vacía a excepción de los sirvientes.

Se pusieron manos a la obra Domingo y Pierre para informar a Paul de todo lo concerniente al Informe Final. Le quedaban algunos flecos para ser defendido en un Concilio, pero esta reunión servía de banco de pruebas perfectamente. Se esperaba al delegado papal para mediados de la semana próxima, por lo que podían trabajar con tranquilidad unos días. Pero la alegría duro poco, un emisario papal informo que el delegado llegaría el 23 de Enero. Necesitaría alojamiento en el Palacio Obispal y un despacho para ir preparando los asuntos relacionados en dicha reunión. Paul dio órdenes inmediatamente de quese fueran preparando esas dos estancias y que estuvieran disponibles lo antes posible por si la visita se adelantaba. Eso quitaba días a las reuniones que tenían planeadas Pierre y Domingo, por lo que tendrían que intensificar el trabajo durante esa primera semana. Lo bueno sería que podrían impresionar al Delegado antes de que llegara Fulko y por lo tanto intentar crear un clima de trabajo acorde a las necesidades de ellos. No querían que las tensiones y los dramatismos, así como las exaltaciones de Fulko dirigieran la reunión. Querían un clima de trabajo tranquilo, donde se estudiará cada una de las causas, los problemas y soluciones que se habían puesto y el avance que se había producido con tal medida.

Fulko no había dado señales de vida, los mensajes que se le había enviado no habían sido respondidos. Solo una escueta nota del Secretario del Obispo de Toulouse informando que Fulko llegaría en los plazos que se habían quedado para dicha reunión. Todo parecía encauzado para dicho evento. Mientras esperaban la llegada del Delegado Papal, Paul fue leyendo parte del Informe. Las horas fueron pasando  y parecía que no iban a poder terminar de preparar todo como ellos hubieran querido. Cuando quisieron darse cuenta Cencio Savelli llego a Palacio. Aprovechando el mediodía, para comer con todos e ir informándose poco a poco. Lo bueno era que ese domingo podrían descansar y Pierre podía visitar en Coursan a Elisée. Así además se escaparía un par de días para que Paul y Domingo informaran tranquilamente de la situación política y religiosa en el Languedoc sin la presencia de un civil.

De esta forma también irían cogiendo fuerzas para el combate dialectico con Fulko. Creían que la mejor forma de presionar al delegado papal era demostrando tranquilidad absoluta. Pierre le entrego una copia del Informe Final para que Cencio lo fuera ojeando durante estos días y estuviera informado. Se le explico que había una copia para Fulko y que se le había intentado hacérsela llegar, pero parecía como si hubiera desaparecido. Lo único que se sabía de él, era la nota de su secretario. De todo esto fue tomando nota el delegado papal. Se intento no abrumarle en los días anteriores a la cita, no teniendo con él ni reuniones, ni debates.

Cuando el demando la  presencia de alguno de ellos, se inició la conversación, sino Domingo y Pierre trabajaban en el despacho que amablemente le había cedido el obispo, desplazando a su secretario a otras dependencias durante varios días. Se había habilitado también una habitación más amplia para Fulko, donde se había instalado una mesa y silla a modo de despacho para que pudiera trabajar. Se había habilitado uno de los salones para llevar a dicho cada una de las reuniones diarias, donde irían debatiendo cada uno de los asuntos.

Cencio había mandado a Pierre que redactara un orden del día para las primeras tres sesiones, y una vez se fuera avanzando en el tiempo se proporcionaría la de sesiones posteriores. Estaba muy contento de cómo se estaba planificando todo, y le había sorprendido la diligencia y buen hacer de Pierre. Tenía buenos informes de él, después del Tratado de Toulouse, y el Papa Inocencio III nunca critico la labor que llevo a cabo en aquellos días. Conociendo al Papa eso era todo un alago, pues todos los que le rodeaban tenían alguna crítica negativa. Hasta el, que siendo el Tesorero del Vaticano y que había conseguido eliminar las deudas y obtener créditos de los banqueros Venecianos y del Temple, había sufrido duras críticas. Lo que no llegaba a entender era el retraso de Fulko. El mismo había mandado un emisario informándole de su llegada a Narbonne y por lo tanto la pequeña ventaja que les estaba concediendo a sus enemigos para poder crear un ambiente propicio para sus intereses. Cencio era bastante hábil, y aunque no había notado ningún tipo de presión por parte de Pierre, Domingo y Paul, sí que intuía lo que los tres estaban intentando crear. Sabia de la efusividad y violencia dialéctica de Fulko, y ellos no querían un enfrentamiento de esa forma, querían que la palabra fuera protagonista, y él se había percatado.

