CAPITULO XIV. Retrasos en el Informe Final


Una vez se hubo marchado Yosuf, la tranquilidad volvió a la abadía. Cencio había traido el documento que se iba a tratar en la reunión de Narbonne y quería aprovechar estos días para seguir preguntando a Domingo y a Pierre por alguno de los temas que en el estaban redactados. Esperaban la llegada del secretario de Fulko, para que esclareciera el por qué  de encontrarse por esos lares en lugar de estar en Narbonne. Así pasaron varios días, entre conversaciones, aclaraciones, discursiones y visitas a Fulko. Domingo aprovechaba para inspeccionar la abadía y el hospital, dando instrucciones para ciertas mejoras que estaban ya planificadas. Pierre por su parte acompaño varias veces a Esclaramonde fuera de los terrenos del hospital, y compartió momentos con la comunidad cátara. Era otra visión del problema, y quería observar los comportamientos diarios de los enemigos de la Iglesia.

Por otro lado Paul departía con Cencio sobre los problemas que la iglesia tenía, los otros enemigos que no se veían, y que parecía que todo se había centrado en el Languedoc y Tierra Santa.  La iglesia estaba teniendo cada vez mas problemas, el poder de los nuevos Reyes era importante, y cada vez era mas difícil controlarlos mediante la palabra de Dios. Muchos Reyes se creían divinidad por ellos mismos, y no atendían las palabras del Vaticano. El poder de los banqueros había aumentado, y las situaciones económicas de cada Reino era un problema mas importante que la  situación espiritual de sus miembros. Ademas una ola de plagas y enfermedades había asolado algunos lugares de Europa y amenazaba al resto, por lo que poner todo el empeño en guerras y salvar almas era demasiado lejano para mucho de los Reyes.

Transcurridos varios días desde la partida del médico, la evolución del paciente había sido mínima. No había aparecido la fiebre, y las heridas estaban cicatrizando. Las piernas seguían amoratadas, aunque parecía que con un mejor riego, aunque lo preocupante era el problema respiratorio que no mejoraba. Había tenido con alguna crisis, y eso le estaba debilitando. La comida no le llenaba lo suficiente, ya que al no poder comer, todo era a base de caldos y pures. Así estaban cuando apareció el secretario en Lagrasse.

Sin tiempo a que descansara se le paso a uno de los despachos para escuchar la información que el poseía. Pierre tomo lo necesario para continuar con el informe del accidente, y que quedará todo reflejado para una posterior revisión. Durante un largo rato el delegado papal fue informando al secretario del obispo en que condiciones se encontraba Fulko, como se lo habían encontrado y la suerte que había tenido de que se tomaran ciertas decisiones en momentos claves. Todos se preguntaban que hacía Fulko allí y de donde venía. Entonces se hecho a llorar, y empezó a contar.

Fulko estaba obsesionado con los cátaros, vivía por ellos y no pararía hasta verlos exterminados. Una vez conocida la reunión de Narbonne quería obtener todas las pruebas posibles en contra de ellos de que seguían con sus habitos de herejía, como antes de la cruzada. Que el trabajo de los hermanos dominicos era insuficiente, y que había que terminar con el catarismo. Por ello quería obtener información de primera mano, y disfrazado de simple dominico visitar sus territorios, empezando por Monsegurt. Fulko pensaba que allí radicaba el mayor de los males y pensaba encontrarlo. Luego dirigirse a Puivert y Quillan , comunidades con pasado cátaro para terminar en Lagrasse donde sabía que se encontraba la perfecta Esclaramonde de Foix,  máxima incitadora de la herjia y cuya belleza era propia de un pacto con Lucifer.

El secretario contó como intentó convencer a Fulko que lo importante era la propia reunión, y que dicho viaje podría realizarlo en la primavera, recabando toda la información que creyera oportuna. Fulko se opuso, llegando como siempre a la exaltación. Nadie quería combatir la herejía y por eso no le ayudaban ni comprendían. Sin mediar palabra un día cambio su indumentaria y partió hacia Pamiers, perdiendo su rastro cuando se encamino a Montsegur.El delegado papal le comento por que no había informado de dicho suceso cuando se le mando un emisario para saber sobre Fulko y su tardanza en llegar a la reunión. El secretario no podía desvelar el paradero de Fulko, este se lo había hecho jurar. La versión del secretario era bastante posible, Fulko era un encarnizado rival de los cátaros y por destruirlos era capaz de todo, hasta de arriesgar su vida. Dejaron al secretario que visitara la habitación de Fulko y le acompañara con sus rezos durante un rato.

