CAPITULO III. La Batalla de Muret

Fue este momento cuando aparece la figura de Domingo de Guzmán. Sacerdote instalado en Fanjeaux, fundador de la Orden de los Dominicos, encargada de evangelizar a los Cátaros por parte de Inocencio III. Tal posibilidad parecía real , y así escribió al Papa para que apoyara el Fin de la Cruzada y el establecimiento de un Concilio donde los Prefectos Cátaros, explicaran su doctrina y su corrección para salirse de la herejía. El Punto Fundamental “los sacramentos”. 

Cuando todo parecía resuelto y el fin de la guerra firmado, el Papa dio un brusco cambio. Aconsejado por los cardenales de mayor rango, denegaron las peticiones aragonesas y el final de la tregua.


El 12 septiembre del 1213 el ejercito de Pedro II, con los condes de Tolousse, Foix y Comminges, habían alcanzado la pequeña villa de Muret,  fuertemente fortificada a orillas del Garona. Su intención es aprovechar un error estratégico del barón cruzado,que impaciente por tanta tregua y escaramuzas , tiene ganas de plantar batalla. Aunque el Conde de Puy advierte de las posibles consecuencias de estas incursiones, Simón no hace ningún caso y se ha adelantado con su ejercito mucho más allá de sus bases (para apuntarse éxitos lejos de su compañero) y en Muret la mayor parte de sus tropas le abandonan.


Tras su ultima incursión los aliados no han podido evitar que Simón entre en Muret, pero lo tienen en un callejón sin salida ya que se  propone sitiarlo. Tienen tropas de sobra, tanto de caballería como de infantería. Solo en caballeros, las fuerzas combinadas suman 3000 caballeros. En cuanto a la infantería unos 20.000.

El Rey Pedro II no esta dispuesto a esa estrategia, no ha recorrido el camino desde Zaragoza para un asedio. Muret será asaltado y tomado por la fuerza de las armas. Manda a la mayor parte de la milicia tolosana a bloquear las puertas de la ciudad y preparar las máquinas de guerra. El campamento aliado se sitúa en unos altos a orillas del Saudrene. La euforia reina entre el ejercito aragones-occitanio.
Pierre informa a Monfort de la imposibilidad de mantener un asedio con un ejercito tan grande y bien preparado. Montfort ha trazado varios planes muy audaces. Saliendo por la puerta de Sallet saca a todos sus caballeros de la villa sitiada y los divide, fuera de la vista de la infantería occitana en tres cuerpos formados por dos escuadrones cada cuerpo, de unos 250 caballeros cada uno. Los dos primeros se despliegan encarando el campamento aragonés, estan dirigidos una vez mas por Bouchard de Marly y Guillaume des Barres. Un tercer grupo, a las órdenes del propio Simón, se aleja del cuerpo principal y despliega subrepticiamente en la zona pantanosa de Pesquiés.

Los aragoneses organizan tres líneas de batalla formadas por  

  • Una primera la forma el conde de Foix y sus hombres. 
  • La segunda línea la comanda el propio Pedro II, rodeado de la flor de la caballería catalana y aragonesa.
  • En una tercera línea se encuentra el resto de la caballería occitana, al mando del aun enfadado Raimundo de Tolouse.


El rey Pedro II se  sorprende de la audacia de Simón, así como la valentía de los cruzados que están en clara minoría de 3 a 1. El Rey indica a sus Condes que las lineas se mantengan firmes y coordinadas entre ellas, el mas mínimo fallo puede tirar por tierra una campaña claramente favorable.

El choque con el cuerpo principal francés, al mando Bouchard de Marly  es brutal. Las fuerzas del Conde de Foix es desorganizada rápidamente, gracias al movimiento del sector comandado por Guillaume des Barres, apoyado por el Conde de Puy. Los infantes aterrorizados, huyen atravesando la segunda linea aliada, mientras los franceses chocan con ella. Pero la superioridad en número del ejercito aragonés evita el desastre.