Llegado el domingo 31 de Enero, y terminada la misa en la Catedral de Narbonne, oficiada por Cencio, y ayudado por Paul y Domingo la preocupación empezó a ser importante. Fulko no aparecía, y con ello el malestar del delegado papal. Nadie osaba a contradecir una orden directa del Papa y Fulko estaba llegando al límite. Se aplazó la primera de las reuniones y Pierre pudo ir a comer a casa con sus invitados. Les informo de lo que sucedía y comió rápidamente, casi sin prestar atención a las andanzas de cada uno de los presentes. Cencio les había convocado después de comer y tenía que marcharse. Cuando llego el delegado estaba molesto, era una persona tranquila, pero no le gustaba perder el tiempo en balde. Y ahora mismo estaba allí parado sin poder hacer nada. Ya había echado un vistazo por encima sobre el Informe Final, pero estaba deseando pasar a profundizar cada uno de los temas expuestos. Las noticias no eran nada alagueñas, nose sabía nada de Fulko y no se tenía información de el desde hacia varios días.

El martes por la mañana Domingo apareció muy temprano en la casa de Pierre, venía sobresaltado y con una información muy mala, Fulko se estaba muriendo. Le indico a Pierre que se vistiera  y le acompañara a ver a Cencio y Paul. Cuando llegaron al Palacio obispal, acababan de levantarse y estaban tomando un desayuno. Domingo tomo la palabra y les dijo las malas noticias. Fulko estaba a punto de morir. Cencio se levantó de inmediato pidió más explicaciones. Entonces Domingo empezó a desarrollar la información que poseía.

Había llegado esta mañana temprano un hermano dominico de la abadia de Lagrasse, en ella habían recogido a una persona casi a punto de congelación hacia como cinco días. Al principio no sabían quién era. Iba con hábitos dominicos y todo parecía indicar que sería de alguna comunidad cercana a los Pirineos y que en uno de sus viajes hacia Lagrasse le había pillado una intensa nevada. En un principio fue tratado por hermanos dominicos para intentar recuperarlo, pero no había ningún tipo de reacción por parte del enfermo. Tenía las extremidades inferiores totalmente amoratadas, el riego sanguíneo era minimo por esa zona, y la movilidad articular casi nula. El enfermo parecía estar muerto sino fuera por un hilillo de vaho que de vez en cuando salía por su boca. Una respiración entrecortada, con espasmo debido a la hipotermia que había tenido. Se le sometieron a baños de contrastes para ver si el cuerpo respondía, así como purgarle la sangre.

Pero durante dos días los resultados habían sido inútiles. Sin ningún remedio a mano, los hermanos dominicos echaron mano de Esclaramonde de Foix, cátara conocida en la comunidad y que ayudaba a muchos afligidos con sus conocimientos y remedios naturales. Desde hace algún tiempo ayuda en la cura de enfermos en el hospital que la orden tenía en los terrenos de la abadia. La comunidad cátara es importante en la zona y la presencia de Esclaramonde es siempre bienvenida. Cuando ella vio al enfermo lo primero que hizo fue llamar al abad e informar de quien era, Fulko de Toulouse, el Obispo. Lo conocía de cuando la cruzada albigense, pregonando la muerte de los herejes. Quería que se informara rápidamente a Domingo de Guzmán al monasterio de Fanjeaux y al Obispo de Narbonne. No quería tener ningún problema con la identidad del enfermo.