Cuando salió, el resto de los asistentes comentaron lo oído en esa sala. Pierre siempre reflexivo indico lo siguiente. Estaba claro que Fulko permaneció tiempo en los territorios con comunidades cátaras, haciéndose pasar por dominico e informándose de las malas practicas de estos. Lo que no se puede saber es que le aconteció a su vuelta hacia Lagrasse, pero que con una probabilidad alta, una de esas nevadas propias de los Pirineos le sorprendiera y tuviera algun tipo de accidente que le hiciera perder el conocimiento y entrar en hipotermia. La verdad que al no existir testigos el único que sabia la verdad era el propio Fulko, y que hasta que se recuperará sería imposible saber lo realmente sucedido. Todo lo demás serían suposiciones que no podrían ser contrastadas.

Todos asintieron con la cabeza. Entonces Cencio se levantó y comenzó a hablar. Estaba claro que el sentido de la reunión había desaparecido. El Informe sobre los cátaros estaba redactado, pero su aprobación o no era una cuestión de altas instancias, con un Concilio Ecuménico de por medio. Aquí se estaba para llegar a un dialogo entre los dos Obispos del Languedoc. Estudiar las diferencias y ver si el proceso de evangelización de los cátaros estaba por buen camino. El Vaticano sabía que todo en esta vida llevaba su tiempo, pero no quería que se hiciera la vista gorda con ellos, solo por que habían ganado una guerra. Inocencio III era una persona persistente y no tendría ningún problema en levantar en armas de nuevo el Languedoc si comprobaba que la llama de la herejía seguía prendiendo por estas tierras. Sus dos Obispos tenían dos puntos de vistas totalmente distintos de como se estaba llevando a cabo este camino y por eso dicha reunión. Pero faltando uno de ellos el debate no existía. Por lo que habiendo estudiado parte del Informe, escuchado a Domingo de Guzman y Paul sobre la labor que estaban llevando a cabo los dominicos, así como la nueva imagen que estaba dando la Iglesia en todo el Languedoc, creía que dicha reunión había terminado.

Cuando la recuperación de Fulko se produjera se estudiaría la conveniencia de una nueva fecha, sino el proceso que se estaba llevando era el adecuado. Además la acción de Esclaramonde de Foix salvando la vida de uno de los enemigos mas grande de los cátaros, había confirmado por el buen camino que se iba. Y mucho más después de una reunión, que  a título personal había mantenido con ella, para informarse de diversos temas de la comunidad cátara y la convicción que tenia de un acercamiento con la iglesia Catolica. Todo esto quedaría escrito por parte de Pierre y se añadiría al informe previo a la reunión, así como del Informe Final y del accidente de Fulko. Dicho esto informo que regresarían a Narbonne al día siguiente.

Domingo pidió permiso para quedarse algunos días en Lagrasse y terminar con las instrucciones de ampliación de una parte del hospital, para luego regresar a Fanjeaux. Cencio concedió su petición. Pierre acompañaría al delegado papal en el regreso, y juntos salieron de la sala para encaminarse a la habitación de Fulko. En dicho recorrido se cruzaron con Esclaramonde, aprovechando Cencio para charlar con ella. Le comento que sería la ultima noche en la abadía y que quería que fuera su invitada esa noche, Esclaramonde accedió y quedaron para las nueve. Pierre se disculpó, indicando que tenia que terminar de redactar todos los documentos y cenaría algo rapido, e intuyendo que el Cardenal quería estar a solas con ella.

Pierre acompaño al abad, a Paul  y a Domingo en un paseo por todo el recinto de la abadía y el hospital. Iban comentando las mejoras y ampliaciones que tenia que llevarse a cabo. Aunque no hacia nada que se habían terminado las obras, estas se habían acabado para poder empezar a funcionar cuanto antes mejor, dejando para una segunda fase las mejoras de las que ahora se estaban ocupando. Por ello cenaron un pequeño piscolabis para no perder mucho tiempo, y así poder visitar por última vez a Fulko y rezar por su pronta recuperación. De paso dejaron al cardenal con la estimable compañía de Esclarmonde, cenaron en sus aposentos privados y parecía que tenía mucho de que hablar.

