CAPITULO XXXI: La Cruzada de San Luis IX


La VII Cruzada bajo los auspicios de Inocencio IV. Comandada por Luis IX de Francia, cuyo paso por Tierra Santa le renombro como “San Luis”. Luis IX partio de Marsella el 1 de Mayo de 1248 hacia Damieta, junto a su mujer Margarita de Provenza, dejando de regente de Francia a Blanca de Castilla al cuidado de sus hijos Luis y Felipe. Pero la avanzada edad de esta, sesenta años, y las enfermedades hicieron que el verdadero Regente fuera el Conde de Puy Pierre de Brel. Les acompaño la pequeña Isabel (su primera hija Blanca había muerto a la corta edad de 3 años y eso fue una señal para Luis IX). 

Partieron sin saber que Margarita estaba embarazada de Juan que nació en Damieta, así  como el resto de descendencia, pues la familia estuvo cerca de 15  años en Tierra Santa solucionando los diversos problemas que se produjeron a la destitución de Federico II, ya que los reinos musulmanes dieron por nulo el Tratado de Jerusalem de 1242 y comenzaron de nuevo las hostilidades con el Islam. Los territorios del Principado de Antioquia y Condado de Edesa habían perdido parte de su territorio debido al avance de los Turcos y su empuje por conquistar toda la península de Antioquia.

Durante esa época las tropas papales obtuvieron una victoria definitiva sobre Federico II el 26 de mayo de 1249. Esto dejó al Emperador sumido en una enfermedad de la cual nunca volvió a curarse. Muere en 1250, per Inocencio IV hubo de continuar batallando contra Conrado IV, hijo y sucesor de aquél. Amenazó a este con proponer  a los alemanes  como nuevo Emperador a Guillermo de Holanda. Recuperó el Reino de Napoles y Sicilia en manos de Aragón, lo que ofendió gravemente a Jaime I el Conquistador debido a su participación en la VII Cruzada.

San Luis fue hecho prisionero en El Cairo en el verano de 1250 bajo una vil estratagema del Sultán, cuando para firmar una paz con San Luis, le hizo prisionero durante una recepción en su palacio. Le acompañaba Bernardo de Monpellier Conde de Languedoc-Rosellón.

Consiguiendo escapar de dicho encuentro Jacques de Brel, hijo del Conde de Puy con una reconocida fama entre los Barones franceses de su habilidad en táctica militar y diplomáticas. Escapar del Palacio del Sultán no era  más que una de sus aventuras exitosas. Cuando regreso a Damieta se creó un Consejo de Barones entre los que quedaron, siendo asesor Jacques por el conocimiento del terreno. Se intento por vía diplomática, recibiendo en Damieta al emisario del Sultán, pero pasado varios meses, en la Navidad de 1250 un ejército numeroso partió hacia el Cairo. 

El sobrenombre de San Luis viene de ese momento, Luis IX prefirió estar encarcelado o muerto que rendir Damieta (objetivo del Sultán durante muchos años). El movimiento de las tropas cruzadas pillo por sorpresa, conquistando rapidamente puestos avanzados egipcios como el fuerte de Al Mansurah. El Sultán recibió en sus dependencia a San Luis, que fue lavado y aseado para dicho encuentro, firmando el Tratado del Cairo donde se creó una línea entre Damieta y Suez que no podría traspasar el ejército egipcio (asegurandose la defensa de Tierra Santa por el sur) por un periodo de 25 años, tras los cuales se citaban a nuevas negociaciones, esta vez en la Ciudad de Damieta. Se mando a un emisario francés para contener el avance de las tropas cruzadas que ya amenazaban la Fortaleza de Zagariz.

La llegada de San Luis a Damieta fue espectacular, toda la ciudad engalanada para recibirle, además de conocer a su nuevo hijo Juan Tristan nacido durante su cautiverio. San Luis condecoró a Jacques y le ascendió dentro del ejército, pasando a comandar una de las secciones del ejército cruzado y permaneciendo como miembro en el Consejo de Estado Cruzado. En el año 1255 Jacques marcho hacia Francia para ostentar la regencia del Reino a la muerte de su padre Pierre de Brel, ya que el Delfín Luis contaba solo 11 años y su hermano Felipe 10. Antes de partir tomo en matrimonio a Colombier Montagne, dama de compañía de Margarita de Provenza por sus habilidades musicales.

San Luis regreso de Tierra Santa en la primavera de 1263, dejando un Reino de Jerusalén estable y con unas relaciones firmes con los Reinos Musulmanes, ahora con poder mameluco a través del sultán Khalil, el cual había derrotado a los mongoles en 1260 en la batalla de Ain Jalut y depuesto a los ayubís. Como contrapartida, la reducción de territorio del condado de Tripoli y el Principado Antioquia a Ciudades Estados que permitieran a Damasco la salida al Mar Mediterraneo entre dichas Ciudades. Se mantuvieron las ciudades de Tiro, Sidón y Ascalón aunque se perdió Beirut. El Reino Armenio ocupo parte del Condado de Edesa, como defensa sobre los ataques turcos y mongoles.

El Reino de Jerusalén volvía a estar regentado por la Iglesia. Se nombró un Cardenal de Jerusalén que se ocuparía de la vigilancia y control de los Tratados firmados, así como de las buenas relaciones con los mamelucos. Sería la cabeza visible del gobierno formado por las tres Ordenes Militares. El elegido fue Teobaldo Visconti que más tarde fue conocido como el Papa Gregorio X ( A la muerte de Inocencio IV en 1257).

Durante estos diecisiete años  San Luis había perdido a su madre Blanca de Castilla, al Regente Pierre de Brel y a su Delfín Luis. Nada de ello le trastoco el plan que le embarco hacia Tierra Santa, la recuperación de los lugares sagrado. Cuando marcho de Jerusalén fue despedido como un héroe tanto por cristianos como por musulmanes, el respeto que se había ganado era grandioso en todo el territorio. Su llegada a Paris fue el acontecimiento de la década, el Reino se paralizó y fueron llamados a Palacio todos los nobles del reino, y todas las casas europeas quisieron estar presente


La tranquilidad en Tierra Santa perduro y en el momento de ascender a Papa, Gregorio X nombró a Benedetto Gaetani Cardenal de Jerusalén (conocido como Papa Bonifacio VIII en 1294), un nombramiento muy polémico pues entonces solo tenia 36 años de edad. Demasiado joven para  tanta responsabilidad, pero ideal , pues Gregorio X sabía de la energía que tenía que tener la persona que desempeñara ese puesto, ya que los conflictos eran permanentes con mamelucos, armenio, turcos y mongoles. Las relaciones y los viajes tendrían que ser continuos, necesitaba de una mentalidad abierta para relacionarse con dirigentes de distintas creencias.

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