Bajo la presencia del abad,  observo las heridas y estado del Fulko. Nunca había visto un amoratamiento de las piernas tan grande, tenía que haber estado a la intemperie más de un día bajo una intensa nevada. Tenía pequeñas heridas, como cortes, y un moratón más grande al lado de las costillas como si se hubiera caído del caballo y hubiera quedado inconsciente durante horas. El pulso era débil, y la inconsciencia no ayudaba. Esclaramonde sabía que la pérdida de consciencia durante día producía efectos totalmente negativos sobre el organismo. Indico a dos dominicos más jóvenes que tendrían que untar en aceite de oliva las piernas de Fulko intentando que el riego llegara hacia ellas, levantando el cuerpo un poco para que la sangre pudiera hacer su recorrido y cada cierto tiempo subirlas para el retorno venoso. Masajeando las zonas suavemente para ir recuperando poco a poco. Si esto no se producía en dos días empezaría la gangrena y habría que cortar dichas extremidades. Pero los pulmones de Fulko no parecían muy fuertes, entre la hipotermia y una congestión gravísima de las vías respiratorias, estaban debilitando al obispo a pasos agigantados. Necesitaba una habitación con una temperatura veraniega, pero con poca humedad para que los pulmones empezaran a responder. Sería cuestión de tiempo ver la reacción del organismo y estudiar que hacer para ayudarle. Esclaramonde índico que además de avisar a Paul en Narbonne se trajera al médico judío, era toda una eminencia en la zona y había salvado muchas vidas a lo largo de sus años. El tiempo apremiaba.

Cencio se levantó enseguida, había que ir a Lagrasse, habían pasado dos días desde que partió el hermano dominico, pero la vida de Fulko pendía de un hilo. Paul envió rápidamente a un sirviente a por el médico, marcharían en dos horas. El tiempo había dado una pequeña tregua, y con un poco de suerte podían estar al atardecer en Lagrasse.

La hora de partida fue un par de horas después de la reunión. El viaje fue  más rápido de lo previsto, el día salió despejado y con algunos pequeños rayos de sol, lo que facilito el paso por los caminos. Cuando el día daba a su fin divisaron las torres de la abadia, y una hora después estaban en las puertas de Lagrasse. Se encaminaron rápidamente al hospital, donde varios hermanos hacían guardia en la habitación de Fulko. Cuando se aproximaron uno de ellos reconoció a Domingo y le saludo. El otro  fue a llamar al abad para informarle de la visita. Cencio se acercó a Fulko y le tomo de la mano, comprobó que estaba muy débil y mando llamar al médico. En ese momento apareció el abad seguido de Esclaramonde. Tras las presentaciones pertinentes, el delegado papal paso a realizar una serie de preguntas para cerciorarse de como se había producido la llegada y atención del enfermo.

El abad fue explicando cómo se había producido la llegada de Fulko, el desconocimiento de su identidad, la pérdida de confianza de los hermanos en poder salvarlo y la ayuda de Esclaramonde. La rapidez con la que tomaron todas las decisiones por el bien del enfermo. El tiempo fue pasando y unos hermanos trajeron unas viandas para que tomaran algo los recién llegados. Con el viaje el frio y el viento se habían metido en los huesos y un buen caldito reponía  el cuerpo de todos. Una cerveza caliente, así como un poco de asado con pan recupero las fuerzas de todos. En ese momento apareció el médico, que después de tomar un poco de caldo y lavarse las manos pregunto de quien había sido la idea del aceite de oliva. Todos los ojos se fijaron en Esclaramonde, antes de que dijera nada el medico lo dijo. Usted le ha salvado la vida por ahora.

Una expresión de alegría se reflejó en la cara de todos. El medico informo que Fulko estaba grave, que había estado a punto de morir y que no se sabían las secuelas ni el tiempo de recuperación. La gangrena había aparecido, pero con la amputación de varios de los dedos podría pararse, en el peor de los caso   el pie izquierdo seria el peor parado. El resto de las extremidades había recuperado el riego y tenía buena pinta. Otro problema que se había estabilizado era el problema respiratorio, los pulmones estaban empezando a responder y la temperatura de la habitación había favorecido. El problema ahora era la congestión que había producido la fiebre. Además del tiempo que llevaba semiinconsciente. Pregunto el alimento que había tomado durante esa semana e indico un plan de actuación para los próximos días. Felicito de nuevo a Esclaramonde y pidió permiso para poder tomar un bocado.