Como siempre que había que ocuparse de algo el tiempo paso muy rapido y sin darse cuenta se acostaron a altas horas de la noche. Al día siguiente no madrugaron y tras un copioso desayuno se despidieron a las puertas de la abadía para comenzar cada uno su camino. Después de casi una semana, la empatía había comenzado a aflorar entre ellos. De camino a Narbonne los tres viajeros fueron comentando los pormenores de los días pasados en Lagrasse. Cencio pensaba en el extraño viaje que había realizado desde Roma y donde había terminado. Comento a sus compañeros la buena impresión que Esclaramonde le había transmitido, además del esfuerzo que su comunidad haría para que su inclusión en la Iglesia fuera un hecho.

Todos estaban ilusionados por este giro que había tomado los acontecimientos. Aun así las preguntas entre ellos fueron constantes, así como las conversaciones que terminaban en la persona de Fulko. Cencio tenía información de primera mano sobre las actividades beligerantes del obispo, pero nunca creía que traspasara ciertos caminos. Cambiando de tema, informo a Pierre y Paul que quería dar una comida de despedida. Aprovechando que Yosuf tenía que ir a mitad de semana a visitar a Fulko, había propuesto a Esclaramonde que le acompañara en su regreso a Narbonne y participara de dicha comida. Había pensado que para el domingo sería una buena fecha, así durante los últimos días de febrero marcharía hacia el Vaticano.

Esclaramonde había confirmado su presencia ya que tenía que visitar a la comunidad de Coursan, donde alguno de los perfectos se iba a reunir a principios de Marzo. Esta reunión de perfectos estaba ocasionada por la que se tenía en Narbonne entre Fulko y Paul, con la presencia del delegado papal, para informarse sobre el camino que tomaría el Informe Final. Aunque el accidente de Fulko había paralizado todo, el resto de perfectos ya habían sido convocados. Esclaramonde además propuso a Cencio una entrevista informal con dichos perfectos antes de su viaje a Roma, quedando en contestarla cuando viniera a Narbonne. Paul y Pierre se sorprendieron de este acontecimiento, y de cómo Cencio se había enterado durante la cena con Esclarmonde. Creía que era un muy buen paso de intenciones entre todos.

Pierre indico a Cencio que le gustaría que estuviera ciertos invitados que residían en Narbonne, entre ellos su prometida Elisée. Cátara y familia de los propietarios de la hacienda de Coursan, hermana de Sebastián Iché perfecto e íntimo amigo de Esclaramonde. Cencio sonrió a Paul, indicando las sorpresas que tenía el Languedoc. Todos rieron al unísono, y continuaron conversando hasta llegar a Narbonne.

Cuando  llegaron a las puertas de la ciudad, Pierre se despidió de ellos. Llevaba una semana fuera y quería comer con Elisée. Cencio le dio sus bendiciones y le indico que se pasara a lo largo de la semana para finiquitar todos los documentos escritos, dar por finalizada la reunión y preparar la comida del domingo. Dicho esto Pierre espoleo su caballo y se adentró en una de las calles que conducían a la casa donde se hospedaban.

El delegado papal comento al obispo las buenas virtudes de Pierre, que habían corroborado los buenos informes que traía. En unos minutos Pierre se presentó en la puerta de la casa, dejado el caballo en manos de uno de los sirvientes, indico a otro que no dijera nada que quería darlos una sorpresa. Entreabrió un poco la puerta del salón y contemplo a la mesa a todos sus invitados, Enrique y Leonor, George y Elena y por supuesto Elisée. Cuando el sirviente fue a servir la comida Pierre se la quitó y se hizo pasar por él. Intento servir a Elisée que no se dio cuenta de quién era, hablando como estaba con su prima hasta que todos rieron.