La caballería ligera ataca de nuevo y reorganiza a los infantes. Ese es el momento elegido por Simón de Montfort para salir de las marismas y cargar. Es un golpe de efecto que los aragoneses y catalanes no esperaban, salen del pantano unos 300 caballeros franceses cargando por el flanco.
La confusión es mayúscula, muchos caballeros luchan desmontados, ya no existe línea de batalla. En este escenario el Rey Pedro II decide enfrentarse a Simón de Monfort. El enfrentamiento es encarnizado, el choque de los dos ejércitos resuena en el campo de batalla, y los dos mandos continuan el duelo a espada. El tiempo parece detenerse, y el redoble de las espadas retumba en toda la llanura de Muret. Parece no haber fin, pero el destino de la nueva Francia esta en este combate. 

Pedro trastabilla y antes de caer, Simón le provoca el golpe definitivo, pero Pedro reacciona y cuando Simón levanta la espada ,asienta un espadazo en mitad del pecho que atraviesa a Simón por la mitad de la caja torácica . Los borbotones de sangre brotan de la boca de Simón de Monfort y el Rey Pedro  II alza la espada victorioso. 

La noticia corre como la pólvora por el campo de batalla, el ejercito cruzado desmembrado huye en desbandada hacia la villa de Muret, y los barones cruzados son rodeados por el grueso del ejercito aragonés. El Conde de Puy, Bouchard de Marly y Guillaume des Barres están desmontados enfrentados a caballeros aragoneses. Pedro II llega al lugar y da la orden de parar, el ejercito cruzado esta destruido y quiere la rendición de los barones. 

El rey Pedro II propone unas condiciones para respetar las vida del ejercito cruzado. La villa de Muret sería una prisión para los caballeros cruzados y donde se realizan las negociaciones de la rendición. Los infantes quedarían prisioneros en el campamento aragonés. No se persiguen a los soldados cruzados fugados, cada uno de ellos intentaría regresar a sus tierras y esperar que lo sucedido en Muret se olvidara lo antes posible, y que su participación fuera olvidada. 

Los barones franceses eligen al Conde de Puy para las negociaciones de la capitulación. Pero la dificultad es grande, no es una capitulación normal, en ella están incluidos el Rey de Francia y el Papa. Estamos hablando de una Cruzada, y cerrar un tema como este necesita de una gran habilidad y negociación. Pierre sabe que lo primero es conocer las condiciones del Rey de Aragón, sin ellas el plan a desarrollar era difícil de pensar. Las horas en la villa de Muret pasaban despacio y eso no mejoraba nuestra situación.

El Rey Pedro II esta tranquilo, no tenia prisa por acelerar las reuniones de capitulación. Entre los capturados se encuentran Arnauld Aumoric y Domingo de Guzmán, que meses antes se habían encargado de negociar con el Papa Inocencio III el fin de la Cruzada y la celebración de un Concilio. Están algunos de los Barones más importantes del Rey Felipe II Augusto, que esta batallando en el norte debido a los problemas que habían suscitado el Conde de Flandes. Este había decidió romper los vínculos de vasallaje que le unían a Felipe II Augusto, para lo que se alió con el conde de Boulogne, el rey de Inglaterra Juan Sin Tierra (tambien vasallo del Rey en tierra francesa como Duque de Aquitania) y con Otón IV de Brunswick, Emperador Germánico (pues el Rey francés había apoyado a su rival Federico Hohenstaufen, rey de Sicilia, en la sucesion al trono) .