Cencio se acercó al médico y lo abrazo, mando traer una silla para que pudiera comer más tranquilo. En ese momento dio las gracias a Esclaramonde. Fulko  la persona que más odiaba a los cataros de todo el Languedoc, había sido salvada por un perfecto, casualidades de la vida. Le tomo las manos entre las suyas y Cencio las beso. Todos quedaron impactados de la imagen, el delegado papal besando las manos de una perfecta.   
 
Este pudo observar por primera vez la belleza de Esclaramonde. En el Languedoc de todos era conocida, pero dadas las circunstancias en que se habían visto por primera vez, no se había percatado de ello. Por eso ese beso duro más de la cuenta. Era no solo de agradecimiento, sino también de curiosidad ante lo que veía. Aunque habían tomado una pequeña cena improvisada, el abad les invito al comedor para poder tomar algo mas de comida y algo de fruta, así como conversar sobre  los pasos a seguir en el cuidado del enfermo. El médico paso a ver de nuevo a Fulko y dio instrucciones a uno de los hermanos que le cuidaba. Cuando llego al comedor todos estaban alrededor de una mesa devorando unos panecillos dulces de mantequilla, que habían hecho las delicias de los comensales. El medico informo que solo podría estar un día en la abadía, pues tenia que regresar a Narbonne con urgencia, pues su joven aprendiz no podía  dirigir el solo la consulta. De todas formas dejaría la actuación que tendría que llevarse a cabo con el paciente. Viendo la pericia de Esclaramonde le enseñaría los métodos que tendrían que empezar a aplicar a Fulko, aunque siempre lo realizaran los hermanos dominicos. Indico que se siguiera dando masajes en las extremidades, pero ya no hacia falta el balanceo del cuerpo para conseguir riego.

Por la mañana esperaba poder detener parte la gangrena amputando los dedos anular y menique del pie izquierdo, el cual se encontraba en peores condiciones.Pregunto a Esclaramonde por algun tipo de pomada que se le pudiera dar a la venda que iba a cubrir dichas amputaciones, llegando a un acuerdo sobre un bálsamo de miel de abeja. Los demás asistían y escuchaban sin decir nada, el médico había establecido un plan y todos tendrían que seguirlo. Cuando por fin acabo tomo la palabra Cencio, lo dictado por el medico se llevaria a cabo de inmediato. Esclaramonde vigilaria al enfermo, aunque los cuidados serian por parte de los hermanos dominicos. Se le pidió al medico que pasara visita cada diez días al enfermo pagando dichas costas el Obispado de Narbonne. El delegado papal le indico a Paul que dicho gasto le sería repuesto por parte de la tesorería del Vaticano. El medico indico que no habría ningún problema, al igual que Paul.

Dado la gravedad del asunto, se quedarían unos días en Lagrasse, mandando al día siguiente un emisario a Toulouse para que se presentara lo antes posible el secretario de Fulko. Alguien tenía que saber que tramaba el obispo, y por qué se encontraba por esta zona, en pleno invierno y con habitos dominicos. Eran muchas las preguntas y tenían que contestarse. Todo se había preparado para una reunión y no quería que hubiera dudas de que alguien hubiera querido hacer desaparecer a Fulko. La verdad que eran muchos los enemigos que tenía y se podría dudar de muchísima gente a lo largo de todo el Languedoc.

Pierre comento entonces, la necesidad de abrir un documento en forma de diligencia, donde por escrito se fuera indicado todo lo sucedido, y lo que fuera pasando de ahí en adelante. Era una buena forma de no olvidar ningún dato y de esa forma no confundirse luego o cambiar versiones. Podía comenzar mañana tomando declaración a los hermanos que atendieron a Fulko en un primer momento, la presencia de Esclaramonde en dicho lugar, asi como la llegada de ellos a la abadía. De esa forma establecerían una cronología de los hechos. Todos asintieron con la cabeza de la idea de Pierre. Cencio se levantó y le felicito, le dijo que tenía muy buenas referencias sobre el y esto lo ratificaba. El médico se levanto entonces y se disculpo para visitar al enfermo, pidiendo Esclaramonde  permiso para acompañarle.