Se levantó y se abrazó fuertemente a él, riendo de la alegría. Hicieron un sitio a Pierre y rápidamente empezaron a avasallarle con preguntas. Durante la comida Pierre fue comentando todo lloque había sucedido durante toda la semana. Como siempre no fue un ritmo fluido, ya que las preguntas iban interrumpiendo el normal desarrollo de la conversación. Con cara de asombro en alguno de los relatos, los contertulios no creían en algunos momentos lo que oían. Tras los postres Pierre comento en que había acabado todo, y que se avecinaba en los próximos días. La noticia buena de todo es que podrían partir en los próximosdías a Carcasonne para terminar los preparativos de la boda y poder ir con tranquilidad a Puy para pasar una temporada antes del enlace y poder contemplar y disfrutar con tranquilidad de la primavera en su Condado. También informó de la reunión de perfecto, cosa que Elisée ya sabía de los días que había pasado en Coursan y que no le había dado tiempo a informarle a Pierre.

Después de todo lo expuesto Pierre mando a uno de los sirvientes traer vino dulce para hacer un brindis. Por la buena compañía y los amigos, por estos días pasados y por los buenos que estaban por llegar. Todos levantaron sus copas y brindaron a la vez. Con la conversación acabada algunos se fueron retirando a sus habitaciones y Pierre se quedó con Elisée en el pequeño salón. Charlaron sobre lo poco que les quedaba para convertirse en marido y mujer, pero lo difícil que estaba siendo todo. Pierre estaba un poco cansado y se  recostó en el sofá al lado de Elisée. Esta le comento la amistad que estaba surgiendo entre el joven George y su prima Elena, bueno algo más que amistad. Se le veía muy unidos y felices juntos, y su prima no quería volver a Coursan. No sabía si iba a ver una boda doble, riendo los dos por tal ocurrencia. Elisée tomo la mano de Pierre y la acaricio diciéndole que se relajara un ratito hasta que llegaran los demás. El calor de la chimenea hizo el resto y se quedaron en un entrevelas los dos.

El frío se apoderó de Narbonne. Unas cuantas nevadas tiñeron de blanco las calles de la ciudad, los tejados parecían un manto blanco sacado de los cuentos infantiles de Navidad. Todos aprovecharon para poner en orden sus papeles, y disfrutar de la compañía de la pequeña familia que se había creado. Pierre, Enrique y George se entretuvieron hablando y conversando de política y diplomacia. Pierre aportaba la parte de leyes que a los otros le faltaba, mientras que ellos le explicaron los entresijos de la política. Charlaron sobre la situación entre los reinos de Francia e Inglaterra, los problemas externos que cada uno tenía y también de los  internos. Las presiones del Vaticano hacia ambos monarcas, y las situaciones económicas que se estaban dando. La verdad que Pierre se hizo una idea mayor de como estaba el mundo en esos momentos. Su vida había estado centrada en el problema cátaro, y menos su experiencia en la península ibérica contra los musulmanes poco más había presenciado. Se notaba la experiencia de Enrique y las tablas que estaba tomando George a su lado. Esos días fue toda una clase de protocolos y relaciones institucionales.

Pero todo no fue política, también aprovecharon para ir a un salón de esgrima y practicar un poco con la espada. Estos salones se estaban poniendo muy de moda en la parte norte de Francia, y servía de entretenimiento cuando las inclemencias del tiempo no permitían disfrutar de los espacios abiertos. Por las tardes jugaban a los naipes y al ajedrez, pasando unos ratos bastante agradables. Una de esas tardes todos juntos, aprovecharon a visitar al Cardenal Cencio. Pero evidentemente el día grande fue el domingo de la comida.

Todo estaba preparado para la hora en que acabara la misa en la Catedral de Narbonne. Oficiada por monseñor Cencio, y asistido por monseñor Paul. A ella asistió lo más granado de la ciudad. Para sorpresa de todos Esclaramonde hizo acto de presencia acompañada de Sebastian. Iba con un traje de lana negro y una capa que cubría su cuerpo. En el pelo llevaba una diadema de flores que recogía el pelo de su cara mostrando toda su belleza, mientras que el resto  permanecía suelto mostrando sus largos rizos. Se sentaron al lado de Pierre y Elisée, en una de las primeras filas. El murmullo al ir recorriendo el pasillo central de la catedral fue creciendo. Tras saludar a todos los conocidos se sentaron a escuchar la homilía. Cuando todo hubo acabado se encaminaron todos juntos al Palacio  Obispal.