Pedro II presenta sus condiciones al Conde de Puy:

  • Fin de la Cruzada en el Languedoc.
  • Restitución de la comunión para Pedro II y el Conde de Toulouse.
  • Liberación del Infante Jaime.
  • Celebración de un Concilio para el estudio del problema Cátaro.
  • Restitución de todos los titulos a los nobles del Languedoc, quedando el vasallaje sobre el Rey Pedro II.
  • Firma del tratado con una paz de 25 años

El Rey indica a Pierre que tendrá que partir de inmediato para reunirse con el Papa Inocencio III en Roma. Pierre le informa que se ha enviado un mensaje para que el Papa parta hacia la ciudad de Avignon, así el viaje será más corto y se reducirá el tiempo de espera (que ya de por si será largo). En el viaje será acompañado por Domingo de Guzmán y por el Perfecto Guillaume. El Rey aragonés quería que vieran la peligrosidad de los Cátaros en primera persona, y así poder convencer al Papa. Serían unos días de viaje, donde la convivencia y la necesidad de una paz que minimizara el numero de muertes francesas, haría el entendimiento y el acercamiento de posturas. 

Desde principio Pedro II sabía que iba a tener que ceder en algunas de sus pretensiones, y estas pasaban por los dos últimos puntos. Es difícil que el Rey Felipe II Augusto no quisiera alguno de los territorios que en  este momento le pertenecían, y que era difícil reconquistar. Tenia demasiados frentes abiertos, Navarra, Castilla, Cataluña, los musulmanes del Al Andalus, y el Languedoc. Estaba dispuesto a desprenderse del Condado de la Provenza, y negociar solo los territorios desde Tolouse hasta Narbone. Pero eso no lo sabia nadie. 

Por otra parte una tregua de 25 años era muy larga, lo normal hubiera sido de unos 10 años, y en eso también podía claudicar. El resto de puntos eran puros formalismos, pues en principio el Infante Jaime estaba liberado, ya que Carcasone estaba en posesión aragonesa, pero no se había comunicado, ni tampoco realizado ningún movimiento que despertará curiosidad a los franceses.

Ademas Felipe II Augusto tenía prisa por reunir el mayor ejercito posible para defenderse en el norte, y una parte estaba prisionero en Muret. Ya había llegados emisarios para negociar su libertad y el Rey Pedro II estaba tensando las negociaciones para que todo fuera lo mas rápido posible. 

Era el 5 de Octubre de 1213. Se hicieron todos los preparativos para partir lo mas rápido posible a Avignon, habían llegado noticias de que el rey Felipe II Augusto también marchaba a encontrarse con el Papa, pues necesitaba cerrar el problema del Languedoc. Su empresa por ampliar sus territorios en la propia Francia desaparecerían si segía por este camino. Por el sur el Languedoc en manos aragonesas, por el oeste Aquitania y Normandia en manos inglesas, y el norte amenazado por el Imperio Germánico. Eran demasiados frentes. Prefería consolidar los territorios cercanos a Paris, derrotando a Juan Sin Tierra, que seguir su batalla con Pedro II. 

Pensaba que esa sería otra campaña, cuando hubiera terminado con el Rey Ingles, y la paz firmada con Aragón finalizará. Sería el momento de tomarse cumplida revancha, con un ejercito más poderoso y apoyando por toda Francia.

Eso también lo sabía Pierre, lo que le haría negociar de mejor forma y con mayor celeridad. Lo que no tenía claro es como funcionaría la relación entre Domingo de Guzmán y Guillaume. La verdad es que el comportamiento de los dos durante los 10 días que duro el viaje fue magnifico, los dos se comportaron como verdaderos caballeros, charlaban, intercambiaban ideas, y sobre todo ayudaban a Pierre en su estudio de las condiciones puestas por Pedro II. En algún momento, todas estas conversaciones que se estaban produciendo, serían fundamentales si se conseguía un Concilio.