El resto se quedaron conversando sobre la desgracia de Fulko. Domingo que no había hablado hasta entonces  y comento los infortunios de la vida, que no estuviera de acuerdo en las maneras en que Fulko llevaba a cabo su discurso, no quería decir que no se apenará por la situación en que se encontraba. Cencio estaba agotado del viaje y de la visión del pobre Fulko, asi que quiso retirarse a su habitación. El abad había dispuesto varias habitaciones para los invitados, mientras estos estaban cenando, y unos hermanos acompañaron a Domingo, Paul y Cencio a sus respectivos lugares. Pierre se acercó a ver al enfermo, se cruzó con el médico que se dirigía a sus aposentos, conversando con el de las opciones de vida que había. No quería entretenerle, ya que por la mañana tenía que intervenir a Fulko y tenía que estar descansado.

Cuando llego a la habitación se encontró con Esclaramonde, estaba cansada de todo el día, pero tenía cara de satisfacción por las buenas palabras que se le habían dirigido. Ella no vivía propiamente en la abadía. Era un anexo al hospital donde vivian algunas personas no seglares que ayudaban como enfermeros. Pierre la acompaño y fueron charlando. Hacía una noche fría, pero el cielo estaba raso y se veían todas las estrellas. Pregunto por Elisée y Sebastian, de como iba todo el asunto del Informe, los planes del Vaticano, y algún que otro asuntillo de la nobleza del Languedoc. En ningún momento nombro a Fulko. Pierre se preguntaba si ella sabía del giro que hubiera dado todo el asunto del catarismo si Fulko hubiera muerto, y sin embargo ella lo había salvado. Era una lección para todos.

Amaneció muy temprano y según empezaron a levantarse, oyeron trasiego por los pasillos. El médico estaba llevando a cabo la operación. Le acompañaba Esclaramonde y dos hermanos dominicos. La limpieza de la sala se había realizado durante la noche, para poder realizar dicha intervención. Cuando todos quisieron darse cuenta Fulko había perdido dos de sus dedos del pie izquierdo. Tras una exploración con mas detenimiento y luz, el medico amputo también el menique del pie derecho.  El enfermo estuvo sedado, aunque muy ligeramente por sus problemas respiratorios. Una vez amputados los dedos, se le pusieron gasas con bálsamo de miel de abeja, que serian cambiadas en cuanto aparecieran rastros de sangre. Las heridas producidas se habían suturado mediante calor. Una vez acabado el resto de visitantes paso a verle, la cara de Fulko era un poema, mas cerca de la muerte que de la vida. El medico informo a todos y se quedaría hasta el primer cambio de vendajes , y viendo como avanzaba todo,  al dia siguiente marcharia para Narbonne. Todos dejaron al enfermo solo para que descansara, quedándose con un joven novicio.


Estas primeras horas eran importantes, que no apareciera la fiebre era fundamental. Eso indicaría que no había ninguna infección desde el principio, aunque no quería decir que no apareciera mas tarde. Durante el día el medico paso una y otra vez por la habitación de Fulko. Yosuf que así se llamaba, no paro de atender al paciente y a observar como iba evolucionando en esas primeras horas las heridas. Lo que mas le preocupaba era una infección que debilitara mas su maltrecho cuerpo. En dos ocasiones había sufrido desvanecimiento, por el dolor que estaba soportando. El problema respiratorio no ayudaba. Esclaramonde coincidió con Yosuf varias veces y charlaron sobre el protocolo a utilizar en caso de que apareciera la fiebre. Los paños de agua tibia aliviarían bastante su dolor. Yosuf había dado por terminado su trabajo, y era el momento que la madre naturaleza siguiera su camino. Fulko estaba muy débil y era casi un milagro que siguiera viviendo. El tiempo diría como iba a ser su evolución.

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