Elisée fue haciendo las presentaciones de aquellos que no se conocían. Cencio había invitado al alcalde de la ciudad, y alguno de los consejeros con sus respectivas esposas, entre los que se encontraba Yosuf. En total eran veinte  personas las que participaban de la comida ofrecida por el delegado papal. Era como un pequeño banquete para todos, amenizado por un grupo de músicos. Antes de empezar, el Cardenal dirigió unas palabras a todos, donde agradeció la hospitalidad mostrada durante este mes de estancia en Narbonne, así como la amistad mostrada por varios de los miembros allí presentes. Vino para una reunión diplomática y se volvía con una serie de amigos. Y no solo eso, sino que había conocido de primera mano el problema cátaro y los esfuerzos que se estaban haciendo en el Languedoc. Por ello se iba contento, aunque en sus pensamientos estaba el accidente de Fulko por el cual rezaba todos los días para una pronta recuperación.

Bendijo la mesa y alzo su copa para un brindis, tras lo cual comenzó la llegada de platos a la mesa y el jaleo de las conversaciones. Parecía que nadie tuviera ganas de marcharse, pero la noche se fue echando. Después de la comida pasaron a un saloncito donde se sirvió vino dulce y unas pastas. Se fueron creando pequeños grupitos donde las risas se iban sucediendo. Cencio aprovecho para charlar de forma informal con Sebastian y Esclaramonde, estaban presentes Pierre y Enrique. La conversación giro al informe que intentaría transmitir al Papa, la situación en el Languedoc, los problemas que existían pero las medidas que se estaban tomando, las relaciones que había entre los Reinos de Francia e Inglaterra, la dificultad de una nueva Cruzada, la nueva ilusión que había visto en la Iglesia, la obra que estaba llevando los hermanos dominicos. Eran muchas cosas las que se llevaba para un periodo de tiempo tan pequeño, pero así era.

Al final todos fueron despidiéndose y abandonando el Palacio del Obispo, al día siguiente cada uno tenía que comenzar de nuevo su vida y en muchos de los casos, con temas urgentes que tratar. Cencio se despidió primero de los mandatarios de la ciudad, pero en especial con Yosuf. Quería, por favor, un informe mensual sobre la situación y evolución de Cencio. La tesorería del Vaticano cubriría todos los gastos que le ocasionara tal enfermo, así como las visitas que tuviera que realizar a Lagrasse. Dio orden de cuando pudiera trasladarse, ocupara una habitación en el Palacio de Narbonne, para poder ser mejor atendido.

Después se despidió de los acompañantes de Pierre, estos querían comenzar a recoger los últimos enseres y supervisar que todo estaba correctamente. Al día siguiente querían partir para Carcasonne, pues Enrique tenía que volver a la Gascuña para informar sobre los nuevos acontecimientos que se habían producido. Los últimos en salir fueron Domingo y Pierre, acompañados por Elisée, Sebastián y Esclaramonde. Cencio felicito a ambos por su Informe y por el magnifico trabajo realizado, así como los documentos que se habían elaborado durante estos días para tomar nota de lo sucedido.

Pero lo que sorprendió fue la caballerosidad con que trato a Esclaramonde. Si no fuera por la condición que ambos tenían dentro de sus respectivas ordenes, cualquiera hubiera pensado que entre ellos había surgido un flechazo. Cencio la cogió del brazo y la acompaño hasta la puerta, dándola dos besos en ambas mejillas propios de dos enamorados. El resto parecía que no existía, y para Pierre fue un buen presagio. Cuanta mas afinidad hubiera entre ellos, mejor sería la exposición hacia el Papa sobre las mejoras del catarismo. Sin ningún tipo de rubor, Cencio invito a Esclaramonde a visitar el Vaticano. En ese momento y para no ponerla en ningún aprieto Elisée pregunto si le gustaría ir a Puy a principio de Junio, donde se celebraría el enlace entre ella y Pierre, al cual asistirían todos los presentes. Cencio afirmo con la cabeza y todos marcharon por última noche  a la casa de Narbonne.


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