Llegaron a Avignon el 18 de Octubre del 1213, todos estaban esperándolos, el Rey Felipe II Augusto, el Papa Inocencio III y toda su comitiva. Las prisas eran palpables, la presencia del Perfecto no sentó nada bien, pero Domingo tranquilizo al clero presente. Tras pasar por un baño reparador y cambiar de ropas , Pierre se presento ante el Rey y el Papa. Les entrego el documento escrito por Pedro II, y según fueron leyendo las exclamaciones salían por la boca de los dos monarcas. Pierre espero a que terminaran de maldecir al Rey aragonés, y pidió permiso para hablar. En ese momento la tensión era máxima en la sala. Fue entonces cuando Pierre descubrió a los secretarios de los monarcas, que estaban en un segundo plano, medio tapados por el claroscuro de la habitación. 

Hablo con firmeza:

“ Majestades, tengo un plan que me gustaría que escucharán. Creo que es por el beneficio de todos. Estamos en un momento histórico donde hemos de tomar una decisión que puede cambiar el futuro de Francia y de la Iglesia. Me gustaría hablar con franqueza y exponer la idea que tengo”, los monarcas asintieron.

“Vamos a estudiar una por una las condiciones  de Pedro II . Voy a intentar ser lo mas directo posible, para simplificar cada uno de los problemas que tenemos. 

La verdad excelencias, es que la Cruzada esta terminada. La iglesia tiene enemigos mas fuertes que la población del Languedoc. En Tierra Santa se necesita fuertes y valerosos caballeros que apoyen el trabajo contra los musulmanes. Hay que afianzar las posiciones de Jerusalén. 

Que Pedro II y el Conde de Tolouse sean de nuevo miembros de la Iglesia, es comprensible. Pedro II, llamado el Católico por todos, y héroe de las Navas de Tolosa, quiere seguir luchando con los musulmanes del Al Andalus y para ello necesita el perdón de todos.

El Infante Jaime ya esta en libertad en Carcasone, no quieren decirlo, pero nuestros espías lo saben.

El Concilio para el estudio del problema Cátaro, es solo un Concilio, nadie pide que se apruebe algo en él. Puede aprovecharse para algún problema que la iglesia tenga pendiente, y de paso incorporar la anulación de las excomuniones y el estudio del problema Cátaro.

Tendremos que negociar los títulos del Languedoc. Que territorios ceder y cuales quedarse. Pero con la paz, el ejercito del norte se verá fortalecido y aumentado. Y eso hará que Juan Sin Tierra se ponga nervioso y alguno de sus aliados piense en seguir del lado ingles. 

Creo que la paz se puede reducir a unos diez años, lo suficiente para resolver el problema ingles, afianzar vuestra posición majestad y poder comenzar una nueva campaña cuando todo se encuentre en las condiciones adecuadas.

Se que he sido muy directo , pero el tiempo apremia y creo que todos debemos estudiar el problema como un conjunto. Aparcar el Languedoc, asegurar las posiciones de los territorios de Francia y de Tierra Santa, enviar a Pedro II a finalizar la Reconquista de la Peninsula Iberica como premio por finalizar esta contienda. 

Mas adelante se celebra un Concilio con tema principal “buena praxis de la doctrina cristiana” , unido a la creación de un Tribunal de Control de la Herejía a cargo de Domingo de Guzmán, donde se elimine la excomunión y se estudie el problema Cátaro. 

Y todo esto, con un periodo de paz que les asegure a vuestras majestades el fortalecimiento de sus posiciones , para que al cabo de ese tiempo  , tomar el camino mas conveniente sin ningún tipo de imposición por ninguna parte”.

Pierre se callo tras pronunciar la ultima palabra. El silencio fue sepulcral, el secretario papal se incorporo y se acerco al secretario real. Conversaron durante un breve periodo de tiempo, el Rey y el Papa se miraban en silencio, esperando indicaciones de cada uno de los secretarios. Por fin, cada uno de ellos hablo con sus respectivos monarcas y decidieron estudiar las palabras del Conde de Puy con tranquilidad. Comunicaron a Pierre que se le informaría de la solución lo antes posible, que mientras tanto permaneciera en la ciudad. 









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